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Mantilla y Montesinos

Por Herbert Mujica Rojas

¿No purgó 5 ó 6 años de prisión efectiva, yugulado de libertades y en la sombra, el señor Agustín Mantilla Campos, por la comisión del delito de recepcionar US$ 30 mil de la corrupción montesinista? Eso es lo objetivo. Entonces, de algún modo, ya pagó su deuda con la sociedad. ¿Qué es eso de constituir un pretexto institucional, majadero, recurrente, anémico, cada vez que a alguna pandilla se le ocurre confrontar al gobierno de Alan García Pérez? Hay muchos temas ocultos y demasiado mar de fondo en que nadan tiburones, mermeleros, sectarios dolarizados y no pocos bobos.

Por una especie de silencio fraterno que yo no digiero y menos entiendo, la neumática misteriosa persiste, porque sabido es que el pararrayos de culpas ajenas y propias fue ¡precisamente! Agustín Mantilla. Fue apresado, juzgado y vivió como inquilino en la cárcel. ¿Qué ocurrió con todos los recipendiarios de esos dineros raros? ¿qué pueden decir los delincuentes que desde puestos políticos, parlamentarios, burocráticos y de todo jaez, se paseaban felices en el consuelo precario que la mudez de Mantilla no les iba a ocasionar malestares o ruinas totales a sus vidas oportunistas de logreros y monreros de la fe pública? 

Versiones múltiples hay que dan cuenta de cómo cierto ministrejo neoaprista que jamás leyó a Haya de la Torre porque no lo entiende, su intelecto es el de un perezoso con marcapasos, inquiría a los que visitaban en prisión a Mantilla de ¿qué decía, qué pensaba, si había revelado nombres? Tales eran los nerviosismos que hasta hoy no culminan porque aún no tienen la garantía del silencio. Entonces, en sentido contrario, sí alimentan el fuego del brulote que anatematiza embruteciendo a la opinión pública con el pretexto Mantilla. 

El señor de marras tendrá que evaluar, él mismo, si persiste en esa tranquilidad anunciadora de tormentas o rompe los diques que ahogarán a no pocos demasiado visibles hoy y portadores falsos de diademas de “honestidad” y “transparencia”, huachafismos ambos envilecidos hasta el tuétano por los miedos de comunicación. Es su problema y él verá cómo solucionar el intríngulis.

El país contempla azorado, como siempre, porque sus confundidas gentes viven el soplo eterno de la eterna ilusión caótica consuetudinaria, cómo dos bufones se amenazan en el Establo; cómo una revista mermelera lanza psico-sociales fotográficos para disimular los temas esenciales del drama, algunos de cuyos componentes, por ejemplo la robo-concesión del Aeropuerto Jorge Chávez, revelaremos en poco tiempo; u otras engañifas de las cuales no se da cuenta o no se lo hace totalmente, verbi gracia la pusilánime actitud del gobierno con Chile y el irresuelto tema de la delimitación marítima. ¿Ha informado a la ciudadanía la administración actual del porqué el embajador Otero Lanzarotti presionó porque la serie “Epopeya” no fuera propalada en el país del sur? ¿Qué misterios hay de toda clase y montos en este affaire y desmán tan raro? ¡Cosas veredes Sancho! En noviembre del 2005, el entonces candidato a la presidencia Alan García acusó públicamente a Javier Pérez de Cuéllar de haber firmado documentos claudicantes ante Chile por el tema de la soberanía marítima y éste no contestó de manera fehaciente ¡jamás! Y la semana pasada, el gobierno del señor García Pérez nombró como “embajador extraordinario” al susodicho, autor de un manual de buenas costumbres, producción literaria sublime de intelectual de juguete. ¡Y nada de esto se destaca! Pero sí se pone de relieve un asunto penal que ya tuvo su protagonista juzgado y penado y quien estuvo tras las rejas. 

¿Cuántos de esos miserables que hoy hablan con suficiencia impostada y dedo acusador de fragilidad anémica, no merecen estar en la cárcel por haber recibido coimas perfectas, sin recibos contables, facturas, ni rastros, de muy alto vuelo, para enmudecer o fomentar líos distraccionistas? En Perú hacer mutis es un deporte que se aprende casi desde el nacimiento. Se mira a la derecha e izquierda para ver rostros de asentimiento, si no los hay, entonces se discurre por el vergonzoso deporte de callar en todos los idiomas. Entonces aparecen los catones de papel crepé enquistados en los miedos atemorizando a quienes tienen rabos de dinosaurio y cohechos de consuno con grupos cuyos integrantes, de ser desenmascarados públicamente, derrumbarían figuras y figurones de todos los partidos, de los miedos, de la “sociedad democrática”, arriba y abajo. Claro, todo el mundo sabe, pero el universo sucio no dice nada. Ayer fue el pretexto del delincuente nipón Kenya Fujimori, hecho que ha convertido en millonarios a no pocos. Ahora es el tema Mantilla. ¿Hasta cuándo esta demostración pobrísima de falta de imaginación creativa y genuinamente inquisidora por honesta?

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