Cronicante Schweitzer*
—Hoy culpan y sindican a Germán Doig como el único abusador
—¿Pretenden cubrir al oscuro Luis Fernando Figari?
—Afirma Eduardo Alt: "Sólo buscan personas blancas, de ojos claros, de familias con poder adquisitivo, social, todos siguen un patrón rígido: se aprenden respuestas de manual, hasta se visten igualitos, todos con camisas a cuadros, nunca jean".
—Leamos la siguiente historia, real y dramática.
Axel Alt, el Edgardo Mortara del siglo XXI
La historia del secuestro del niño judío Edgardo Mortara por parte de la iglesia católica en Bologna, Italia, el año 1858, se repite dramáticamente 143 años después en Lima, Perú el año 2001. El protagonista de esta historia en el siglo XXI es el joven judío Axel Alt.
"Si he perdido un hijo, al menos puedo salvar a otros con mi testimonio". Dueño de una empresa de turismo, agnóstico, de repente el judío argentino Eduardo Alt le escuchó decir a Axel, su hijo de 18 años, que se uniría al Sodalitium Christianae Vitae, SCV, abandonando sus estudios de ingeniería de sistemas en la Universidad de Lima.
El secuestro de Edgardo Mortara
Bologna, Italia, 1858. Un escuadrón de la policía actuando bajo las órdenes del inquisidor, invade el hogar de un comerciante judío, Momolo Mortara, arranca a su sollozante hijo de 6 años de sus brazos y apresuradamente lo introduce en un carruaje rumbo a Roma. Su madre colapsa y es llevada a casa de un vecino pero su llanto puede ser oído en toda la ciudad. Con esta escena terrorífica, escena que perseguiría a esta familia por siempre, se inicia una lucha dramática que eventualmente terminaría en el colapso del poder de la iglesia católica en Italia.
Al buscar los padres de Edgardo desesperadamente la forma de recuperar a su hijo se enteraron de por qué él y no el resto de sus 8 hijos fue secuestrado. Años antes una sirvienta católica, temiendo que el niño fuese a morir al encontrarse muy enfermo lo había bautizado en secreto. Edgardo se recuperó. Pero cuando la historia llegó a oídos del inquisidor de Bologna éste dio una orden para aprehender al niño y enviarlo a un monasterio especial donde los judíos eran convertidos en buenos católicos. La justificación del inquisidor para tomar al niño fue basada en las enseñanzas de la iglesia católica: Ningún niño cristiano podía ser criado por padres judíos.
El caso de Edgardo Mortara se convirtió en un célebre caso internacional. Aunque tales secuestros no eran raros en comunidades judías en Europa esta vez el clima político había cambiado. Cuando las noticias de este pleito llegaron a Inglaterra, donde los Rothschild se involucraron, a Francia, movilizando a Napoleón III e incluso a Estados Unidos, la opinión pública se inclinó contra el Vaticano.
Rehusándose a devolver al niño a su familia, el Papa Pío IX comenzó a considerarlo como si fuese su propio hijo. El destino de este niño vino a simbolizar toda la campaña revolucionaria de Mazzini y Garibaldi para terminar la dominación de la iglesia católica y establecer un moderno y secular estado italiano.
Una apasionante historia que ha sido sorprendentemente ignorada por historiadores modernos
Axel Alt, al igual que Edgardo Mortara, también fue secuestrado y enviado posteriormente a Colombia por el Sodalitium Christianae Vitae, una rama ultramontana de la iglesia católica. Su padre, el empresario judío argentino Eduardo Alt, al igual que Momolo Mortara, el padre de Edgardo, inicia una ejemplar y admirable lucha por recuperar infructuosamente a su hijo Axel.
No tuvo tiempo de reaccionar, ni siquiera se había enterado de que Axel se había involucrado con los sodálites desde los 16 años, aunque desde los 12 —cuando estudiaba en Los Reyes Rojos— ya habían comenzado a rondarlo. Ahora el muchacho de 22 años está en Medellín y Eduardo trata de mantener los pocos lazos que aún le quedan con él, pese a que afirma que toda su correspondencia es intervenida: "Sin el alejamiento de la familia no podrían funcionar, manejan un doble discurso, por un lado dicen defender la familia, y por otro hablan de los padres como pecadores, incluso no los dejan salir sin otro sodálite para que se autovigilen".
Alt también comenzó a investigar arduamente sobre el SCV y asegura que se trata de una organización elitista: "Sólo buscan personas blancas, de ojos claros, de familias con poder adquisitivo, social, todos siguen un patrón rígido: se aprenden respuestas de manual, hasta se visten igualitos, todos con camisas a cuadros, nunca jean". Según Alt, existen violaciones graves —que tienen que callarse los psicólogos— pero "que tarde o temprano van a salir a la luz".
El caso de Axel Alt, además de demostrar que la agresividad del Sodalitium no respeta ni siquiera a miembros de otro credo, y menos aún si son agnósticos o librepensadores, se ha convertido en un caso emblemático desde que el año 2001 su padre inició el cuestionamiento público de los métodos arteros, disimulados y engañosos que esa secta utiliza para desarticular familias.
La resonancia de esta denuncia determinó el fortalecimiento de organizaciones de católicos críticos, creyentes de otras religiones, librepensadores y diversos profesionales de distintas ramas del intelecto peruano que desaprueban los métodos violentos con que el Sodaltium captura a sus víctimas para convertirlos en sus incondicionales. Las denuncias de Alt también llamaron la atención de la prensa escrita y televisada, de políticos y legisladores que no se habían percatado hasta entonces de los peligros que significa para la sociedad peruana el accionar impune de grupos religiosos fundamentalistas y totalitarios.
Hace 143 años la opinión pública condenó al Vaticano a raíz del caso del secuestro de Edgardo Mortara, lo cual devino históricamente en la constitución de un moderno y secular Estado italiano. Hoy sucesos como el secuestro de Axel Alt, la publicación del libro Mateo Diez del ex sodálite Pedro Salinas, las denuncias de José Enrique Escardó y del médico oftalmólogo Héctor Guillén Tamayo, el libro Cruces y Sombras del filósofo mexicano Edgar González Ruiz, la aparición de peligrosos pederastas como Daniel Murguía Ward en el interior de la secta, y, finalmente, el escandaloso descubrimiento de los abusos sexuales del segundo líder de la secta, Germán Doig, vienen construyendo una nueva opinión pública de carácter laicista crítica al Sodalitium en el ámbito nacional e internacional.
Solo la constitución de un Estado Laico en el Perú determinará la erradicación de los métodos destructivos y delictivos de las organizaciones religiosas que, como el Sodalitium, secuestran jóvenes y los envían a otros países, y pretenden sigilosamente infiltrar y apoderarse de la estructura educativa, jurídica y social del Perú,.
Las valientes intervenciones de Eduardo Alt en Canal N, sus reveladoras entrevistas publicadas en el Diario La República y su fuerte y desafiante carta en el diario Expreso enfrentando al hoy desaparecido Monseñor Ricardo Durand constituyen el ejemplo y la base fundamental del trabajo libertador de diversos colectivos para concretar una campaña nacional e internacional con el fin de frenar el accionar de las sectas y construir para el Perú un Estado Laico. El caso del secuestro de Axel Alt por el Sodalitium constituye la puesta en vigencia del caso de Edgardo Mortara en el siglo XXI.
Carta de monseñor Durand a Expreso
Por El Sodalicio y la Fe
Señor Director del Diario Expreso:
Escribo con verdadera pena al ver la forma cómo el programa de televisión de Cecilia Valenzuela ha tratado a la comunidad del Sodalicio de Vida Cristiana, a quienes conozco y estimo desde hace años, pues estando yo ejerciendo de obispo en el Callao, he tenido siempre a miembros del Sodalicio, por lo cual puedo hablar de lo que yo mismo he presenciado en todos los aspectos que un obispo no puede dejar de conocer. También conozco al fundador, Luis Fernando Figari, y al ya difunto gran amigo Germán Doig Klinge, y a los demás que podríamos llamar cofundadores del Sodalicio. La verdad, repito, es que no entiendo cómo es posible que en el programa hayan podido afirmar tantas cosas hirientes, tan alejadas de la verdad.
Sería muy largo precisar con datos verídicos tantas afirmaciones erróneas y ofensivas, pero me voy a restringir a un par de aspectos importantes a los cuales también alude el artículo. En efecto, los que han escrito esto no sólo atacan al Sodalicio, sino a todas las instituciones, congregaciones y órdenes religiosas que hay habido y hay en la Iglesia siguiendo la inspiración de Cristo Nuestro Señor.
Por algo Él murió en la cruz, que hace poco venerábamos por las calles de Lima bajo la advocación del Señor de los Milagros, pero es el único Señor en que creemos y sabemos que es Hijo de Dios dentro del misterio de la Trinidad. Es imposible juzgar las pruebas de "penitencia", no sólo del Sodalicio sino de todas, como repito, todas las órdenes y congregaciones religiosas desde un punto de vista no cristiano.
Por otra parte, estoy completamente seguro de que al separarse los jóvenes de sus padres no se les pierde el afecto y el cariño más profundo. Cuando en 1934 opté ya por ser de la Compañía de Jesús, con gran alegría de mi madre, tuve que viajar a Chile y no regresé hasta 12 años después, y eso no quitó sino aumentó el cariño por mi madre, quien me escribía todas las semanas.
Presento mi más profundo rechazo a no pocas de las afirmaciones de este programa, y habría sido más ecuánime y lógico antes de sacarlo al aire conversar a fondo con todas las partes.
Deseando que si es posible se remedie este gran mal en la TV, quedo siempre afectísimo en Jesús y María.
Ricardo Durand Flórez SJ
Obispo Emérito del Callao
Carta Abierta de Eduardo Alt a monseñor Durand
Lima 22.11.01
Sr. Durand:
Por medio de la presente quiero hacer pública mi aclaración a la misiva publicada el pasado sábado en el diario Expreso en la cual afirma usted que el contenido del programa dirigido por Cecilia Valenzuela emitido el domingo 18 "afirma tantas cosas hirientes, tan alejadas de la verdad", que "son afirmaciones erróneas y ofensivas." Como parte de la defensa que usted hace se refiere a "todos los aspectos que un obispo no puede dejar de conocer."
Como uno de los tantos padres de familia afectados por el accionar del Sodalicio, cuando logré comprender dónde estaba siendo inducido –muy hábilmente, por cierto– a entrar mi hijo, empezamos a investigar, junto con mi esposa y varias familias en nuestra misma situación, qué era el Sodalicio, sus orígenes y su actividad durante todos estos años. La sorpresa fue creciendo a medida que poco a poco el velo de misterio y "secretismo" que rodea la movimiento iba siendo despejado por los resultados de nuestra investigación.
Esos datos, esa información que recogimos es la misma que el reportero de "Entre Líneas" fue descubriendo por sí mismo y de la que sólo una ínfima parte fue presentada en el programa. Imagínese usted lo que pasará en el momento en que TODA la información se sepa.
Que como obispo conozca usted infinidad de aspectos del Sodalicio no le debería dar la seguridad ni la tranquilidad de que conoce TODO lo que es y pasa en el movimiento. Sólo conoce la cara que el movimiento quiere darle a conocer. Las otras caras, salvo que acepte usted la posibilidad de que se equivoque y comience a tratar de buscar las caras que para usted –y buena parte de los peruanos– el Sodalicio esconde, seguirán siendo un misterio y, por ende, pasibles de ser calificadas como "mentiras", cuando en realidad sólo son "desconocidas".
La verdad es a veces hiriente, y tener que aceptar que uno se ha equivocado suele ser muy doloroso, especialmente en temas como el que nos toca a nosotros.
Pretender que en el programa se ha atacado a "todas las instituciones, congregaciones y órdenes religiosas que ha habido y hay en la Iglesia" es forzar una generalización que está muy lejos de lo que pasó y que ninguno de quienes dimos nuestro testimonio ha pretendido jamás. Esa actitud sólo ayuda a cambiar el "punto", el foco de lo denunciado en cámara, pretendiendo así que la Iglesia sea quien defienda lo indefendible, cuando quienes deberían de hacerlo son los miembros responsables de la conducción del Sodalicio.
Con relación a las "penitencias" de las que usted hace mención, que para nosotros en muchos casos no son más que vejaciones y una manera de doblegar la voluntad, la seguridad y el respeto que los seres humanos deben tener en sí mismos, son sutiles formas de "torturas y mal tratos sicológicos" que pretenden ser justificados bajo el aspecto de "penitencias", "bajo el punto de vista cristiano". Ese mismo punto de vista es el que se utilizó como excusa para justificar la brutal conquista de América y la Santa Inquisición, para tan sólo dar un par de ejemplos. Recién cuando se dio paso a la importancia del ser humano y a sus derechos más elementales es cuando estos actos, entre otros, comienzan a ser cuestionados. Cristo, no lo dudo, no los hubiera justificado.
Por otra parte, cuando asevera usted que está "completamente seguro de que al separarse los jóvenes de sus padres no se les pierde el afecto y el cariño más profundo" está usted en lo cierto. Pero lo que se ha presentado en el programa es justamente la situación inversa, ya que se alimenta en los chicos una suerte de odio, de animadversión hacia los padres –no viene al caso hablar de las técnicas empleadas, en este momento— que luego es utilizada como medio para que dejen sus casas y pasen a vivir "en comunidad".
Para que se remedie este gran mal (que usted refiere a la TV) no hay que cerrar los ojos ni los oídos. No se puede tapar el sol con un dedo. Si esto está pasando es porque hay una situación que muchas familias ya no toleran. Por eso exhortamos a usted que, como miembro prominente de la Iglesia, ayude a develar TODA la verdad y evite mayores sufrimientos a los involucrados.
Atentamente,
Eduardo Alt Yedlin
CE 106045
—Leamos la siguiente historia, real y dramática.
Axel Alt, el Edgardo Mortara del siglo XXI
La historia del secuestro del niño judío Edgardo Mortara por parte de la iglesia católica en Bologna, Italia, el año 1858, se repite dramáticamente 143 años después en Lima, Perú el año 2001. El protagonista de esta historia en el siglo XXI es el joven judío Axel Alt.
"Si he perdido un hijo, al menos puedo salvar a otros con mi testimonio". Dueño de una empresa de turismo, agnóstico, de repente el judío argentino Eduardo Alt le escuchó decir a Axel, su hijo de 18 años, que se uniría al Sodalitium Christianae Vitae, SCV, abandonando sus estudios de ingeniería de sistemas en la Universidad de Lima.
El secuestro de Edgardo Mortara
Bologna, Italia, 1858. Un escuadrón de la policía actuando bajo las órdenes del inquisidor, invade el hogar de un comerciante judío, Momolo Mortara, arranca a su sollozante hijo de 6 años de sus brazos y apresuradamente lo introduce en un carruaje rumbo a Roma. Su madre colapsa y es llevada a casa de un vecino pero su llanto puede ser oído en toda la ciudad. Con esta escena terrorífica, escena que perseguiría a esta familia por siempre, se inicia una lucha dramática que eventualmente terminaría en el colapso del poder de la iglesia católica en Italia.
Al buscar los padres de Edgardo desesperadamente la forma de recuperar a su hijo se enteraron de por qué él y no el resto de sus 8 hijos fue secuestrado. Años antes una sirvienta católica, temiendo que el niño fuese a morir al encontrarse muy enfermo lo había bautizado en secreto. Edgardo se recuperó. Pero cuando la historia llegó a oídos del inquisidor de Bologna éste dio una orden para aprehender al niño y enviarlo a un monasterio especial donde los judíos eran convertidos en buenos católicos. La justificación del inquisidor para tomar al niño fue basada en las enseñanzas de la iglesia católica: Ningún niño cristiano podía ser criado por padres judíos.
El caso de Edgardo Mortara se convirtió en un célebre caso internacional. Aunque tales secuestros no eran raros en comunidades judías en Europa esta vez el clima político había cambiado. Cuando las noticias de este pleito llegaron a Inglaterra, donde los Rothschild se involucraron, a Francia, movilizando a Napoleón III e incluso a Estados Unidos, la opinión pública se inclinó contra el Vaticano.
Rehusándose a devolver al niño a su familia, el Papa Pío IX comenzó a considerarlo como si fuese su propio hijo. El destino de este niño vino a simbolizar toda la campaña revolucionaria de Mazzini y Garibaldi para terminar la dominación de la iglesia católica y establecer un moderno y secular estado italiano.
Una apasionante historia que ha sido sorprendentemente ignorada por historiadores modernos
Axel Alt, al igual que Edgardo Mortara, también fue secuestrado y enviado posteriormente a Colombia por el Sodalitium Christianae Vitae, una rama ultramontana de la iglesia católica. Su padre, el empresario judío argentino Eduardo Alt, al igual que Momolo Mortara, el padre de Edgardo, inicia una ejemplar y admirable lucha por recuperar infructuosamente a su hijo Axel.
No tuvo tiempo de reaccionar, ni siquiera se había enterado de que Axel se había involucrado con los sodálites desde los 16 años, aunque desde los 12 —cuando estudiaba en Los Reyes Rojos— ya habían comenzado a rondarlo. Ahora el muchacho de 22 años está en Medellín y Eduardo trata de mantener los pocos lazos que aún le quedan con él, pese a que afirma que toda su correspondencia es intervenida: "Sin el alejamiento de la familia no podrían funcionar, manejan un doble discurso, por un lado dicen defender la familia, y por otro hablan de los padres como pecadores, incluso no los dejan salir sin otro sodálite para que se autovigilen".
Alt también comenzó a investigar arduamente sobre el SCV y asegura que se trata de una organización elitista: "Sólo buscan personas blancas, de ojos claros, de familias con poder adquisitivo, social, todos siguen un patrón rígido: se aprenden respuestas de manual, hasta se visten igualitos, todos con camisas a cuadros, nunca jean". Según Alt, existen violaciones graves —que tienen que callarse los psicólogos— pero "que tarde o temprano van a salir a la luz".
El caso de Axel Alt, además de demostrar que la agresividad del Sodalitium no respeta ni siquiera a miembros de otro credo, y menos aún si son agnósticos o librepensadores, se ha convertido en un caso emblemático desde que el año 2001 su padre inició el cuestionamiento público de los métodos arteros, disimulados y engañosos que esa secta utiliza para desarticular familias.
La resonancia de esta denuncia determinó el fortalecimiento de organizaciones de católicos críticos, creyentes de otras religiones, librepensadores y diversos profesionales de distintas ramas del intelecto peruano que desaprueban los métodos violentos con que el Sodaltium captura a sus víctimas para convertirlos en sus incondicionales. Las denuncias de Alt también llamaron la atención de la prensa escrita y televisada, de políticos y legisladores que no se habían percatado hasta entonces de los peligros que significa para la sociedad peruana el accionar impune de grupos religiosos fundamentalistas y totalitarios.
Hace 143 años la opinión pública condenó al Vaticano a raíz del caso del secuestro de Edgardo Mortara, lo cual devino históricamente en la constitución de un moderno y secular Estado italiano. Hoy sucesos como el secuestro de Axel Alt, la publicación del libro Mateo Diez del ex sodálite Pedro Salinas, las denuncias de José Enrique Escardó y del médico oftalmólogo Héctor Guillén Tamayo, el libro Cruces y Sombras del filósofo mexicano Edgar González Ruiz, la aparición de peligrosos pederastas como Daniel Murguía Ward en el interior de la secta, y, finalmente, el escandaloso descubrimiento de los abusos sexuales del segundo líder de la secta, Germán Doig, vienen construyendo una nueva opinión pública de carácter laicista crítica al Sodalitium en el ámbito nacional e internacional.
Solo la constitución de un Estado Laico en el Perú determinará la erradicación de los métodos destructivos y delictivos de las organizaciones religiosas que, como el Sodalitium, secuestran jóvenes y los envían a otros países, y pretenden sigilosamente infiltrar y apoderarse de la estructura educativa, jurídica y social del Perú,.
Las valientes intervenciones de Eduardo Alt en Canal N, sus reveladoras entrevistas publicadas en el Diario La República y su fuerte y desafiante carta en el diario Expreso enfrentando al hoy desaparecido Monseñor Ricardo Durand constituyen el ejemplo y la base fundamental del trabajo libertador de diversos colectivos para concretar una campaña nacional e internacional con el fin de frenar el accionar de las sectas y construir para el Perú un Estado Laico. El caso del secuestro de Axel Alt por el Sodalitium constituye la puesta en vigencia del caso de Edgardo Mortara en el siglo XXI.
Carta de monseñor Durand a Expreso
Por El Sodalicio y la Fe
Señor Director del Diario Expreso:
Escribo con verdadera pena al ver la forma cómo el programa de televisión de Cecilia Valenzuela ha tratado a la comunidad del Sodalicio de Vida Cristiana, a quienes conozco y estimo desde hace años, pues estando yo ejerciendo de obispo en el Callao, he tenido siempre a miembros del Sodalicio, por lo cual puedo hablar de lo que yo mismo he presenciado en todos los aspectos que un obispo no puede dejar de conocer. También conozco al fundador, Luis Fernando Figari, y al ya difunto gran amigo Germán Doig Klinge, y a los demás que podríamos llamar cofundadores del Sodalicio. La verdad, repito, es que no entiendo cómo es posible que en el programa hayan podido afirmar tantas cosas hirientes, tan alejadas de la verdad.
Sería muy largo precisar con datos verídicos tantas afirmaciones erróneas y ofensivas, pero me voy a restringir a un par de aspectos importantes a los cuales también alude el artículo. En efecto, los que han escrito esto no sólo atacan al Sodalicio, sino a todas las instituciones, congregaciones y órdenes religiosas que hay habido y hay en la Iglesia siguiendo la inspiración de Cristo Nuestro Señor.
Por algo Él murió en la cruz, que hace poco venerábamos por las calles de Lima bajo la advocación del Señor de los Milagros, pero es el único Señor en que creemos y sabemos que es Hijo de Dios dentro del misterio de la Trinidad. Es imposible juzgar las pruebas de "penitencia", no sólo del Sodalicio sino de todas, como repito, todas las órdenes y congregaciones religiosas desde un punto de vista no cristiano.
Por otra parte, estoy completamente seguro de que al separarse los jóvenes de sus padres no se les pierde el afecto y el cariño más profundo. Cuando en 1934 opté ya por ser de la Compañía de Jesús, con gran alegría de mi madre, tuve que viajar a Chile y no regresé hasta 12 años después, y eso no quitó sino aumentó el cariño por mi madre, quien me escribía todas las semanas.
Presento mi más profundo rechazo a no pocas de las afirmaciones de este programa, y habría sido más ecuánime y lógico antes de sacarlo al aire conversar a fondo con todas las partes.
Deseando que si es posible se remedie este gran mal en la TV, quedo siempre afectísimo en Jesús y María.
Ricardo Durand Flórez SJ
Obispo Emérito del Callao
Carta Abierta de Eduardo Alt a monseñor Durand
Lima 22.11.01
Sr. Durand:
Por medio de la presente quiero hacer pública mi aclaración a la misiva publicada el pasado sábado en el diario Expreso en la cual afirma usted que el contenido del programa dirigido por Cecilia Valenzuela emitido el domingo 18 "afirma tantas cosas hirientes, tan alejadas de la verdad", que "son afirmaciones erróneas y ofensivas." Como parte de la defensa que usted hace se refiere a "todos los aspectos que un obispo no puede dejar de conocer."
Como uno de los tantos padres de familia afectados por el accionar del Sodalicio, cuando logré comprender dónde estaba siendo inducido –muy hábilmente, por cierto– a entrar mi hijo, empezamos a investigar, junto con mi esposa y varias familias en nuestra misma situación, qué era el Sodalicio, sus orígenes y su actividad durante todos estos años. La sorpresa fue creciendo a medida que poco a poco el velo de misterio y "secretismo" que rodea la movimiento iba siendo despejado por los resultados de nuestra investigación.
Esos datos, esa información que recogimos es la misma que el reportero de "Entre Líneas" fue descubriendo por sí mismo y de la que sólo una ínfima parte fue presentada en el programa. Imagínese usted lo que pasará en el momento en que TODA la información se sepa.
Que como obispo conozca usted infinidad de aspectos del Sodalicio no le debería dar la seguridad ni la tranquilidad de que conoce TODO lo que es y pasa en el movimiento. Sólo conoce la cara que el movimiento quiere darle a conocer. Las otras caras, salvo que acepte usted la posibilidad de que se equivoque y comience a tratar de buscar las caras que para usted –y buena parte de los peruanos– el Sodalicio esconde, seguirán siendo un misterio y, por ende, pasibles de ser calificadas como "mentiras", cuando en realidad sólo son "desconocidas".
La verdad es a veces hiriente, y tener que aceptar que uno se ha equivocado suele ser muy doloroso, especialmente en temas como el que nos toca a nosotros.
Pretender que en el programa se ha atacado a "todas las instituciones, congregaciones y órdenes religiosas que ha habido y hay en la Iglesia" es forzar una generalización que está muy lejos de lo que pasó y que ninguno de quienes dimos nuestro testimonio ha pretendido jamás. Esa actitud sólo ayuda a cambiar el "punto", el foco de lo denunciado en cámara, pretendiendo así que la Iglesia sea quien defienda lo indefendible, cuando quienes deberían de hacerlo son los miembros responsables de la conducción del Sodalicio.
Con relación a las "penitencias" de las que usted hace mención, que para nosotros en muchos casos no son más que vejaciones y una manera de doblegar la voluntad, la seguridad y el respeto que los seres humanos deben tener en sí mismos, son sutiles formas de "torturas y mal tratos sicológicos" que pretenden ser justificados bajo el aspecto de "penitencias", "bajo el punto de vista cristiano". Ese mismo punto de vista es el que se utilizó como excusa para justificar la brutal conquista de América y la Santa Inquisición, para tan sólo dar un par de ejemplos. Recién cuando se dio paso a la importancia del ser humano y a sus derechos más elementales es cuando estos actos, entre otros, comienzan a ser cuestionados. Cristo, no lo dudo, no los hubiera justificado.
Por otra parte, cuando asevera usted que está "completamente seguro de que al separarse los jóvenes de sus padres no se les pierde el afecto y el cariño más profundo" está usted en lo cierto. Pero lo que se ha presentado en el programa es justamente la situación inversa, ya que se alimenta en los chicos una suerte de odio, de animadversión hacia los padres –no viene al caso hablar de las técnicas empleadas, en este momento— que luego es utilizada como medio para que dejen sus casas y pasen a vivir "en comunidad".
Para que se remedie este gran mal (que usted refiere a la TV) no hay que cerrar los ojos ni los oídos. No se puede tapar el sol con un dedo. Si esto está pasando es porque hay una situación que muchas familias ya no toleran. Por eso exhortamos a usted que, como miembro prominente de la Iglesia, ayude a develar TODA la verdad y evite mayores sufrimientos a los involucrados.
Atentamente,
Eduardo Alt Yedlin
CE 106045
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