El rastro chileno terrorista en el Perú
A propósito del aniversario de la muerte de Néstor Cerpa Cartolini, se comentó sobre los homenajes en honor a la memoria de este subversivo, realizados en Chile, ante la complacencia del gobierno de Bachelet, lo que motiva ensayar explicaciones acerca de la presencia de elementos terroristas chilenos en el Perú.
El hecho no es una casualidad, la infiltración chilena en los movimientos terroristas en el Perú tiene larga data.
Sendero Luminoso
El rastro chileno es prominente en la figura de Sybila Arredondo, quien al principio fue defendida por los medios, pero finalmente se comprobó su participación al más alto nivel, relacionada con el transporte de explosivos. Tras su excarcelación en el Perú, la Arredondo fue recibida por el ministro de Relaciones Exteriores de Chile. ¡Toda una heroína para los chilenos!
No es menos significativa es la influencia de la madrastra de Abimael Guzmán, Laura Jorquera Gómez, una chilena que educó al cabecilla senderista y a quien al parecer éste tuvo más aprecio que a su propia madre biológica. Sin duda, Jorquera ha tenido que inculcar en Abimael Guzmán un sentimiento de estima hacia los chilenos.
MRTA
La relación del MRTA con los chilenos no es menos notoria. Además del apoyo a los homenajes al terrorista Cerpa Cartolini, se evidencia su participación en reuniones internacionales donde participan emerretistas, como la realizada en Ecuador, que condujo a la captura de varias personas que asistían a una convocatoria de la Coordinadora Bolivariana. Otro chileno, Manuel Olate, fue capturado en Ecuador, durante la incursión contra las FARC.
Pero hay otros nombres de chilenos que fueron capturados por su participación en el MRTA en el Perú, que incluyeron secuestros y hasta la posesión de equipos de interceptación telefónica nada menos que a Palacio de Gobierno, por ejemplo, Jaime Castillo Petruzzi, Sergio Cruz Suárez, Alejandro Luis Astorga Valdés, Lautaro Enrique Mellado Saavedra, María Concepción Pincheira Sáez, Marcela Jimena González Astudillo y Alejandro Alberto Valdivia López.
A destruir el Perú, pero no tocar a Chile ni con el pétalo de la rosa
Otro hecho sintomático, y que evidencia que el accionar destructor era dirigido, es que todos esos terroristas chilenos no fueron capaces de realizar ningún acto terrorista en Chile, ni secuestros, ni colocación de coches bomba ni destrucción de empresas o instalaciones eléctricas, como en el Perú. Encuentre usted la respuesta: si su doctrina era el terror, ¿por qué no practicaron el terror en Chile? ¿Por qué en cambio tenían que causar muerte y destrucción en el Perú?
Todo parece indicar que con el Perú Chile utilizó la táctica que empleó Israel con Palestina: infiltrar a sus subversivos con agentes israelíes para llevarlos actos terroristas, como el secuestro del avión que culminó con un “exitoso” rescate en Entebbe, Uganda.
¿Qué ganaba Chile con el terrorismo en el Perú?
Como hemos señalado más arriba, Sybila Arredondo fue tratada en Chile como toda una heroína, por su labor destacada en actos de destrucción contra el Perú y por la información que pudo recopilar sobre la idiosincrasia peruana en sus años de estadía, la cual obviamente ha tenido que ser puesta a disposición de la inteligencia chilena para avanzar en su penetración cultural en el Perú.
La Arredondo, en su carrera terrorista, provocó caos y el éxodo de las transnacionales del Perú, así como el desaliento a los empresarios peruanos para invertir. Así. Chile ganaba, en primer lugar, frenar el desarrollo económico: las empresas y el estado se vieron obligados a multiplicar sus gastos en seguridad. Igualmente, los empresarios peruanos eran presas del desaliento para iniciar nuevas inversiones, campo que después sería aprovechado por los inversionistas chilenos, con la complicidad del traidor nipón Alberto Fujimori y su siamés, Vladimiro Montesinos.
Por otro lado, una importante finalidad para Chile sería la huída del Perú de capitales transnacionales, para lo cual el terrorismo se dedicó no sólo a atacar empresas peruanas, sino extranjeras. Casi sin excepción, las transnacionales que se retiraron del Perú se fueron a Chile, que además desarrolló una campaña internacional de imagen de país seguro para la inversión.
De esta manera los chilenos vigorizaban su nunca desaparecido propósito de destruir al Perú, desde antes de 1879, época en que proclamaban que había que destruir al Perú, incluyendo sus medios de producción, para que no se levante en 100 años, prédica que fue alentada por el clero chileno, que reclamaba partir al Perú para destruir a los “degenerados peruanos”, como nos calificaban.
A más de un siglo de la guerra, Chile mantuvo su política antiperuana y su deseo de alzarse económicamente sobre el Perú, como su lema dice, “por la razón o por la fuerza”, como reza el cavernícola lema chileno en su escudo, que lucen orgullosos. Si el Perú seguía su desarrollo en forma normal, Chile estaba en desventaja, por tener pocos recursos naturales, pues casi sólo tenían las minas que habían robado al Perú y Bolivia. Así las cosas, encaja perfectamente dentro de su estrategia antiperuana la infiltración de elementos terroristas que promuevan la destrucción de los medios de producción peruanos al más puro estilo de Patricio Lynch*, quien durante la guerra dinamitaba e incendiaba ingenios azucareros, ferrocarriles, etc. Pero no sólo en eso lo copiaron, también replicaron el cobro de cupos a poblaciones indefensas, bajo amenaza de destruirlas. Una más que centenaria estrategia, esta vez con nuevos actores.
Una y otra vez los gobiernos chilenos negarán su participación en el terrorismo en el Perú, pero los servicios de inteligencia chilenos, como cualquier otro en el mundo, no publican sus métodos estrategias, jamás lo reconocerán, pero las evidencias hablan por sí solas: los personajes terroristas chilenos son pruebas innegables, como lo son los beneficios obtenidos por Chile tras la siembra del terror en el Perú.
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* Ver: Guerra del Pacífico, terrorismo y armamentismo