Sodalicio: ¿cuántos US$ millones ha costado el silencio?

german_doig.jpgPor Herbert Mujica Rojas

Don Germán Doig Klinge que ya no puede defenderse porque falleció el 2001, es ahora el malo de la película, el pararrayos que el Sodalicio de Vida Cristiana ha escogido como recipendiario de todas sus invectivas y lamentaciones cuanto que oscuras construcciones hacia la Virgen María y a Dios. ¡Qué fácil! Cabe la pregunta obligatoria: ¿tantos años tardaron los de la secta en darse cuenta cuan malo era y de qué perversiones era dueño aquél y qué abusos con alumnos cometía? ¿no pretendían beatificarlo, con campañas millonarias y era el que gozaba de la bendición fraterna de su mentor, Luis Fernando Figari? ¡Bah, a otro perro con ese hueso!

Nótese que sólo Diario16 y la revista Caretas dieron cuenta de cómo la secta Sodalicio de Vida Cristiana anunció las malas acciones de Doig Klinge. ¿Y qué hay del resto de miedos de comunicación? ¿cuánto costó el dolarizado silencio de redacciones enteras, “formadores” de opinión, “líderes”, “internacionalistas”, “estrategas”, canales y radioemisoras? ¿les comió a todos ellos el ratón la lengua, el micrófono y las computadoras? Nadie, por bobo que fuese, acataría la “explicación” que enmudecieron por “falta de pruebas”. La confesión de parte ha sido de la propia secta y Len fue el vocero.
 
¿Quién sabe el nombre de los implicados víctimas de Doig Klinge? Evidentemente los sodálites conocen del asunto y también la parentela de aquellos. ¿Cuál ha sido el trato de omertá (silencio mafioso)? Ensayemos algunas respuestas.
 
El Sodalicio avitualló generosamente la omertá para no revelar los nombres de quienes fueron abusados o violados. No sólo eso, si el caso llegó al Poder Judicial, ¿qué jueces han callado o traspapelado los expedientes y a cambio de qué? No hay bulas y nadie cree en ellas en los tiempos de hoy en que todo se arregla con dólares o euros contantes y sonantes. Es decir la larga cola de ilícitos penales involucra también a magistrados que perciben gratificaciones por su discreción asalariada. No obstante, hay otra arista en la negociación.
 
En diciembre del 2010 se tomó conocimiento que el fundador de la secta Luis Fernando Figari se retiraba por supuestas razones de “salud”. Más bien todo parece indicar que requería urgentemente de hacerse a un costado para evitar los salpicones fétidos de un escándalo que recién comienza a hacerse constatación horripilante en padres de familia con hijos en colegios sodálites en Perú, Ecuador, Chile y Brasil. La maniquea situación no podía haber sido más vulgar: Figari intocable; Doig, perverso y sucio. La catarata dolarizada así lo dispuso. El control de daños ha sido medianamente eficaz.
 
Versiones que llegan desde diversas partes del mundo condenan lo acontecido y hay legítima ansiedad por saber hasta dónde está el cáncer extendido y cuan saludables resultan ahora las instituciones educativas, financieras, religiosas que se agrupan bajo el comando fanático del Sodalicio. Una encuesta realizada con padres de familia contestó con un ¡NO! rotundo a la interrogante si inscribiría a su hijo en una escuela de la secta.
 
¿Por causa de qué el Estado, la Iglesia Católica, la Iglesia Evangélica, el Congreso, los partidos políticos, la sociedad entera, guarda controvertido silencio frente a una autoacusación de la secta Sodálite que a sotto voce confirma que aborta la campaña de beatificación de Germán Doig Klinge porque este señor había sido fautor de hechos inconfesables?
 
La danza de moneda comprante de conciencias ha sido un festival indigno que con descaro ha mostrado al Perú la baja estofa moral con que actúa la secta Sodalicio: ¡a como dé lugar han empleado métodos para sufragar una neumática silenciosa de complicidad! ¿Ha leído alguien alguna respuesta a las interrogantes que a diario aparecen en Internet único lugar que no pueden comprar los sodálites?
 
País atosigado de problemas de definición desde la cuna hasta la tumba, Perú se hace de la vista gorda cuando se trata de una secta que acuna sus raíces en la Iglesia Católica. El cardenal Juan Luis Cipriani, de la otra secta, Opus Dei, prima hermana del Sodalicio, tan dicharrachero él para cualquier tontería, esta vez se refugia en una discreción beatífica y ¿muy cómplice? ¿O no? ¿será que conoce el dicho que reza que cuando llueve, todos se mojan?
 
¿Ha escuchado a algún candidato una sola palabra de condena categórica contra estos pervertidos que usan la religión para llenarse de dinero, comprar con él a quienes están al alcance de su influencia y, sobre todo, para acallar inmoralidades, violaciones y taras que envilecen a cualquier sociedad? ¡No se oye padre, pareciera ser la consigna política de nuestros días!
 
Sodalicio: ¿cuántos millones ha costado el silencio?
 

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