Cuando Yehude Simon, presidente de la región Lambayeque, se convirtió del judaísmo al catolicismo, la mayoría pensaba que era un signo de madurez, consecuencia de sus reflexiones, en la cárcel, sobre la injusticia y la justicia.
Viendo ahora su proceder, se evidencia más bien una incoherencia lógica y ética y podría decirse falta de respeto a sus orígenes judíos y peruanos, pues aunque se haya convertido, no puede ser ajeno al sentido de justicia que comparten los principios judíos y cristianos.
Lo dicho viene a propósito de sus declaraciones respecto de la venta de gas a Chile, criticando a Ollanta Humala y Lourdes Flores, que se oponen a vender ese recurso a ese país, “irresponsabilidad mayúscula”, dijo de ambos, “es poco cristiano buscar sacar réditos políticos con declaraciones que, posteriormente, generan un clima de confrontación en el vecino país del sur”.
"En este tema no hay que ser pragmáticos. Se debe destinar primero el gas natural para el consumo interno y la producción, y si luego existen reservas suficientes hay que vender este recurso a quien más (dinero) ofrezca", continuó, al tiempo que condenó a las regiones del sur por un presunto “antichilenismo” y llamó a “borrar la huella de lo que significó la guerra con Chile; Europa vivió la Segunda Guerra Mundial y nadie está odiando a nadie", aseguró Simon.
Simon, ni judío ni cristiano, sólo un personaje de ideas superficiales
Resulta sorprendente que, siendo de origen judío, se burle del holocausto que significó la Segunda Guerra Mundial, donde millones de judíos fueron exterminados; según él “nadie está odiando a nadie" y sugiere que se ha borrado la huella en Europa y que lo mismo se debe hacer con lo que significó la Guerra con Chile. Para él, recordar es odiar, parece desconocer que los judíos no sólo que son muy puntuales recordando las atrocidades, sino que difunden abundante literatura y producciones fílmicas que hagan reflexionar sobre las masacres. Además, sí hay un comprensible odio de parte de todos los cazanazis, desde que terminó la guerra hasta hoy, y buscan a los criminales de guerra, aunque sean ancianos casi centenarios.
No es cristiano borrar de la memoria colectiva los crímenes contra la humanidad, Simon manifiesta una gran ignorancia de la Historia de la Iglesia, la cual recuerda siempre la historia de los mártires que murieron en las persecuciones desde la época de los romanos. Eso no es odiar, mantener vivas esas historias es una lección de respeto a la vida y de valentía en defensa de la fe, que se renueva cada vez que se traen a memoria, para reflexión y buena enseñanza.
Aunque los judíos asesinados no son mártires que hayan muerto defendiendo su fe, sino que murieron por el sólo hecho de ser diferentes y habérseles considerado inferiores, nadie puede condenar la conmemoración del holocausto, pues se trata también una lección de lo que no debe volver a suceder.
De igual manera, promoviendo que se “borre la huella” de lo que sucedió en la Guerra con Chile, Simon le hace el juego a los chilenos, que lejos de borrar ellos en su país la historia de la guerra, sí pretenden que el Perú olvide la historia de los crímenes y rapiña de los chilenos, historia que debemos mantener viva, con mayor razón si el enemigo no ha cambiado, sino que continúa con su expansionismo y latrocinio territorial al Perú y persiste no sólo en el recuerdo, sino en la apología de sus criminales, levantándoles monumentos y divulgando series como Epopeya. Existe una política de estado en Chile que promueve no sólo la apología constante de sus criminales, sino el desprecio por los peruanos, preparando a los chilenos para nuevas agresiones.
¿Poco cristiano?
Se advierte que Yehude Simon se ha convertido sin comprender bien el judaísmo ni el cristianismo. Vemos más bien que es él quien es poco cristiano, pues lejos de entender que el Perú necesita garantizar su desarrollo, se apresura a tildar de “poco cristianos” a Lourdes Flores y Ollanta Humala. Así Simon, sabiendo que cada día crece en el mundo el problema energético, falta a la caridad cristiana al satanizar a quienes piensan no sólo en las reservas estratégicas para el Perú, sino que alertan ante el peligro de vender gas a Chile, que servirá para dar ganancias a Codelco, la cual trasladará fondos para el nada cristiano fin del armamentismo chileno. No sólo eso, sino que iniciar tratos comerciales de suministro de gas o electricidad convertida a partir del gas podría traernos un conflicto armado el día en que necesitemos esa energía y decidamos suspender la exportación.
Ni buen judío, ni buen peruano ni buen católico, sólo un izquierdista de corto entendimiento
Pero Simon, desdeñando las necesidades del país y las fratricidas intenciones de los chilenos, se apresura a tildar de “antichilenos” a Flores y a Humala. Con sus calificativos no hace sino denigrar el patriotismo y las voces que defienden los verdaderos intereses de nuestro país.
Ser judío no significa ser apátrida como Yehude Simon, nos debemos al país en que vivimos, hecho que no deben olvidar los extranjeros residentes ni los descendientes de extranjeros. Simon debería estudiar la historia de los judíos que defendieron al Perú con las armas durante la invasión de los criminales chilenos, al igual que italianos, y que otros extranjeros se solidarizaron también con el Perú al ver la rapiña chilena.
Con sus posturas, Yehude Simon nos demuestra que es sólo un producto (como producido por una industria en serie) de la izquierda decadente del Perú, una izquierda que defiende trasnochados marxismos y dice luchar por los pobres, pero están prestos a someterse ante la agresión de los chilenos, que quieren ganar cada día más influencia para atrasar nuestro país y trabajar en favor de Chile, una izquierda que ahora vive cómodamente de sus ONGs y que ha vendido sus lenguas y sus plumas a sus financistas.