100 años después: el misterio sin resolver de los esclavos de la fiebre del caucho
Una mujer indígena de la Amazonia ha hecho un llamamiento público para averiguar qué ocurrió con dos esclavos indígenas que fueron llevados a Gran Bretaña hace un siglo.
Exactamente 100 años después de que el Daily News presentara a sus antepasados Omarino y Ricudo al público británico, Fany Kuiru, una mujer witoto de Colombia, ha hecho un llamamiento para que el mundo "nos ayude a revelar qué fue de nuestros hermanos indígenas… para que los espíritus de nuestros antepasados puedan descansar en paz".
Los indígenas fueron presentados al cónsul británico Roger Casement en su hogar en la provincia de Putumayo, en el sur de Colombia, en 1910. Omarino fue intercambiado por un par de pantalones y una camisa; a Ricudo se lo jugaron en una partida de cartas.
Casement, enviado por el Gobierno británico para investigar las atrocidades cometidas en la Amazonia durante la fiebre del caucho, se llevó a ambos indígenas consigo al Reino Unido para hacer públicos los horrores que había descubierto.
La demanda de caucho amazónico comenzó a crecer espectacularmente cuando la empresa estadounidense Goodyear descubrió la vulcanización, un proceso que endurece la goma lo suficiente como para ser usada como neumáticos de los coches. Este gran paso condujo a Ford, el líder de la industria automovilística, a la primera producción en masa de coches.
Casement estimó que en sólo doce años 30.000 indígenas fueron esclavizados, torturados y asesinados para satisfacer la creciente demanda de caucho desde Europa y Estados Unidos.
"Nos envían muy, muy dentro de la selva para conseguir caucho, y si no lo conseguimos, o si no lo conseguimos lo suficientemente rápido, nos disparan", contó Omarino al Daily News.
Muchos de los indígenas aislados de la actualidad son descendientes de los supervivientes de las atrocidades de la fiebre del caucho, que huyeron hasta las remotas cabeceras de los ríos para escapar de los asesinatos, las torturas y las epidemias que diezmaron a la población indígena.
Tras recibir las fotografías de sus antepasados, Fany dijo a Survival: "Todas las naciones hicieron algo para exterminar a la población indígena: Colombia los abandonó, Perú fue cerebro y cómplice del holocausto, Inglaterra lo financió y Brasil desplazó a los indígenas para trabajar en las plantaciones de caucho".
No se sabe qué fue de los dos esclavos, cuyas últimas palabras al Daily News fueron: "Londres es maravilloso, pero el gran río y la selva, donde vuelan los pájaros, son más hermosos. Algún día volveremos". No se sabe si regresaron a casa.
El director de Survival International, Stephen Corry, ha declarado hoy: "La fiebre del caucho puede parecernos historia antigua, pero sus efectos aún se sienten. Cuando comenzó el matrimonio de Occidente con el coche a motor, sus cartas de amor estaban escritas con sangre indígena. Provocó un brutal crimen contra la humanidad, perpetrado por una empresa británica en la región de Witoto. Sin caer en las comparaciones exageradas, hoy en día hay empresas británicas, como Vedanta Resources, que planean el robo de tierras indígenas, esta vez en la India. Ya es hora de poner punto final a estos crímenes y de empezar a tratar a los indígenas como a seres humanos".