La crisis sanitaria ha hecho evidentes las desigualdades digitales en muchos hogares.
La necesidad de ser competentes digitales, de saber utilizar y gestionar la tecnología, es «imperiosa». Así lo afirman expertas en este ámbito, que recalcan que, aunque antes de la pandemia ya existía una desigualdad digital, la crisis sanitaria ha hecho evidentes las «grietas» en muchos hogares, y estudios lo demuestran, de acuerdo al último estudio de We Are Social 2020 alrededor de 3.200 millones de personas no tienen acceso a Internet en el mundo, lo que equivale a alrededor del 41% de la población. «Se están haciendo esfuerzos por minimizar la brecha, pero se ha puesto de manifiesto la necesidad imperiosa de digitalizarnos», afirma Teresa Romeu, profesora de los Estudios de Psicología y Ciencias de la Educación de la Universitat Oberta de Catalunya (UOC).
Sin embargo, la competencia digital no supone sólo «conocer las herramientas», sino también «saber usar la tecnología adecuada en cada situación», afirma Montse Guitert, también docente de estos estudios. La administración debe «crear escenarios favorables» para que la ciudadanía se vea capaz de adquirir y gestionar estos conocimientos, sugiere la docente.
«La manera de relacionarnos, de acceder a la información y de comunicarnos es una realidad que va más allá del simple uso de la tecnología y que se convierte en un sistema de relación social, profesional, académica», insisten las expertas, que consideran que es fundamental, además de la formación, tener una «visión crítica». Cualquiera de nosotros puede disponer de un teléfono móvil, un ordenador o una tableta e incluso saber manejarlos, pero ser competente digital es mucho más. Para adquirir los conocimientos necesarios, apuestan por incorporar las vertientes metodológica y tecnológica. «Solo abordando las dos caras de la misma moneda garantizamos su plena adquisición y empoderamos a la persona sobre el porqué de usar una determinada herramienta», afirma Teresa Romeu.
¿Cómo nos debemos convertir en competentes digitales? Existen cinco puntos clave, según las expertas:
1- Ser flexibles y curiosos. «Dado que las tecnologías evolucionan constantemente, nos situamos en un escenario de constante cambio», explica Guitert, quien descarta la adquisición de un conocimiento inamovible y permanente. «Necesitamos personas que se adapten al cambio continuamente, con capacidad y actitud para innovar de manera constante, que se cuestionen las cosas y reflexionen sobre ellas», añade Romeu, que señala que las personas con estas competencias son curiosas y «exploran» las nuevas tecnologías y las integran en su día a día.
2- Superar las tres brechas digitales: acceso, uso y calidad de uso. Las docentes reclaman que la administración ayude a superar las brechas de acceso a la tecnología, pero también las de uso y calidad de uso. Opinan que es en el ámbito laboral donde más se detectan estas dos últimas. La persona trabajadora cuenta con los medios necesarios para su labor, pero no tiene los conocimientos adecuados. «Es fundamental abordar la formación y la actualización», explica Guitert.
3- Aplicar y compartir. La persona competente digitalmente utiliza las TIC para «expresar su creatividad y mejorar su actuación profesional». Y no solo lo hace de manera individual, sino que también es capaz de «conectar, comunicar y colaborar» con otras personas en entornos digitales. En estos escenarios virtuales, apuntan las profesoras, tiene una «actitud digital cívica» y, conociendo los riesgos de la tecnología, puede «proteger sus datos personales y tomar medidas de seguridad apropiadas».
4- Actualizarse en colaboración y usando canales diversos. No hace falta adquirir las competencias digitales en un escenario digital, aunque podría ser lo óptimo, apuntan las expertas. «El compartir nuestras dudas con colegas, por ejemplo, nos permite aprender entre iguales a partir del contexto en donde tienen su aplicación estas competencias digitales», ponen como ejemplo. «Podría parecer obvio que la actualización de las competencias digitales debería ser vehiculada a través de una formación en línea, pero consideramos que los canales deben ser cuanto más diversos mejor», explica Romeu. Así, enumera que las competencias digitales se adquieren por cursos en línea, en una jornada presencial, en un congreso, en una tertulia con amigos, utilizando recursos abiertos en internet, etcétera: un sinfín de oportunidades de aprender y poner en común en cualquier entorno «familiar, social y laboral». «El aprendizaje no es individual, sino que se aprende entre iguales de forma colaborativa y en distintos contextos», concluye Guitert.
5- Personalización. Las profesoras advierten de que no todas las personas requieren las mismas competencias digitales. Lo que es «obvio», dice Guitert, es que actualmente «todos necesitamos un nivel». A partir de ese mínimo, «global», cada uno puede avanzar hacia la «especialización» en una competencia u otra. Una de las razones es la laboral, dependiendo de los ámbitos profesionales. «La actualización debe dar respuesta a las necesidades reales de cada uno», argumenta Romeu.
La pandemia también ha servido de revulsivo para muchas personas en la digitalización, colocando la crisis sanitaria un «punto de inflexión» en estos conocimientos. Así pues, se cumple la máxima que tienen las expertas: «formarse y actualizarse constantemente».