por Marco Antonio Flores Villanueva
El día de ayer un grupo de esbirros de la oficialidad del partido, criminales a sueldo, agredieron físicamente a los compañeros Hugo Sanchez y Celso Palacios, luego de forzarlos a abandonar la casa donde Haya de la Torre acogió generosamente al pueblo del Perú.
Como es de conocimiento de la militancia, los compañeros Hugo Sanchez y Celso Palacios han venido denunciando la inmoralidad en la oficialidad del partido, demandando la suspensión de la militancia de los señores Jorge del Castillo, Mauricio Mulder y de todos los involucrados en los petroaudios, y la convocatoria a un congreso nacional.
La respuesta a ese reclamo del pueblo aprista a la oficialidad del PAP, reclamo que sintoniza con el sentimiento de la gran mayoría de peruanos agraviados por el accionar vitando de la corrupción, ha sido la violencia. Es decir, que el crimen organizado en el interior del partido ha respondido con el crimen, porque esa es la única manera en que puede expresarse, odiosa, abominable, detestable y culpable.
Enseñoreada como está en el local de Alfonso Ugarte que un día fue escuela de moralidad y debate político, la mafia se muestra desafiante y atrevida, conciente que es dueña del poder absoluto de un partido político secuestrado, no solamente por el lumpen sino también por los explotadores de la patria contra los que Haya de la Torre luchó toda su vida, limpia y sin mancha.
Hoy, esa casa que ayer fue del pueblo pertenece a una banda avilantada, a una cuadrilla rea, a una gavilla responsable de la verguenza que enloda a la patria y al pueblo aprista, que quiso en las bizarras voces de dos compañeros esforzados repudiar, desde el fondo donde han colocado la dignidad nacional con su afrenta, a una oscura clase política el baldón proferido al sacrificado pueblo del Perú y a la militancia del APRA.
Hugo Sanchez y Celso Palacios no fueron los únicos agredidos el día de ayer por el crimen organizado en el interior del partido. Todo militante del APRA que con justicia y honor ha levantado su dedo acusador contra la mafia y la corrupción, ha recibido con igual fuerza la violencia brutal de los culpables y, con igual indignación, el ultraje de que fue objeto la afirmación de la verdad opositora a los líderes de la mendacidad y la verguenza.
¿Quién responderá por estos actos birladores de la justicia? ¿A quién recurrirán Hugo Sanchez y Celso Palacios para reclamar rectitud, no solamente por la violencia de que han sido objeto sino por la graves denuncias que han hecho públicas?
Esas interrogantes nos llevan a otra comedia, a otra falsificación bien montada por los denunciados, parapetados en Alfonso Ugarte por la conciencia inquisidora de la opinión pública.
Porque el Tribunal de Etica y Moral del PAP, que lo sepa la opinión pública del país, está convenientemente controlado por la mafia oficialista del partido bajo la presidencia del señor Genaro Vélez Castro, hombre de negocios e incondicional de la corrupción, asociado al estudio jurídico de Alberto Quimper (Quimper, Vélez y Asociados), abogado de García en el caso de las masacres de El Frontón, Accomarca y Cayara y —cómo no, porque la “lealtad” a la mafia paga— presidente del directorio de Electrocentro, Enosa-Electronoroeste, Ensa-Electronorte, Hidrandina, Electroperú y Grupo Distriluz, que combina las cuatro primeras empresa.
Por todo ello, como el viejo Nicolás de Piérola y del brazo de los Sanchez y los Palacios, podemos afirmar sin ambages y posados en el frío suelo mármol del local de Alfonso Ugarte, secuestrado por la corrupción, la violencia y la injusticia, que “Aquí nada es verdad; hombres, instituciones y cosas han sido falsificados”.
Boston, 28 de Octubre del 2008
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www.marcofloresvillanueva.blogspot.com
La respuesta a ese reclamo del pueblo aprista a la oficialidad del PAP, reclamo que sintoniza con el sentimiento de la gran mayoría de peruanos agraviados por el accionar vitando de la corrupción, ha sido la violencia. Es decir, que el crimen organizado en el interior del partido ha respondido con el crimen, porque esa es la única manera en que puede expresarse, odiosa, abominable, detestable y culpable.
Enseñoreada como está en el local de Alfonso Ugarte que un día fue escuela de moralidad y debate político, la mafia se muestra desafiante y atrevida, conciente que es dueña del poder absoluto de un partido político secuestrado, no solamente por el lumpen sino también por los explotadores de la patria contra los que Haya de la Torre luchó toda su vida, limpia y sin mancha.
Hoy, esa casa que ayer fue del pueblo pertenece a una banda avilantada, a una cuadrilla rea, a una gavilla responsable de la verguenza que enloda a la patria y al pueblo aprista, que quiso en las bizarras voces de dos compañeros esforzados repudiar, desde el fondo donde han colocado la dignidad nacional con su afrenta, a una oscura clase política el baldón proferido al sacrificado pueblo del Perú y a la militancia del APRA.
Hugo Sanchez y Celso Palacios no fueron los únicos agredidos el día de ayer por el crimen organizado en el interior del partido. Todo militante del APRA que con justicia y honor ha levantado su dedo acusador contra la mafia y la corrupción, ha recibido con igual fuerza la violencia brutal de los culpables y, con igual indignación, el ultraje de que fue objeto la afirmación de la verdad opositora a los líderes de la mendacidad y la verguenza.
¿Quién responderá por estos actos birladores de la justicia? ¿A quién recurrirán Hugo Sanchez y Celso Palacios para reclamar rectitud, no solamente por la violencia de que han sido objeto sino por la graves denuncias que han hecho públicas?
Esas interrogantes nos llevan a otra comedia, a otra falsificación bien montada por los denunciados, parapetados en Alfonso Ugarte por la conciencia inquisidora de la opinión pública.
Porque el Tribunal de Etica y Moral del PAP, que lo sepa la opinión pública del país, está convenientemente controlado por la mafia oficialista del partido bajo la presidencia del señor Genaro Vélez Castro, hombre de negocios e incondicional de la corrupción, asociado al estudio jurídico de Alberto Quimper (Quimper, Vélez y Asociados), abogado de García en el caso de las masacres de El Frontón, Accomarca y Cayara y —cómo no, porque la “lealtad” a la mafia paga— presidente del directorio de Electrocentro, Enosa-Electronoroeste, Ensa-Electronorte, Hidrandina, Electroperú y Grupo Distriluz, que combina las cuatro primeras empresa.
Por todo ello, como el viejo Nicolás de Piérola y del brazo de los Sanchez y los Palacios, podemos afirmar sin ambages y posados en el frío suelo mármol del local de Alfonso Ugarte, secuestrado por la corrupción, la violencia y la injusticia, que “Aquí nada es verdad; hombres, instituciones y cosas han sido falsificados”.
Boston, 28 de Octubre del 2008
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