Presentación del libro "Crisis y perspectivas de la educación en el Perú"
INTRODUCCIÓN
El Imperialismo a través de su modelo económico neoliberal considera que el papel del “Estado” en el desarrollo social es un obstáculo que debe ser eliminado o que debe estar subordinado al servicio de las leyes impersonales del mercado. Von Hayek en su libro “El camino de servidumbre” (1944), defendía que los gobiernos no deben intervenir en el control de la inflación y otras variables económicas. El Estado debe tener las mínimas atribuciones posibles y mantener su carácter subsidiario, subordinado a la libre competencia del mercado. Asimismo, Milton Friedman, decía: “Las fuerzas del libre mercado son más eficientes que la intervención pública”. En otras palabras, el Estado como instrumento de clase es un pésimo administrador y gestor, incapaz de ofrecer, entre otras cosas, una “escuela productiva” y, por ende, es necesario la libre oferta y demanda educativa o lo que se entiende como la acción privada en asuntos que por justicia le corresponde al Estado.
En nuestro país, con la adopción del neoliberalismo el manejo macroeconómico se volvió rígido: el control de la inflación y el déficit fiscal desplazaron al bienestar de las personas. En términos estratégicos, la planificación dejó de ser el eje de articulación de la acción pública con los objetivos nacionales de desarrollo humano. En cambio se limitó a crear condiciones favorables para que la inversión privada se implante y, después, succione el mineral y los hidrocarburos, dejando más miseria y desolación.
En todo caso, desactivado el Instituto Nacional de Planificación (INP) el Perú camina a la deriva de circunstancias y voluntarismos mesiánicos cuyo norte constituyen las ganancias de reducidos grupos económicos. Un hecho reciente, ilustrativo, al respecto de la ausencia de planificación estratégica
y táctica ha ocasionado que el presupuesto de inversión per cápita de Moquegua, departamento pequeño, sea cinco veces mayor al de Apurímac (de mayor población). Así, la distribución presupuestal proyectado no es pertinente, vale decir, no responde a necesidades y demandas de desarrollo humano sino a voluntarismos personalistas o de grupo, reñidas con procedimientos científicos elementales tales como: diagnóstico, identificación de necesidades, priorización, determinación de alternativas y ejecución de planes y programas de desarrollo. En efecto, mirando en retrospectiva, encontramos que los presupuestos de los años 70 y 80, cuando el Perú no había adoptado el modelo económico neoliberal, tenían un sentido «humanizador». Las cifras eran onerosas en función a demandas sociales. En todo caso, la expresión de la fuerte intervención del Estado en el planeamiento del desarrollo humano era evidente. Hoy, desde el punto de vista económico y social el Perú se resume como país del tercer mundo, semicolonial, semifeudal, primario, exportador, extractivista, devorador de productos importados que van desde teorías, tecnologías, estilos, formas de vida y hasta de desechos de pruebas pilotos en distintos campos de producción: biológica, (transgénicos), tecnológica y científica. Es penoso aceptarlo, pero eso es la realidad, por ahora somos un pueblo explotado, consumista y devastado, un país que ha extraviado su identidad. Un país disminuido, fragmentado y disperso con dificultades de encontrar un punto en común capaz de vertebrar la línea de desarrollo que al tiempo de fortalecer nuestra identidad nos abra al mundo.
La acción educativa bajo la sombra arrolladora del neoliberalismo concentró su atención en términos de rentabilidad y productividad. Henry Ford delineó el horizonte de la educación neoliberal al decir: «Necesito hombres para trabajar que para pensar estoy yo». Con ello no sólo se corrobora el viejo mito metafísico de que unos nacen para trabajar y otros para gobernar, sino también se evidencia que para el neoliberalismo los fines pueden ser trocados, es decir, la educación siendo el valor universal de humanización y de desarrollo total, puede, también, funcionar como simple medio de instrucción, entrenamiento y/o adiestramiento unilateral dirigida a dotar mano de obra barata. Siendo así, la educación se asume como «servicio» o «producto». En ambos casos, el acceso es imposible para las grandes mayorías. Así, quienes llegan a la universidad y, eventualmente, a las escuelas de postgrado no son los talentosos, sino aquellos que reúnen condiciones de tiempo y dinero. Con descaro alardean los paneles: «sin tiempo y sin dinero no eres elegible para estudiar aquí». En fin, ese es el espíritu del Neoliberalismo: deshumanización y culto al costo beneficio. De ahí yace la explicación del por qué la educación estatal está intencionalmente descuidada. No hay mejor ilustración de ese desamparo: el índice presupuestal dista de los objetivos fijados en el Acuerdo nacional y, por ende, de las necesidades sociales. Muy lejos de alcanzar la meta de 6% del PBI entre el 2002 y el 2008 apenas se ha logrado el 3% cifra insuficiente para tan grande rubro pero que demuestra una vez más, el desinterés de las clases dominantes por otorgarle al pueblo una educación científica. En efecto, cerca de cumplir 200 años de «vida republicana» estamos, aún, lejos de alcanzar el desarrollo nacional como resultado de una educación científica de integración y de transformación de los pueblos. En ese sentido el documento del «Proyecto Educativo Nacional» describe sin «mea culpa» que «El Estado peruano es todavía centralista, patrimonial y excluyente». Centralista porque en pleno siglo XXI persiste la creencia de que Lima es el Perú y el Perú es Lima. Lo más grave del centralismo es el desconocimiento de culturas distintas que no hablan el español ni se alimentan de tallarines, hamburguesas y salchipollos. El documento señala, también, que el Perú es un estado patrimonial. Es decir, la historia republicana está repleta de aprovechamiento de lo público para fines privados: desde el nepotismo hasta la simple y desnuda sustracción de los dineros estatales. ¿Por qué sería distinto?, la historia del Perú está signada de personajes angurrientos: Pizarro estranguló a Atahualpa sin importar que había cumplido con el acuerdo; Simón Bolívar en nombre de la libertad cobró al estado exorbitantes sumas que a la postre nos dejó sumido en la miseria; Mariano Ignacio Prado, presidente, en plena guerra con Chille se fue a París con el pretexto de comprar armas y jamás regresó; Alberto Fujimori que despilfarró los fondos públicos dejando al país en miseria junto a otros gobiernos entreguistas que en casi 200 años de «vida republicana» han gobernado para la clase dominante.
Otro mal que indica el Proyecto Educativo nacional es la exclusión. Aunque en teoría todos somos iguales, producto de la luchas de clases, en la práctica existe exclusión de todo tipo. Te excluyen por el color, por tu procedencia, por tus costumbres, por tus ideas. Un ejemplo solapado de exclusión constituye la creación del «Colegio Mayor Señor Presidente» destinado a estudiantes «cerebros», ¿Pero qué hay de los millones restantes, y, de entre ellos, grandes sectores que estudian en condiciones infrahumanas? Pero, la exclusión más peligrosa es la ideológica y de expresión. Así, paradójicamente, en nombre de la «democracia» y la «libertad de conciencia» se expulsa o se condena a personas que protestan contra el gobierno. Entonces, la lista de perseguidos por sus ideas, entre aquellos, que defienden al pueblo y el medio ambiente es interminable. Sin embargo, la actitud de intolerancia desaparece frente a las transnacionales que contaminan ríos, lagos, valles y seres humanos. A los poderosos les bajan los aranceles o les exoneran. Es un caso patético la eliminación de impuestos a la importación de bienes de lujo que favorecen a unos cuantos privilegiados (vehículos 4x4, yates, piedras finas, whisky, vodka, perfumes, teléfonos móviles de tipo Iphone G3, Blackberry y Smart Phone, televisores orgánicos), mientras el aumento de los aranceles de productos de primera necesidad asciende continuamente. En esa misma perspectiva, persisten los sueldos de hambre, junto al despojo de derechos laborales y represión contra quienes se oponen.
En fin, el panorama de la «vida republicana» se resume como el gobierno de los ricos para los ricos. Saqueos, latrocinios, promesas incumplidas, corrupción y prepotencia, oscurecen a la historia peruana. En ese universo, las «aceitadas», los «faenones», los «vladivideos», las agresiones presidenciales, los sobornos, la compra de conciencias y de opinión, son algunos indicadores de la «falsa República»en decadencia. Son ejemplos de ese colapso: «La Roba Pulmón», «Ariza Avisa», «Lizo Robiano», «Changfaina», Climaco Martillo », «Rómulo Ratón», Raffo Fujimori Montesinos» e infinidad de «parricidas», «pedófilos» y drogadictos. La lista es infinita. Pero si ellos que proceden de centros educativos exclusivos están así, ¿qué podríamos esperar de aquellos que egresan de los colegios nacionales? En hora buena, el Capitalismo, sistema explotador y personalista y del bien privado, sus enfoques, su ideología, sus políticas, sus cimientos están en descomposición. Siguiendo esa línea, también, la educación peruana está en crisis y al decir de Mariátegui (2003:38): «Coincide universalmente con una crisis política». Pero lejos de reconocer la causa del fracaso en el sistema económico y su política educativa la crítica oficialista ha concentrado su atención en el factor docente. Según nuestro punto de vista, participan con mayor responsabilidad múltiples factores y son cuestionables el rol del estado y la sociedad burguesa. Los Maestros, siendo parte importante, no representan la totalidad del problema. Es decir, aunque eventualmente contáramos con contingentes selectos de Maestros esmerados del más alto nivel, los índices deficitarios en las capacidades escolares continuarían, porque éstas no sólo dependen de la pertinencia pedagógica, sino también de las premisas biológicas y sociales con que el estudiante llega y discurre en la escuela. El Maestro podría ser brillante, pero para el cumplimiento satisfactorio de su misión formativa requiere contar con condiciones materiales, estado nutricional, salud, motivaciones sociales, medios, instrumentos, hábitos y predisposiciones orgánicas-psíquicas favorables al proceso de enseñanza-aprendizaje. Por eso, la situación disfuncional del sistema educativo peruano no es sólo cuestión pedagógica sino política y social. Así, la superación de los niveles ínfimos del rendimiento escolar y el estado catastrófico de la educación son tareas integrales que deben ser encaradas desde la transformación educativa que no se limite a las escuelas o como en el caso del pueblo peruano centrada sólo en la tarea docente. En todo caso, para que no ocurra reduccionismo y desinformación hace falta formar en el pueblo la conciencia crítica, diferente al sistema actual. En esa perspectiva, la educación debe asumir su rol desarrollador material, social y espiritual de una nueva sociedad. Eso condujo a Mariátegui (2003:10) postular la tesis: «No es posible democratizar la enseñanza de un país sin democratizar su economía y sin democratizar, por ende, su superestructura política» y concordando con ello, si no se asume la transformación estructural y superestructural y al no descartar el continuismo, entonces las eventuales «reformas» e «innovaciones», solo serán utopías, intentos de poner al día las viejas prácticas con nuevos rostros, así estamos condenados al fracaso. Sin embargo, el fracaso no es la hecatombe, el fracaso y la crisis conforman el punto de quiebre y de despegue hacia el infinito. Es decir, los problemas detrás conllevan perspectivas amplias de desarrollo y el Estado y la sociedad pueden ser transformados y para ello es de vital importancia que el Maestro asuma con optimismo de clase y vocación de científico social su labor de transformación de conciencias y pensamientos. Decía Mariátegui (2003:62): «De todas las victorias humanas, corresponde a los maestros el gran mérito; de todas las derrotas humanas, les corresponde también la gran responsabilidad». En ese mismo sentido, le corresponde también aquello que decía José Martí: «Hacer lo que conviene a nuestro pueblo, con sacrificio de nuestras personas; y no lo que conviene a nuestras personas con sacrificio de nuestro pueblo». Claro está, lo que le conviene a nuestro pueblo es el desarrollo social equitativo y no la exclusión, la desigualdad y la pobreza. Así, la situación de país extraccionista y consumista han de ser trocados por el de país con desarrollo científico y tecnológico.
Por largos periodos históricos hemos incorporado acríticamente pensamientos y creaciones foráneos, sin desterrar tales influencias, corresponde al Maestro de hoy construir teorías genuinas inspiradas en la historia y la cultura peruana y Latinoamericana. Gran reto, pero indispensable donde el Maestro consciente y honesto no puede permanecer indiferente. El pueblo espera de él, planteamientos claros y alternativas viables, así como el señalamiento de nuevos cursos en la historia, para afrontar la crisis. En todo caso, existen, sólo, dos alternativas: O el camino de la resignación y el conformismo, «mirando hacia otro lado para no ver / el paso de la verdad» (Quevedo) con la mayor ruina y destrucción humana y social correspondiente. O el camino de la lucha consciente, racional y decidida por la emancipación social y nacional y por la construcción de un Estado de nuevo tipo (que, como apuntaba Mariátegui: «No será calco ni copia, sino creación heroica») a través de un proceso sostenido que vaya encarando y solventando realmente el problema democrático, incorporando a cada vez mayores contingentes populares al torrente transformador del mundo, levantando en el curso de la práctica concreta la moral y los valores que nacen de las entrañas y el intelecto del pueblo trabajador, dándole a la educación un nuevo carácter y un nuevo contenido ideológico concordantes con el desarrollo de la ciencia y el conocimiento para beneficio de las más vastas mayorías poblacionales y construyendo una nueva cultura nacional, democrática y popular íntimamente enlazada con la cultura universal auténtica.
Es únicamente transitando este segundo camino que resulta factible dar vía libre al proceso de configuración de una educación de nuevo tipo, con genuina identidad nacional, con valores compartidos capaces de establecer como realidad concreta la comunidad peruana con la fisonomía espiritual de una auténtica nación por la que tanto se han desvelado nuestros insignes Maestros: Manuel Gonzáles Prada, José Carlos Mariátegui, César Vallejo, Ciro Alegría, José María Arguedas, Manuel Scorza, José Antonio Encinas, Germán Caro Ríos, Augusto Salazar Bondy, César A. Guardia Mayorga, Walter Peñaloza Ramella, Álvaro Villavicencio Whittembury,entre otros.
Fecha : Viernes 30 de septiembre de 2011´
Hora : 7:00 pm
Lugar : Auditorio Principal de la Escuela de Posgrado de la UNE "Enrique Guzmán y Valle" La Cantuta
Direccíon : Los Agricolas Nº 280 Urb. Las Acasias - La Molina
Ingreso Libre