Novela Tudela: el despilfarro
En una nueva etapa del proceso en torno a Felipe Tudela y Barreda, su hijo Francisco ha puesto al descubierto un sistemático despilfarro de los ingresos de su anciano padre por parte de Graciela de Losada.
Graciela de Losada y sus abogados sostienen que don Felipe está completamente lúcido, inclusive se ha mostrado entrevistas en las que éste se desenvuelve bien, pese a que por la parte de sus hijos aseguran que sufre de cierto menoscabo en sus facultades. Aunque su padre goce de todas sus capacidades intelectuales, lo innegable es su ceguera completa, condición que lo sitúa en una vulnerabilidad real en caso de que quienes lo acompañan se hayan propuesto abusar de su patrimonio, lo que parece estar sucediendo.
Según Francisco Tudela —ahora curador provisional—, se ha producido un sistemático movimiento de fondos en perjuicio de su padre, lo que ha podido constatar al revisar los estados bancarios y la documentación financiera.
Los movimientos adquieren un color muy oscuro, donde la protagonista es Graciela de Losada, quien abrió una cuenta individual para que se le transfieran los fondos. Uno de los mayores beneficiados con estos movimientos es el estudio Rodrigo, Elías & Medrano, que recibió inclusive un pago de casi 850 mil dólares sin que haya sustentado con las facturas correspondientes.
Lo más sórdido es la coincidencia de los pagos al referido estudio con las fechas próximas a las sentencias, lo que a Francisco Tudela le hace presumir que esos fondos hayan sido destinados a comprar la voluntad de los jueces.
Esta sistemática danza de movimientos había dejado en la práctica exhausta a la cuenta de Felipe Tudela, en la que se depositaban sus ingresos provenientes de sus minas, la cual en mayo presenta un saldo de 314 soles.
Otro hecho grave es la desaparición de las oficinas de los libros de acciones y actas, lo que parece indicar que se estarían justificando gastos a como dé lugar, ya en forma posterior. Como prueba de ello Francisco Tudela señaló que habían presentado una factura por los aros matrimoniales con fecha posterior a la ceremonia.
Entre otras irregularidades, se advierte la transferencia por parte de Graciela de Losada a su chofer de confianza (al que conoció en su soltería), Juan Carlos Gutiérrez Encalada, por un monto de 103 mil dólares y otro movimiento correspondiente a Elina Sayanca de Whtrow, de 71 mil dólares por devolución de un préstamo.
Además, Francisco Tudela indicó que el hijo de Graciela de Losada está casado con un socio del estudio Rodrigo, Elías & Medrano, lo que constituye un claro conflicto de intereses, y solicitó el levantamiento del secreto bancario de todos los involucrados.
Por su parte, el estudio aludido ha publicado hoy un aviso contratado asegurando que respetan principios éticos y rechazando lo que llaman agravios. Pero no aclaran ninguno de los puntos expuestos por Francisco Tudela.
Estas revelaciones de Francisco Tudela se suman a los preocupantes indicios advertidos: en su visita a Bolivia, Graciela de Losada y sus abogados le impidieron a Francisco Tudela y a su hijo hablar en privado con su padre, no quisieron retirarse, sino que cuando conversaban lanzaban gritos pidiendo al padre de los Tudela que no responda e interrumpiendo en todo momento.
También se había quejado por el hecho de que su padre ignoraba que había sido exhibido en paños menores en televisión, por lo cual se sintió muy mal, pues el anciano toda su vida hasta en casa siempre se había aferrado a su seria vestimenta.
Según Francisco Tudela —ahora curador provisional—, se ha producido un sistemático movimiento de fondos en perjuicio de su padre, lo que ha podido constatar al revisar los estados bancarios y la documentación financiera.
Los movimientos adquieren un color muy oscuro, donde la protagonista es Graciela de Losada, quien abrió una cuenta individual para que se le transfieran los fondos. Uno de los mayores beneficiados con estos movimientos es el estudio Rodrigo, Elías & Medrano, que recibió inclusive un pago de casi 850 mil dólares sin que haya sustentado con las facturas correspondientes.
Lo más sórdido es la coincidencia de los pagos al referido estudio con las fechas próximas a las sentencias, lo que a Francisco Tudela le hace presumir que esos fondos hayan sido destinados a comprar la voluntad de los jueces.
Esta sistemática danza de movimientos había dejado en la práctica exhausta a la cuenta de Felipe Tudela, en la que se depositaban sus ingresos provenientes de sus minas, la cual en mayo presenta un saldo de 314 soles.
Otro hecho grave es la desaparición de las oficinas de los libros de acciones y actas, lo que parece indicar que se estarían justificando gastos a como dé lugar, ya en forma posterior. Como prueba de ello Francisco Tudela señaló que habían presentado una factura por los aros matrimoniales con fecha posterior a la ceremonia.
Entre otras irregularidades, se advierte la transferencia por parte de Graciela de Losada a su chofer de confianza (al que conoció en su soltería), Juan Carlos Gutiérrez Encalada, por un monto de 103 mil dólares y otro movimiento correspondiente a Elina Sayanca de Whtrow, de 71 mil dólares por devolución de un préstamo.
Además, Francisco Tudela indicó que el hijo de Graciela de Losada está casado con un socio del estudio Rodrigo, Elías & Medrano, lo que constituye un claro conflicto de intereses, y solicitó el levantamiento del secreto bancario de todos los involucrados.
Por su parte, el estudio aludido ha publicado hoy un aviso contratado asegurando que respetan principios éticos y rechazando lo que llaman agravios. Pero no aclaran ninguno de los puntos expuestos por Francisco Tudela.
Estas revelaciones de Francisco Tudela se suman a los preocupantes indicios advertidos: en su visita a Bolivia, Graciela de Losada y sus abogados le impidieron a Francisco Tudela y a su hijo hablar en privado con su padre, no quisieron retirarse, sino que cuando conversaban lanzaban gritos pidiendo al padre de los Tudela que no responda e interrumpiendo en todo momento.
También se había quejado por el hecho de que su padre ignoraba que había sido exhibido en paños menores en televisión, por lo cual se sintió muy mal, pues el anciano toda su vida hasta en casa siempre se había aferrado a su seria vestimenta.