La historia los juzgará
Presidencia del Congreso
En circunstancias en que este segundo gobierno de Alan García comienza a mostrar sus verdaderas garras autoritarias y su poco afán por erradicar la corrupción, la democracia exige con urgencia el necesario equilibrio de poderes que enfrente la amenaza irracional del APRA.
Unidad Nacional, el Partido Nacionalista y Alianza Parlamentaria están cumpliendo con la loable labor de encontrar puntos de coincidencia en medio de sus discrepancias, en aras de de dar al país el rumbo democrático que la ciudadanía demanda.
Mientras tanto, y en medio de especulaciones razonables de ofrecimientos de prebendas (por ejemplo, la retribución a Aldo Estrada por la creación de la Universidad de Juliaca) de parte del ejecutivo, un grupo de UPP, junto con Carlos Torres Caro, inclina la balanza a favor del aprista Luis Gonzales Posada.
Al menos la mayoría de UPP expulsó a Estrada, quien abiertamente se plegó sin asco a la opción aprista, olvidando ―en actitud de traición― a sus electores, que le dieron sus votos para ser contrapeso al gobierno de turno y no para servir de furgón de cola. Este congresista, no obstante la tacha presentada por UPP, por no contar con la autorización de su bancada, integró la mesa aprista que postula para presidir el Congreso.
Los evangélicos de Renovación Nacional, en poco evangélica actitud, demostraron que son más afines al APRA, al fujimorismo y al autoritarismo que a la democracia y la gobernabilidad.
Esperemos que algo ocurra a última hora que haga cambiar este sombrío panorama, el Perú ya está cansado de corrupción, de derramamiento de sangre y deshonestidad, que sólo favorecen a los enemigos del Perú.
La historia, los excluidos traicionados y el espectro de los potenciales masacrados (en virtud de los recientes decretos represivos del APRA) que asoman en la escena del futuro del país, pedirán cuentas a estos señores que no supieron cumplir con su función de oposición cuando se les necesitó en estas graves circunstancias y prefirieron el camino del acomodo personal y partidario en lugar de la democracia.