Balada de la bicicleta
El gran misterio de la vida
Por Ángel Pasos
Era temprano y lucía un sol espléndido. El cielo estaba azul, radiante. Paré en el puente de la presa y, al asomarme, una gaviota sorprendida levantó el vuelo. Contemplé el paisaje: era un día perfecto.
En este lugar el río se ensanchaba y, pasado el escollo de la presa, continuaba su camino hacia la vega. Escuché con atención y percibí los mil sonidos de la naturaleza.
El susurro del agua entre las piedras, el zumbido de un abejorro, el chasquido de una rama que se parte al paso de un conejo… pequeños sonidos que forman la inmensidad del silencio. Algo que se ha perdido en nuestra sociedad. Me siento afortunado y me dejo llevar por la sensación de paz.
Inesperadamente, un ruido me saca de mi ensimismamiento. Parecen los ladridos de una jauría de perros. Miro hacia la espesura pero no veo nada. Sin embargo, la algarabía crece y crece por momentos. Reconozco ese sonido, miro hacia el cielo y contemplo una inmensa bandada de cigüeñas. Van hacia el Este y dibujan enormes flechas en el cielo. En un punto, la bandada gira sobre sí misma y da la vuelta. Es como si, de pronto, todas se dieran cuenta de que han equivocado el rumbo y discutieran acaloradamente cuál es el correcto. Se diría que ese punto del cielo es una misteriosa encrucijada de caminos que sólo las aves pueden ver.
Más y más pájaros siguen llegando. El cielo se llena de ellos. La algarabía que forman todos juntos dando vueltas es ensordecedora. Son cientos, miles de pájaros. Algunos parece que ya se han decidido y continúan su camino, pero otros regresan como si esperaran a los más rezagados.
Las aves que siguen adelante se organizan de nuevo. Los más fuertes marcan el ritmo y cortan el aire con sus cuerpos y los demás reservan fuerzas volando en la estela de aquel que les precede, hasta que llega el momento y le relevan. La imagen es hermosa. Al rato, muy despacio, sus voces se van apagando y las cigüeñas se vuelven diminutos puntos en el cielo.
No puedo evitar pensar en cómo será a partir de ahora su camino; en todas las penurias por las que pasarán en este largo viaje de sus vidas.
Espero unos minutos más y los últimos grupos van pasando. Son grupos pequeños de pájaros más débiles. Su vuelo es diferente; es un vuelo esforzado, solitario, triste. Un vuelo de supervivencia.
¿Sabes, amiga bicicleta? Igual que a ellas, a mí también me queda mucho por recorrer aún para entender un poco de todo el gran misterio de la vida.