Publicamos estas reflexiones sobre el aprismo, preparadas por Marco Flores, abogado formado en la universidad de San Marcos, hoy residente en Boston, Estados Unidos, donde realizó estudios de Política Internacional e Instituciones Internacionales en la Escuela de Extensión de la Universidad de Harvard en Boston.
a los militantes y a la juventud del Partido del Pueblo,
a los que buscan.
“A PALACIO llega CUALQUIERA, porque el camino de PALACIO se compra con oro o se conquista con fusiles. Pero la misión del aprismo era llegar a la conciencia del pueblo antes que llegar a Palacio. Y a la consciencia del pueblo no se llega ni con oro ni con fusiles. A la conciencia del pueblo se llega, como hemos llegado nosotros, con la luz de una DOCTRINA, con el profundo amor a una causa de justicia, con el ejemplo glorioso del sacrificio…solo cuando se llega al pueblo SE GOBIERNA DESDE ABAJO HACIA ARRIBA. Y el aprismo ha arraigado en la consciencia del pueblo. Por eso, mientras los que conquistaron el mando con el oro o con el fusil, crean mandar desde PALACIO, nosotros continuaremos gobernando desde el PUEBLO”.
(Discurso llamado “PROFETICO” de 8 de diciembre de 1931)
“Represento un principio, un credo, una bandera de juventud. Agito y agitaré las conciencias hacia la justicia. Lucho por producir la precursora revolución de los espíritus y MALDIGO CON TODO EL CALOR DE MI CONVENCIMENTO A LOS EXPLOTADORES DEL PUEBLO QUE HACEN DEL GOBIERNO Y LA POLITICA VIL NEGOCIADO CULPABLE”.
(Carta desde la prisión, Isla de El Frontón, de 3 de octubre de 1923)
“(Para) los voceros del extremismo capitalista norteamericano –la facción de los que pretenden regresar al capitalismo a una praxis LIBRECAMBISTA decimonónica- todo lo que signifique intervencionismo del Estado, control o planeación es socialismo.”
(Treinta años de Aprismo. pp. 98-99
MANIFIESTO POR UN NUEVO APRISMO DEMOCRATICO DE IZQUIERDA
Por Marco Antonio Flores Villanueva
“La inspiración fundamental, la línea ideologica inspiradora de la acción que es necesario llevar adelante organizadamente señala la dircción de nuestra marcha: SABEMOS BIEN QUE VA HACIA LA IZQUIERDA. Ese es nuestro rumbo y el rumbo es lo que importa” (El Antimperialismo y el APRA. pp.190-191).
“Con esas ideas (descritas en el epígrafe pretérito) finalize la exposición sumaria de los fundamentos ideológicos de nuestro movimiento, epitomados en mi libro El Antimperialismo y el APRA, el 1o de mayo de 1928 en la ciudad de México. DESDE ENTONCES ACA A LAS VUELTAS REGULARES DEL MUNDO Y EL NORMAL EVOLUCIONAR DE LAS COSAS SE INCORPORAN EN PRECIPITADA Y AUMENTANTE CONFLUENCIA SUCESOS DE GRANDOR IMPREVISIBLE…”(Treinta años de Aprismo. p. 103)
Un nuevo programo ideológico y politico para el Partido del Pueblo, inspirado en el Programa Máximo de la Alianza Popular Revolucionaria Americana de Haya del Torre, debe constar de cinco puntos que sirvan como derrotero para unificar criterios —en especial entre la juventud militante y en general entre fuerzas renovadoras en el interior o exterior del Aprismo—, en torno a un proyecto común que defina nuestra línea política como un partido democrático de izquierda, pero moderno, realista y ubicado en la centuria, lo que permitirá el relanzamiento ideológico del APRA a nivel nacional, regional e internacional, como una esperanza posible para las grandes mayorías nacionales que buscan el cambio y la justicia social dentro de la libertad. Los cinco puntos son los siguientes:
1.- Acción contra todo Imperialismo y sus formas de dominación ideológica a través de la aplicación de políticas económicas neoliberales administradas por la clase política nacional, cómplice de ese yugo opresor, lo que viene causando más pobreza, hambre y desigualdad social en el Perú y la región.
2.- Por una globalización del pueblo, y no de las grandes corporaciones transnacionales, mediante un nuevo tipo de estado nacional que eleve al ser humano, fin supremo del estado, y la preservación urgente del medio ambiente, habitat natural y patrimonio de la humanidad, como los primeros beneficiarios de la mundialización de la economía, el comercio, los medios de comunicación y el desarrollo formidable de la tecnología.
3.- Por la unidad política de la América Latina en torno a un proyecto regional que rechace enfáticamente toda forma de dictadura, sea ésta de izquierda o de derecha, y funde la gobernabilidad de nuestros países en una democracia diferente, producto de la restructuración, primera y urgente, de la institucionalidad política de la región, que permita que la dimensión social del desarrollo, es decir las voces de la sociedad civil funcionalmente organizadas, sean definitivamente incorporadas en la creación de nuestras políticas públicas y sirvan éstas a las necesidades del pueblo.
4.- Acción contra toda forma de corrupción política, venga ésta de donde venga, porque constituye lacra lacerante de nuestra sociedad herida ya por la miseria que vive la nación y uno de los mayores factores del atraso y la pobreza de nuestros pueblos.
5.- Por la solidaridad con todos los pueblos y clases oprimidas del mundo que luchan por su liberación, en el marco estricto de la legalidad y la constitucionalidad.
El Aprismo Democrático de Izquierda busca organizar el gran Frente Unico contra los falsificadores del Aprismo, hoy en el poder, y trabaja por unir en ese frente a todas las fuerzas internas del partido que, en una u otra forma, han luchado y vienen luchando fuera o dentro del APRA contra el peligro de perder definitivamente para el país y para el futuro político del continente el más grande legado histórico que nos dejó el único jefe y fundador del Aprismo, Víctor Raúl Haya de la Torre: El Partido del Pueblo.
Para muchos el deterioro intelectual y moral del partido ha surgido como consecuencia de un liderazgo falaz que, alejándose de la inspiración que constituye la vida ejemplar y la obra de Haya de la Torre, ha convertido al partido en un instrumento para la particular satisfacción de personalidades mesiánicas cuya vida privada, boyante y licenciosa, claramente constituye no solamente un abierto desafío a la pobreza y la miseria que afecta a la gran mayoría de peruanos, sino también un baldón a la memoria inmortal de Haya de la Torre y los principios éticos que defendió con el ejemplo de su propia vida. Una vida al servicio del pueblo, sin riquezas, sin residencias borbónicas y acaudaladas y tanscurrida, sin mancha alguna, con total y absoluta austeridad.
Esta misma personalidad y sus aliados han tejido en el interior del partido fuertes y oscuros lazos de correspondencia con gran parte de la militancia sobre la base del clientelismo -hoy más acentuado con la conquista del poder- aprovechando la triste situación que afecta a los hogares apristas como consecuencia directa de un quinquenio que él mismo presidió y que destruyó la economía del país y las bases morales de la nación, para terminar entregando luego al Perú, con el uso de sus activas maquinaciones y sin escrúpulo alguno, a una aventura execrable personalizada en la satrapía de Alberto Fujimori y sintetizada en su reciente extradición, por crímenes que llevaron a la tumba a peruanos inocentes.
Esta misma figura, y sus colaboradores más cercanos, ahora todos ellos en el poder, y a un año de usufructuarlo con sendas denuncias de corrupción, no han tenido el menor reparo de controlar antidemocráticamente al partido como institución, sino que además han decidido desde Palacio de Gobierno entregar al Aprismo a quienes históricamente constituyen nuestros enemigos y enemigos de la patria y, de otro lado, rendir al Perú al poder de las grandes corporaciones transnacionales que, lejos de observar mínimos estandares internacionales de respeto por la fuerza de trabajo nativa y por nuestro medio ambiente, han encontrado sus mejores aliados en las altas esferas del gobierno para abusar sin resistencia de su poder financiero y someter a los peruanos a oprobiosas condiciones de trabajo, inclusive marginales, y atentar además contra nuestras condiciones ambientales que hipócritamente afirman defender en los países desarrollados.
Esta misma figura y sus adlátares tienen también constituída, al amparo precario de sus propias y particulares decisiones y a espaldas de la militancia del partido, una alianza vitando con el fujimorismo asesino de la democracia y los derechos humanos del Perú, alianza contranatura que averguenza no solamente al APRA, como partido político, sino también a la nación, que siete años atrás se puso de pie para luchar en las calles y plazas del país contra el dictador y lograr al fragor de la lucha civil la caída de una de las personalidades más oscuras en la historia del Perú republicano.
Esta misma figura y sus secuaces están poniendo en peligro la continuidad de la democracia del país, radicalizando a la nación que empieza en su desesperación a identificarse otra vez con regímenes despóticos, porque esta administración gobierna abiertamente contra el pueblo del Perú, corrompiéndolo desde el poder y ejerciendo su influencia nefasta para encubrirse él y su aliado Fujimori de las consecuencias que se deriven de un juicio que promete poner en el banquillo no solamente al dictador sino a toda la clase política del país, empezando por los que detentan actualmente el poder.
Por ello, cuando se habla de un nuevo Aprismo Democrático de Izquierda se enuncia un programa destinado a recuperar las bases del Partido del Pueblo comprometidas con el ejemplo de vida de Haya de la Torre e interesadas en situar ideológicamente al partido en la centuria. Es decir, ética y pensamiento político renovado en un mensaje de acción y llamamiento a todas las fuerzas dispersas en el interior y exterior del partido a unirse en un solo Frente Unico con un propósito común.
NEOLIBERALES DESTRUYE LAS ECONOMIAS DE NUESTROS PUEBLOS
El pueblo del Perú y la región han sido testigos en los últimos 17 años de la aplicación salvaje de políticas neoliberales que vienen produciendo desempleo, pobreza, marginación, hambre y mayor desigualdad en nuestras sociedades. Así en el Perú, la pobreza rural viene afectando al 70% de su población y constituye una verguenza los resultados de esa política económica por los desastrosos niveles de pobreza alcanzados en el interior del país: 89% en Huancavelica, 76% en Puno, 75% en Apurímac, 74% en Huánuco, 71% en Pasco, 66% en Loreto, 64% en Cajamarca, 54% en San Martín y Cusco y 50% en Junín.
Bajo la forzada estrategia de las privatizaciones, cuya aplicación no solamente ha sido en la mayoría de nuestros países antitécnica, sino también escandalosa por los actos de corrupción que constituyó el denominador común de esa medida, América Latina vió repentina y temporalmente incrementada la inversión internacional en sus países, para luego retraerse sensiblemente una vez terminada esa etapa de venta indiscriminada y reducción de los activos del estado. Hoy la participación de la región en las entradas mundiales de inversión extranjera directa continua cayendo dramáticamente y se ha reducido, según datos de la CEPAL, a 8% en el 2006.
Se recurrió también a la reducción sustantiva de los derechos sociales de los trabajadores, atentándose inclusive contra el derecho elemental de sindicalización, paso primero que dió luego lugar a millones de despidos injustificados, lo que produjo mayor desempleo y, paso segundo, la reducción sustancial y el congelamiento de los salarios que constituye uno de los principales elementos estructurales que subsidia al modelo económico neoliberal.
Por ello no nos sorprende el informe emitido por la Comisión de Expertos en Aplicación de Convenios y Recomendaciones (CEACR) de la Organización Internacional del Trabajo, que señala que si bien es cierto en el caso del Perú se ha ratificado 50% de sus convenios prioritarios y un 35.4% de los convenios generales, viola sin embargo el 59.7% de esos contratos internacionales; es decir, más de la mitad de los convenios ratificados y que deberían proteger a nuestros trabajadores. A ello se debe agregar como consecuencia de las nefastas políticas neoliberales que hoy, solo en el Perú, de 3’646, 000 asalariados privados solo 10.3% tiene un contrato indefinido, nombrado o permanente. Un 20% tiene contrato a plazo fijo y 64.9% de los 3’646, 000 trabajadores, es decir la gran mayoría de 2’ 360, 000 (50% del total) no tiene contrato alguno porque no figuran en planilla de pagos y, por ende, no gozan de vacaciones, no cuentan con seguro social ni pensión de jubilación.
En otras palabras, 2’360, 000 peruanos que laboran en condiciones marginales y francamente oprobiosas. Mientras que solamente en el último año las remuneraciones de los trabajadores aumentaron en apenas 0.06%.
Con el derrumbe de los derechos sociales de los trabajadores y la declinación de sus salarios, así como la disminución mortal de sus pensiones jubilatorias o simplemente su eliminación, todo en nombre de las politicas neoliberales que prometían el despegue económico de nuestros pueblos y el “chorreo” de sus beneficios a los que menos tienen, con el auxilio de nuestra exhausta, trasnochada y corrupta clase política se ha subsidiado inmoralmente a un grupo minoritario de particulares en el país que constituyen, muchos de ellos, la vieja y rancia oligarquía del Perú aliada, desde siempre, con el poder que ejerce desde ultramar el Imperialismo, promotor de esas políticas neoliberales a través de lo que se denominó el Consenso de Washington.
En efecto, según las cifras del Instituto Nacional de Estadística en el Perú el excedente de explotación, es decir principalmente las utilidades de las empresas, llegaron a 60.5% en el 2005, mientras que los salarios sufrieron un proceso inverso para caer, desde el 2004, hasta 22.9% del PBI en el 2005. Es decir, en catorce años, 1991 al 2005, de aplicación del modelo económico neoliberal -que reitera la administración de Alan García-, los trabajadores reciben hoy 18,8 millones de soles menos que en 1991, mientras las empresas han recibido en utilidades 20,67 millones de soles más que en 1991.
Políticas neoliberales, auspiciadas por la clase política nacional y bajo el contralor del Imperialismo, que no han cambiado la persistente e histórica estructura económica primaria de nuestros pueblos, dependiente ahora en su gran mayoría de los precios de nuestros metales o del crudo en el mercado internacional, lo que viene porstergando una y otra vez las reformas económicas estructurales que permitirían el desarrollo del país y la región a través de la reorganización de nuestra producción y su urgente diversificación.
LA LUCHA CONTRA EL IMPERIALISMO ES LA LUCHA
CONTRA TODA FORMA DE DICTADURA EN LA REGION
La experiencia histórica de América Latina, inclusive la más reciente, nos demuestra, como afirmara Haya de la Torre, que la lucha contra el Imperialismo no es una lucha por un nacionalismo ciego y negativo, racista y atrasado, sino que debe estar siempre condicionada por el propósito realista de lograr el mejor desarrollo y el más rápido progreso de los pueblos liberados.
Tampoco es una lucha condicionante de la libertades políticas y civiles, sino la reafirmación de una propuesta realmente democrática de pan y libertad, frente a los arrestos autocráticos de quienes pretenden, simplístamente, sacrificar los derechos fundamentales del individuo en nombre del pueblo. Nuestros referentes políticos en nuestra lucha antimperialista contradicen prácticas dictatoriales o el abuso y la prepotencia dede el estado. Urge al poder político a promover la participación de la sociedad civil y a organizarse funcionalmente para contribuir con su voz, sin parámetros y sin la amenaza vitando de la intimidación desde el poder, en las tareas del estado.
El otro camino es la desnaturalización de nuestros postulados civilizadores. El otro camino es la renuncia a la transformación política, social y económica del continente sin el uso de las herramientas que ayer, en manos de la reacción apoyada por la milicia salvaje y alquilada por el oro criminal de los poderosos, llevaron a miles de apristas, hombres, mujeres y niños, al exilio, al ostracismo político o al calvario, al suplicio y a la muerte.
Es aquella confirmación de nuestra idéntidad política en la región lo que hace del Aprismo de Haya de la Torre una propuesta latinoamericana original, sin parangón en la historia política continental, porque constituye, a diferencia de lo que ocurre en La Habana o en Caracas, un credo libertario que no abdica de los derechos fundamentales e inalienables de la persona humana y, por tanto, se sitúa otra vez en la centuria, interesada como está en la convivencia y la evolución del género humano en el marco de una institucionalidad moderna y de avanzada.
Por ello el grito hayista de acción contra todo Imperialismo no se refirió únicamente a aquél ubicado al norte de nuestra Indoamérica, sino que también incluyó al otro anclado en Moscú, para dejar meridianamente claro su rechazo a la negación de la libertad individual.
Hoy ese mismo grito por la libertad, que confirma e identifica positivamente a Haya de la Torre como inspirador y teórico del antimperialismo continental, debe quedar así consignado: “¡ Ni con Washington, ni con Moscú, ni con Caracas o La Habana, solo el Aprismo salvará al Perú!”
LA CLASE POLITICA NACIONAL PARA ALCANZAR EL DESARROLLO
DE NUESTROS PUEBLOS EN LIBERTAD
Y en ese contexto, que conceptua la lucha antimperialista como la conquista del desarrollo de nuestros pueblos pero en libertad, para conseguir la liberación económica de nuestras naciones sujetas al Imperialismo a través de sus políticas neoliberales administradas por la clase dirigente aliada a ese yugo opresor, es evidente que para el Perú y la América Latina la hora primera de su urgente transformación política-institucional no es únicamente una necesidad para la preservación de la democracia o para su conquista real, en el país y en la región. Es una necesidad de supervivencia y progreso futuro y que coincide además con los pasos que siguieron experiencias exitosas de países que ya cruzaron el umbral del desarrollo.
Porque ningún país que haya alcanzado su desarrollo lo hizo a través de su clase política tradicional. Todos ellos experimentaron primero una profunda transformación política antes de iniciar su despegue económico. No al revés. Y todos ellos fundaron su desarrollo sobre la base de sistemas organizativos institucionales abiertos y verdaderamente democráticos, con la efectiva participación ciudadana en el planeamiento de políticas públicas consensuadas que beneficiaron a todos los sectores y a la nación en su conjunto.
Lo hizo la Inglaterra preindustrial y alumbró al mundo la primera democracia organizativa, con un parlamento que generó nuevas ideas y que produjo una revolución técnica y económica de la mano con su pueblo y sin parangón en la historia universal.
Ocurrió en los Estados Unidos, cuya clase política construyó también un sistema institucional plural, que protegió sin privilegios ni prebendas la iniciativa privada y que permitió la emergencia de una poderosa economía fundada en el perfeccionamiento técnico de su industria con los excedentes de la tierra.
Sucedió también en la China postmaoísta cuyo cambio de liderazgo politico, interpretado como una revolución política en el interior del régimen, permitió la progresiva y selectiva apertura de su economía al mercado mundial, privilegiando sin embargo el desarrollo nacional sobre la base de políticas económicas que se diferenciaron largamente de aquellas aplicadas en la rusa postsoviética.
Este recuento histórico, politico y económico nos lleva pues a una conclusion indubitable, importante a considerar ahora en nuestra actualizada y renovada estrategia de lucha contra el imperialismo, más realista y objetiva: La causa de la riqueza de las naciones es la creatividad humana, convocada libremente y sin privilegios por una nueva organización instituticional, evidentemente distinta de aquella que actualmente administra la clase política tradicional, lo que permitará que esa creatividad emerja, se manifieste, participe y se multiplique en cada rincón del territorio nacional e indoamericano.
Esa creatividad no es ajena al pueblo del Perú. El país cuenta con talentos, con la imaginación creadora de sus hijos, con un valioso capital humano que por la ausencia de una organización institucional abierta y plural que la convoque –es decir, aquello que sí permitió el desarrollo de otros países-, ha llevado a este enorme potencial humano a su “enfantasmamiento”, porque se ha perdido en el anonimato, porque se haya escondido o porque se encuentra en el extranjero donde ha podido desarrollarse y conquistar con su fuerza de trabajo el bienestar para sus familias, lo que no pudo lograr en el Perú por un sistema institucional perverso y fundado en los privilegios feudales de la clase política nacional.
DE NUESTROS PUEBLOS EXIGE LA CONSTRUCCION PRIMERA
DE UNA NUEVA INSTITUCIONALIDAD POLITICA
Por esa razón es preciso realizar una revolución política en el país y recrear en él una institucionalidad democrática distinta, diferente, que genere una nueva voluntad política para llevar a cabo todo aquello que se niega a realizar no solamente la clase dirigente aliada al Imperialismo y sus políticas económicas neoliberales, sino en especial la dirección del partido, empeñada en sustituir groseramente el Aprismo por una socialdemocracia liberal “a la europea”, cuyo espacio geográfico, coordenada y latitud, interpreta al mundo desde su particular punto de observación y, como no, desde su prioritario interés hegemónico que comparte mundialmente con los Estados Unidos de América.
Esa nueva organización institucional propuesta por Haya de la Torre e interesadamente olvidada por los decrépitos dirigentes que lideran el Aprismo neoliberal de hoy, en alianza con los sectores más reaccionarios del país, es la Democracia Funcional expresada en un Congreso Económico Nacional.
Una nueva organización institucional que, afirmándose en la necesidad de terminar con la crísis política permanente que agobia a la nación, es además una formidable herramienta dual de transformación política institucional y de cambio de la económica nacional para encarar los complicados y complejos desafíos de esta centuria.
En efecto, la vieja propuesta del Congreso Económico Nacional, constituye hoy por hoy una iniciativa que, de constituirse, resultará nuestra mejor arma para aliarnos con aquellos instrumentos que hicieron de otros países del mundo naciones desarrolladas, pero sobre una base política institucional profundamente renovada.
Y es, además, la mejor respuesta al obsoleto sistema republicano de partidos políticos, cuyos auspiciadores buscan su continuidad interesada a pesar de casi 187 años de triste aplicación de un modelo político ahistórico e ineficaz.
Ahistórico, porque no se ajusta a las últimas observaciones formuladas por la propia CEPAL en su importante e influyente informe anual sobre inversión internacional en la región, que viene hoy a reconocer, como Haya lo hiciera en su momento, la necesidad de formular políticas económicas integradas a planes nacionales del desarrollo, que solo pueden ser posibles, desde la óptica de la dinámica económica aprista, a través de un Congreso Económico Nacional, vale decir desde una representatividad política funcional -y no republicana, liberal, patricia y bicameral- para reorientar así la producción.
Ahistórico, porque políticas públicas de esa magnitud solo pueden ser llevadas a cabo en un marco institucional más participativo, que permita la emergencia de lo que Ian Johnson, Vice-Presidente del Programa de Desarrollo Sostenido del Banco Mundial, recientemente ha llamado la “dimensión social” del desarrollo, es decir “la inclusión de las voces de la sociedad civil en la definición de las políticas públicas para que éstas pueden contar con responsabilidad social e inclusión, lo que garantiza que esa institucionalidad sirva a las necesidades de los pobres (Harvard International Review, Fall 2005,Vol. XXVII, No. 3)
Porque eso es lo fundamental del problema: El sistema institucional del país no sirve a las necesidades de los más pobres, porque impide la incorporación de esa otra “dimensión social” del desarrollo, que unida a las reformas económicas estructurales, integra y asocia las políticas públicas a las necesidades básicas de los sectores más marginados del país.
Y en esa medida, que refuta a los reductores del Aprismo Funcional por un “Aprismo Republicano”, el modelo atrofiado de representación política que persiste en el país resulta absolutamente ineficaz, no solamente para los pobres del Perú, sino también para las exigencias de una economía moderna e integrada a las nuevas tendencias del mundo.
Porque en el contexto citado líneas ut supra resulta del todo claro que el Congreso Económico Nacional no es una propuesta “dogmáticamente aprista” o “tercamente aferrada a la memoria de Haya de la Torrre” o a su horizonte utópico de 1931, sino que es una herramienta política de la economía de hoy, que se ubica en la centuria y en el epicentro de la actualidad y del debate político internacional en torno a las herramientas que son realmente eficaces para el desarrollo sostenido en la región.
Y para confirmar lo referido, el citado informe de la CEPAL, importante recalcarlo, también se ha ocupado concretamente de la experiencia asiática, específicamente de la coreana, señalando precisamente los beneficios de políticas públicas engarzadas a un proyecto estratégico de país.
Políticas públicas que, como ha sido estudiado por los más importantes economistas y politólogos internacionales, fueron aplicadas por decisión política de un estado planificador, hoy rechazado y satanizado como factor de desarrollo por los seguidores del “Aprismo Republicano”, pero que sin embargo fue decisivo para el éxito del sudeste asiático. Esas políticas públicas enmarcadas en un proyecto de país fueron, entre otras, la concertación de los agentes económicos, el importante rol del Estado y su intervención en la promoción de la producción, la protección selectiva de la industria nacional, el control periódico y negociado de precios, el ofrecimiento de los gobiernos como garantía en los préstamos conseguidos por las empresas asiáticas en el exterior, el apoyo a la pequeña y mediana empresa, la política de subsidios, los planes quinquenales bajo la égida de un Consejo de Planificación Económica, la inversión en el capital humano, la transformación radical en todos los niveles de la educación, y una distribución más equitativa de la riqueza.
Nótese la específica referencia a los Consejos de Planificación Económica y su parangón con el Congreso Económico Nacional, institución que repitiendo exitosas experiencias recientes y que llevaron acabo los países del sudeste asiático para iniciar su despegue económico a través de los referidos Consejos de Planificación Económica, se abocará a reorganizar la producción bajo la égida de un Plan de Desarrollo Nacional común y concertado con todas las fuerzas productivas del país, y que concilie las urgentes variables económicas nacionales con la innegable necesidad de exportar más y mejores productos con mayor valor agregado.
Porque será imposible armonizar y coordinar ambos conceptos sino contamos con un organismo concertador y planificador que los integre, con criterio técnico y descentralizador. El Congreso Económico Nacional, en el marco de una nueva institucionalidad política de los productores, administrará esa política dual, centralizando y coordinando acciones que de otra manera quedarían aisladas en diversos ministerios o dispersos en el sector privado, cuya iniciativa debe ser debidamente canalizada; todo ello sobre la base y la garantía de planes quinquenales consensuados, responsablemente financiados y con el necesario e indispensable apoyo técnico.
Solo un Congreso Económico Nacional producirá, dentro del orden y la legalidad, el cambio de liderazgo en la política nacional. Una nueva institucionalidad con nuevos actores sociales asociados a la producción y la técnica y que permitirá orientar al país definitivamente hacia su desarrollo.
POR UN RENOVADO PROYECTO DE UNIDAD CONTINENTAL
SOBRE UNA NUEVA PLATAFORMA DE ACCION COMUN
La historia por la unión continental ha sido hasta hoy un largo recuento de esfuerzos sin resultado, de marchas y contramarchas que no han producido consenso, de deserciones que han herido el ideal unionista y, también, de proyectos unitarios con el auspicio interesado del gran país del norte.
Desde Simón Bolívar hasta Víctor Raúl Haya de la Torre, el reloj del tiempo ha transcurrido implacable para la región que ha visto, durante ese largo ciclo histórico, el afianzamiento de la unidad política de la América del Norte y la unión de los países europeos en sólidas comunidades económicas con un proyecto político común; mientras la región ha permanecido dividida, muchas veces enfrentada hasta la guerra y recluida en sus particulares intereses nacionalistas.
Hoy, sin embargo, nuevamente se presenta para nuesta América una gran oportunidad para la consecución de su ansiada unidad económica. Porque si la consolidación de la unidad de los grandes estados al norte de nuestra región, se erigió con el formidable avance de la industrialización que aplastó el feudalismo esclavista del sur de los Estados Unidos; y la histórica unidad de la vieja europa -fortalecida con la reciente incorporacíon de los estados del este-, tuvo su punto de partida en la explotación del carbón y la industria del acero, hoy nuestra América puede construir su propia confederación sobre la base de la concentración natural de casi un tercio del agua dulce del planeta a lo largo y ancho de su vasto territorio, y en una era que Jeremy Rifkin (“The Hidrogen Economy”) -corroborado recientemente por Jeffrey Sachs (“Comom Wealth”)-la ha declarado, y con razón, la era del hidrógeno.
Este base natural de agua dulce constituye una tremenda fuente de poder económico para la región, un “producto de primera necesidad” que será gravitante, en un futuro muy cercano, para un planeta hiperindustrializado y amenazado por la polución y la contaminación ambiental. Y por ello nuestra América debe sentar las bases de su unión sobre este recurso natural que, unido a la biodiversidad que también la beneficia extensamente, se convertirá en un poderoso imán para la construcción de una sólida confederación que influirá decididamente en el destino de la humanidad
GLOBALIZACION DEL PUEBLO Y POR CONSERVACION PLANETARIA
DEL MEDIO AMBIENTE A TRAVES DE LA CONSTRUCCION
DE UN NUEVO TIPO DE ESTADO NACIONAL
La nueva globalización que nos ha tocado vivir en esta porción del proceso histórico de la humanidad está siendo definida en sus objetivos por las grandes corporaciones transnacionales, que vienen organizando la mundialización de la economía y el comercio y el desarrollo formidable de los medios de comunicación y la tecnología en beneficio de sus particulares intereses, antes que en beneficio de la persona humana, fin supremo de toda nación civilizada, y la preservación planetaria de nuestro ecosistema.
Ello ha sido posible gracias al debilitamiento del estado nacional, auspiciado por los ideólogos del pensamiento neoliberal que, sobre la base de los principios económicos reganianos, impulsaron la reducción de las tareas del estado nacional en su papel de árbitro y promotor de la economía y edificador de una eficiente red social que cubra las necesidades básicas de sus súbditos.
Este principio minimalistas del estado surgió, fundamentalmente, como corolario de la caída del socialismo, sistema asociado al hiperestado, y por la crisis económica de los Estados Unidos en los setentas, consecuencia del alza de los precios del crudo en el mercado internacional.
Es decir, se puso en evidencia la fragilidad e inoperancia en particular de dos tipos de estado nacional -que no son participativos ni plurales-, recreados por regímenes totalitarios gobernados por un dictador o polítburo, o por democracias de tipo republicano limitadas a la exclusiva eficiencia de los partidos y su clase política.
Una vez derrotado, uno, y gravemente cuestionado, el otro, dos tipos de estado nacional que dominaron el espectro de la política internacional durante la “Guerra Fría”, de inmediato se abrió las puertas para que las corporaciones internacionales, desde el poder particular de sus directorios, definan los lineamientos fundamentales del nuevo orden mundial y la apropiación y regulación de los mercados, especialmente los emergentes de la europa del este, así como la adquisición de la tecnología necesaria que haga posible su accionar, inclusive a costa de la degradación de la persona humana y sus derechos fundamentales y la gradual destrucción del ecosistema del planeta.
En esa materialización de sus propósitos unilaterales, el accionar de la “globalización corporativa” ha producido lo que constituye una de las mayores característica que distinguen a nuestra época, es decir el cambio dramático en la dirección y localización de la inversión de capitales internacionales productivos, que hoy se concentra crecientemente en los espacios geográficos de las grandes potencies mundiales (ver E. Preeg., B. Roberts, R. Florida, Heather-Jo Hammer and J. W. Gartrell), consecuencia, como se ha señalado en el párrafo precedente, del interés que tienen las corporaciones en la captación de ingentes capitales para ser invertidos en sus megaproyectos destinados al desarrollo intensivo y sostenido de nuevas tecnologías, (otro signo de nuestro tiempo), especialmente en el área de la informática, los medios de comunicación, la robótica, la biotecnología y la ingeniería espacial.
A ello se agrega otro fenómeno: Los Estados Unidos se han convertido en el principal recipendiario de las inversiones internacionales directas. “De hecho -apunta Florida, sobre la base de los Reportes del Departamento de Comercio de los Estados Unidos- el país que por un largo tiempo fue el más grande inversionista de capitales extranjeros ha devenido hoy el más grande receptor de capitales internacionales”. Y en lo que se refiere a la inversión americana hacia el exterior, esos capitales se concentran en su gran mayoría en los países desarrollados.
América Latina vive, por ello, un proceso histórico de descapitalización, artificialmente encubierto por la bonanza, siempre episódica, del precio internacional de nuestros minerales y el crudo en el mercado internacional, proceso histórico que se ve agravado por la endémica fuga de capitales (en su mayoría de las empresas privatizadas que no retornan inversión a nuestros países) y el eterno servicio de su deuda externa.
Lo que sucedió después con el indiscriminado accionar de la “globalización corporativa”, que se apropió de la mundialización, y por la ausencia de un nuevo estado nacional, es por todos conocido: La constitución de un pensamiento único destinado a enseñorear urbi et orbi las políticas neoliberales como el único medio para alcanzar el “desarrollo” en nuestra región –o más precisamente, para privilegiar la particular agenda de las corporaciones transnacionales en competencia y sus megaproyectos-, a costa de los derechos sociales de los trabajadores y, fundamentalmente, sobre la base del criminal subsidio del modelo económico neoliberal a través de la reducción y congelamiento de los salarios de la clase productora. Y en el camino, con la explotación monstruosa e indiscriminada de nuestros recursos naturales, colocando en peligro el equilibrio ecológico del planeta
Por ello resulta importante que los términos de la globalización sean redefinidos por un nuevo estado nacional, que no podrá ser ni la estatolatría criminal y totalitaria que dominó gran parte de Europa, ni la democracia republicana ineficaz e interesada de los partidos políticos, cuyo accionar está hoy por hoy relacionado estrechamente con los objetivos de la globalización definida por las grandes corporaciones transnacionales.
Porque el primer tipo de estado tiene principalmente su continuidad en la historia reciente, en los desprestigiados regímenes despóticos y teocráticos del medio oriente. Mientras que el segundo en su versión más primitiva, inoperante, servil y corrupta, en la mayoría de los países de América Latina.
Y mientras el primero ofrece irreal y criminal resistencia a una globalización distorsionada por las corporaciones, sobre la base de la organización de sociedades aislacionistas y protocivilizadas o recurriendo al terror homicida, los segundos se adscriben sin reservas al modelo económico neoliberal del Imperialismo, que es precisamente la globalización apropiada por las grandes corporaciones con la manifiesta intencionalidad de explotar a las naciones que no tienen más un estado nacional eficiente y coaligado con los intereses de su pueblo.
Nosotros, desde nuestras propias cordenadas geografícas e históricas, hemos propuesto con Haya de la Torre al Perú y América Latina, la constitución de un nuevo tipo de estado que no es ni totalitario ni está limitado a los partidos políticos aliados al Imperialismo, sino que se funda en el concurso de todas las voces sociales del desarrollo, vale decir de la producción, para darle a ese estado nacional una nueva y vigorosa personalidad fundada en un tipo de democracia que denominamos funcional. Una Democracia Funcional que no tiene hasta hoy ningún antecedente histórico en su aplicación y que representa una vía aún inexplorada por el Perú y América Latina.
Solo con un nuevo tipo de estado nacional gobernado por el pueblo funcionalmente organizado, el tipo de globalización que domina en especial a la región, y tal vez al resto del mundo, puede ser eficazmente enfrentado no solamente desde un punto de vista ético, con la defensa primera del ser humano como natural beneficiario de la mundialización y, segundo, con la preservación urgente de nuestro ecosistema, sino también como arma formidable para la aplicación de políticas públicas consensuadas por la clase productora y que alejadas de los principios neoliberales sirvan prioritariamente como herramienta de desarrollo y lucha social contra la pobreza y la desigualdad que doblega a nuestras sociedades, antes que al enriquecimiento de una amoral minoría de particulares, inescrupulosos y asociados a sus corporaciones.
Planteamos pues el resurgimiento de un nuevo tipo de estado nacional, cualitativamente distinto de aquellos que históricamente dominaron el contexto internacional durante la “Guerra Fría”, y afirmamos la necesidad, desde esos estados-defensa pluralmente representados por las grandes mayorías, de replantear no solamente los términos asimétricos de intercambio internacional que auspicia la globalización de las grandes corporaciones, sino también de afirmar el inalienable derecho a la libre determinación de nuestros pueblos de elegir, por la voluntad consensuada de su clase productora, la política económica que mejor beneficie a los intereses propios de la nación y que propenda, con su aplicación, a la urgente y necesaria tarea de alcanzar el desarrollo económico de nuestros países en libertad, con el respeto irrestricto a los derechos del ser humano, fin supremo de sus propósitos, y la preservación integral de nuestro ecosistema.
LUCHA CONTRA LA POBREZA Y POR EL DESARROLLO
DE NUESTROS PUEBLOS
La corrupción que domina las altas esferas de la política y contamina a la sociedad es un factor determinante que produce más pobreza en nuestros pueblos y nos aleja cada día más de nuestro derecho a pasar de la barbarie a la civilización.
El factor que ha hecho posible el fortalecimiento y la continuidad impune de este crimen organizado es la institucionalidad política recreada por nuestra clase dirigente, la misma que ha establecido con la ciudadanía -impedida de sobrevivir o emerger por sus propios medios por la marginación de que es objeto producto de esa institucionalidad falaz-, fuertes lazos de correspondencia a través del clientelismo político.
Este tipo de organización institucional, liberal y clientelista, no ha sufrido variación en los 186 años de vida republicana, salvo las interrupciones producidas por los gobiernos de facto -resultado directo precisamente de la organización institucional falaz y perversa creada por la clase dirigente,- y cuyo accionar tampoco prescindió del clientelismo político, antes lo afirmó esta vez manu militari.
Y a pesar que en 187 años de historia universal el mundo ha sufrido cambios formidables que ha llevado al género humano a alcanzar el desarrollo y la prosperidad en otras latitudes del planeta que sufrían más pobreza y miseria que nuestros países, el Perú (y la región) no ha cambiado porque persistió terca e interesadamente con la misma organización institucional patrocinada por la vieja clase política.
Es la misma clase política que durante esos 187 años que lleva dirigiendo los destinos de la nación, no ha tenido otro interés que construir una sólida red de corrupción con la élite nacional. Red de corrupción que constituye, además, un sistema popularmente aceptado por una sociedad marginada y envilecida y que ha entendido, equivocadamente, que el único lenguaje para su progreso personal, excluyendo así los intereses supremos de la nación, es el entendimiento vitando con el poder político en sus propios e ilegales términos.
Como resultado de este accionar perverso de la institucionalidad política, focalizada en sus corruptos interes facciosos, la historia del Perú republicano es un triste recuento de lamentables posibilidades perdidas, que llevaron al país a la marginación y la pobreza de su pueblo, mientras su clase política se enriquecia.
Porque fue esta clase política, corrupta y culpable, aquella que desde las alturas del poder institucional que la privilegia, y desde el instante mismo de su nacimiento, la que inició una campaña constante y asalariada de demolición permanente del país y de sus iniciativas individuales o corporativas que buscaban sanamente el desarrollo del Perú.
Ella, la clase política peruana, se perdió en la lucha fraticida de caudillos en los albores de la república y no produjo un estado nacional sólido y una nación unida alrededor de objetivos comúnes. Ella se perdió en la indiferencia y la imprevisión cuando las fronteras de la patria estaban desguarnecidas y produjo la catástrofe sangrienta de 1879.
Ella nos llevó de la mano hacia una supuesta modernidad sin apellido con la fuerza prepotente de las ballonetas y la claudicación de la libertad, o con su negativa intervención política que destruyó esfuerzos nacionales y privados que habían estabilizado económicamente al país. Ella dicidió liderar la apertura democrática de los ochenta, con políticas económicas eclépticas primero y estatistas después, porque no estuvo lo suficientemente preparada para atisbar los cambios dramáticos que ya se operaban en el mundo. Ella nos llevó a la noche larga de la dictadura, que decidió administrar la política económica auspiciada por el Consenso de Washington en los noventas, y el resultado fue la bancarrota del sistema democrático y una prosperidad falaz fundada en la escandalosa subasta de los activos del estado.
Ella retornó al poder aparentemente aleccionada por once años de ostracismo politico, pero únicamente para volver a administrar su red de corrupción bajo las mismas políticas neoliberales de la dictadura y, a falta de empresas públicas que le prodigue recursos, no tuvo la capacidad, la imaginación o el liderazgo para producir políticas nacionales consensuadas que permitan, a largo plazo, satisfacer nuestras necesidades más urgentes y prosperar como nación.
Ella, hipócritamente, dice luchar contra la corrupción y es gestora intelectual y brazo político de esa lacra que lacera al país. Ella quiso descentralizar el país y solamente ha producido un híbrido monstruoso que aún absorve el poder político y la economía en la capital, epicentro de su mafia organizada. Ella, vencida por los plazos, negoció el Tratado de Libre Comercio con el gran país del norte, y se apresta, además a administrar la aplicación de ese tratado y beneficiarse indignamente de sus posibles ventajas, si las tiene, a pesar de su evidente incapacidad y sus nefastos antecedentes como clase dirigente, focalizada como está en el fortalecimiento y defensa escandalosa de su red de corrupción política.
Ello explica el nulo o limitado aprovechamiento de oportunidades históricas que se presentaron para el Perú a lo largo de estos 187 años, y que surgieron de condiciones especiales, específicas e irrepetibles, que tuvieron su origen y punto de partida en el contexto económico y politico internacional.
Por ello, por una corrupción política organizada alrededor de una monstruosa institucionalidad republicana y clientelista que la alimenta, el Perú fue siempre el país de las oportunidades perdidas, desperdiciadas todas ellas por una clase política corrupta y preocupada más en la continuidad de la institucionalidad por ellos recreada para la satisfacción de sus particulares e ilegales intereses.
Y es por ello que no hay desarrollo en nuestros pueblos, puesto que su clase dirigente, una de las peores del planeta, ha preferido convertir la política -un formidable y eficaz instrumento de tranformación técnica en otras latitudes del planeta-, en vulgar y escandalosa denuncia policial con los atestados de su propia biografía, sin trascendencia histórica para los altos destinos de la patria.
En esta nueva centuria, que siete años atrás acaba de dar comienzo, marcada por el predominio de la globalización corporativa -y que ahora se abre a una Era Post-Americana-, la corrupta institucionalidad política que domina y margina a la nación se ha convertido en el mejor instrumento de degradación del individuo y depredación de nuestro habitat.
Porque sin el contrapeso de un nuevo estado nación, fundado sobre la base de la clase productora, las corporaciones transnacionales han encontrado en el poder político sin contrapisas que le ofrecen nuestros “prohombres” del Ejecutivo y el Legislativo, la vía legalizada y aparentemente constitucional para afirmar su poder financiero y su particular agenda, ampliamente alejada de las necesidades y la voluntad democrática de las grandes mayorías.
Y mientras todo esto ocurre despiadadamente en nuestros pueblos, que no toman conciencia de esta horrible realidad camuflada por la propaganda subliminal de los medios de comunicación, en otras latitudes del planeta otros dirigentes políticos con mayor responsabilidad y compromiso con su pueblo están dando batalla legal y desigual, pero importante como precedente moral, contra el poder de las corporaciones transnacionales y la pasividad cómplice de las élites políticas.
Batalla que se inició, en realidad, a partir de 1829, y desde las mismas entrañas de la actual primera potencia mundial, hoy auspiciadora de la globalización corporativa, cuando su séptimo presidente, Andrew Jackson, anunció al mundo de las finanzas y a la clase política de su país en su mensaje sobre el Estado de la Nación, que “demasiado poder de las corporaciones podía llevar al legítimo y angustioso cuestionamiento siguiente: Sí el pueblo de los Estados Unidos está gobernado a través de sus representantes elegidos por el sufragio imparcial, o (por el contrario) es el dinero y el poder de las grandes corporaciones los que secretamente ejercen influencia sobre la conciencia y el control de las decisiones de su clase política”.
Y la reiteración de ese propósito de transparencia y lucha contra la alianza en perjuicio del pueblo que representan las corporaciones y la clase política corrupta, vino otra vez desde el país del norte, en palabras del Presidente Theodore Roosevelt quien afirmó en Abril de 1906, que “detrás del aparente gobierno se sienta entronado un gobierno invicible que no le debe ninguna filiación o reconocimiento ni responsabalidad alguna al pueblo”. Y luego agregó, como principio que debe alumbrar los postulados que defendemos y que nos legitiman en nuestras admoniciones contra los auspiciadores de la globalizacion corporativa desde el gran país del norte, que “destruir este gobierno invisible, para derribar la diabólica alianza entre la corrupción de los negocios y la corrupción de la política, es la primera tarea de los hombres de estado de hoy”.
Es decir, con la fuerza moral y los argumentos que recogemos de la propia historia de los Estados Unidos de América, hoy promotores desde la Casa Blanca de una globalización corporativa, inhumana y destructora de nuestro ecosistema, aliada a la corrupta clase política del Perú y la región, fundamos nuestros mejores argumentos para exigir a la primera potencia mundial y a su presidente un cambio de rumbo para iniciar la destrucción y la derrota de esa alianza invicible que gobierna el planeta y que asola a nuestros pueblos, es decir tanto a los pueblos de América Latina como a los estados de la unión, al norte de nuestra región.
Y afirmamos, con total autoridad, con el antecedente histórico de las grandes luchas que libró en su momento el gobierno de los Estados Unidos de América contra la diabólica alianza de los negocios y la política, que nuestra lucha contra la corrupción política y sus auspiciadores del norte no solamente es legítima sino moralmente necesaria, como lo fue en su tiempo histórico para el propio pueblo de los Estados Unidos de América.
DEL MUNDO QUE LUCHAN POR SU LIBERACION EN EL MARCO
ESTRICTO DE LA LEGALIDAD Y LA CONSTITUCIONALIDAD
Consecuentes con nuestros postulados libertadores, el AprismoDemocrático de Izquierda se solidariza con la lucha de los pueblos por su libertad y entiende que esa lucha, para ser legítima, debe asumir como objetivo la conquista de la justicia social sin dictaduras, sin totalitarismo, sin un programa político que atente contra la libertad individual del ser humano, sin tiranías y contra todo estado totalitario.
Porque esa lucha legítima, conducida por los pueblos oprimidos, no puede ser defraudada o traicionada con la imposición prepotente de otro yugo opresor. No se combate a la barbarie para entronizar más barbarie. La lucha por la libertad de los pueblos oprimidos es la lucha contra toda opresión política, sea ésta de izquierda o de derecha, se proclame ésta coaligada al pueblo o se alie nuevamente con la oligarquía.
La libertad individual es un derecho inalienable que debe ser respetado universalmente y constituye, además, no solamente el objetivo de cualquier movimiento político libertador sino también un formidable desafio para sus líderes, que no pueden ni deben desmayar en su obligación moral de mantener intangible un derecho intrínseco al género humano porque es condición esencial para la construcción de una sociedad civilizada.
CONCLUSION
El presente Manifiesto por un Nuevo Aprismo Democrático de Izquierda representa la recuperación de nuestra línea política en un espacio y tiempo diferente, sin abdicar de las dos piedras angulares que constituyen la esencia del pensamiento revolucionario y transformador de Haya de la Torre, es decir, la restructuración de la representación política del país (y el continente) y la reorganización de la producción por la civilidad funcionalmente organizada. Se reafirma por ello en la lucha contra el Imperialismo, ubicando ese concepto en la centuria, y contra la aplicación de sus políticas económicas neoliberales administradas por la corrupta dirigencia nacional, que son auxiliadores y cómplices de aquél.
El Nuevo Aprismo Democrático de Izquierda es conciente de los cambios que se han producido en el mundo y quiere organizar el gran frente único contra los falsificadores del Aprismo, hoy en el poder, unido a una nueva generación de políticos e intelectuales, de obreros, campesinos y estudiantes, de profesionales y artesanos, y de militantes del Partido del Pueblo, para defender los principios rectores de un partido que nació con el único objetivo de redimir a las grandes mayorías nacionales dentro de la libertad y no para beneficiar a los enemigos permanentes de la patria, es decir a la izquierda radical y a la oligarquía que históricamente combatieron a Haya de la Torre, unos con la traición y la alianza vitando con la reacción y los otros con la fuerza de las bayonetas, con el ostracismo político o con el atentado criminal contra su vida.
El Nuevo Aprismo Democrático de Izquierda debe ser un movimiento autónomo, sin ninguna intervención o influencia extranjera, como lo quiso Haya de la Torre. Debe ser, además, el producto de un profundo análisis del legado histórico de Haya de la Torre, es decir su pensamiento politico pero a lo largo de toda su fructífera existencia. Solo así, y contrastando como una totalidad el pensamiento de Haya con la nueva realidad que vive el mundo del siglo XXI, el Nuevo Aprismo Democrático de Izquierda será un movimiento político moderno y realista, situado en este siglo y dispuesto a contribuir, con la renovación del pensamiento político del Aprismo, como ya lo viene haciendo, a fin de reinterpretar la globalización de nuestro tiempo, hoy en manos de las corporaciones transnacionales, auspiciando en sus programas una globalización del pueblo, por el pueblo y para el pueblo y respetuosa de nuestro medio ambiente, con la construcción de nuevos estados nacionales cuya institucionalidad política se funde sobre la base de la participación directa y funcional de nuestra clase productora, llamada a reorganizar la economía de nuestros países diversificándola y con políticas públicas que encaminen a nuestros pueblos hacia su desarrollo, empezando por los más pobres.
Por ello la palabra de orden Aprismo Democrático de Izquierda sintetiza sin duda la aspiración de miles de apristas concientes del gran peligro que significaría perder para el Perú y la América Latina, ya sea en manos de la izquierda radical y antidemocrática o bajo el oprobio de la oligarquía, el mejor instrumento de liberación de las grandes mayorías nacionales, es decir el partido de Haya de la Torre.
Es ese sentimiento, esa convicción lo que nos debe unir como un movimiento político redentor y paladino de la defensa social del pueblo sin renunciar a la libertad, lo que representa el verdadero camino para la salvación de un credo libertario que nunca muere y cuya proclama, inscrita en nuestro blasón de lucha, aún se alza invicta y prometedora: “Contra el Imperialismo, por la Unidad Política de América Latina, para la realización de la Justicia”.
En Boston, Estado de Massachusetts, Estados Unidos de América, a los siete días del mes de mayo del 2008.
Marco Antonio Flores Villanueva
Esta dirección de correo electrónico está siendo protegida contra los robots de spam. Necesita tener JavaScript habilitado para poder verlo.
www.marcofloresvillanueva.blogspot.com
www.paginaslibres.blogspot.com
Marco Antonio Flores Villanueva (Lima, 1961)
Estudió Derecho y Ciencias Políticas en la Universidad Nacional Mayor de San Marcos y Política Internacional e Instituciones Internacionales en la Escuela de Extensión de la Universidad de Harvard en Boston, Estados Unidos.
Sus artículos políticos han sido publicados en Lima-Perú, en el diario “La República”, “Correo”, “La Razón”, la Revista Política “Apertura” y “Nueva Generacción”; en publicaciones en Internet como “El Militante”, “Pueblo Continente” (www.pueblocontinente.com), Red Voltaire (www.redvoltaire.net), y en “Digital” y “La Fogata” de Argentina. En la ciudad de Boston, en el periódico de habla hispana “La Semana”, “El Mundo”, “El Planeta” y en el diario en idioma Inglés "Metro". Inscrito en el Partido Aprista Peruano, en el Perú militó en el Comité Distrital de San Borja y posteriormente en el Comité Distrital de Miraflores.
Marco Flores también estudio Piano y Teoría Musical en el Conservatorio Nacional de Música de Lima-Perú y Composición Musical en el mundialmente prestigiado Boston Conservatory of Music de los Estados Unidos, donde se graduó con honores.reside actualmente en Boston, Estados Unidos, donde también se desempeña como Compositor de Música Culta y Música para Cine, Documentales y Cortometrajes, habiendo ofrecido numerosos conciertos en esa ciudad, en importantes salas como el exclusivo Harvard Musical Association y en el Berklee College of Music y en Europa en la República Checa. Marco Flores es artista de Triton Music Services (www.tritonmusicservices.com), que viene publicando sus obras musicales en los Estados Unidos. Es, además, miembro de la Sociedad Americana de Compositores, Autores y Editores y del American College of Musicians. Ha ejercido el cargo de Presidente del Consejo de Consulta del Consulado General del Perú en Boston. y en Julio del 2002 fue distinguido por el Alcalde de la Ciudad de Boston, Mister Thomas Menino, en mérito a su trabajo en beneficio de la comunidad peruana en esa ciudad y por su tarea de difusión cultural.
Entre su obras políticas más importantes se cuentan títulos como ‘Moderniación del Aprismo”, “Inversiones Internacionales en América Latina: Crónica de una descapitalización anunciada”, “Globalización Redefinida: Nuevos desafíos para América Latina” y su “Respuesta al Mensaje a la Nación del Presidente Alan García” que pueden ser visionados en www.marcofloresvillanueva.blogspot.com
Próximante Marco Flores Villanueva publicará, a través de Pueblo Continente, la obra “Espacio-Tiempo Histórico: Ensayo crítico a la filosofía de la historia de Haya de la Torre”.