La coqueta Diosa Inversión
por Herbert Mujica Rojas
Al amparo de su nombre, Diosa Inversión, manadas de tecnócratas, básicamente vendepatrias, se guarecen para rendir loas a sus bondades y maravillosas fórmulas modernizantes y saneadoras de cuanto problema existe. Sólo la Diosa inversión salvará al Perú, dicen. Ciertamente, olvidan adrede, revelar que al lado de sus innegables posibilidades cualitativas, hay detalles que engrilletan, aplastando, leyes laborales, derechos humanos y en nombre de esta pizpireta dama, regalan a precio de nada, patrimonio nacional en recursos no renovables y por largos períodos de tiempo. Total, braman, es parte de la globalización.
por Herbert Mujica Rojas
Al amparo de su nombre, Diosa Inversión, manadas de tecnócratas, básicamente vendepatrias, se guarecen para rendir loas a sus bondades y maravillosas fórmulas modernizantes y saneadoras de cuanto problema existe. Sólo la Diosa inversión salvará al Perú, dicen. Ciertamente, olvidan adrede, revelar que al lado de sus innegables posibilidades cualitativas, hay detalles que engrilletan, aplastando, leyes laborales, derechos humanos y en nombre de esta pizpireta dama, regalan a precio de nada, patrimonio nacional en recursos no renovables y por largos períodos de tiempo. Total, braman, es parte de la globalización.
A la globalización, fenómeno que, como su nombre indica, envuelve y arrastra de todo, como el cauce de un río que empuja troncos, osamentas, piedras, rémoras y cantidades de agua, reputan como de digestión obligatoria tal cual la piensan los sapientísimos economistas, estrategas foráneos y sus serviles epígonos criollos que dan conferencias en universidades, institutos, talleres y otros lugares. La intelectualización y el barniz que la Diosa Inversión y su fenómeno de génesis, la globalización, reciben, es parte de un delicado, muy bien pensado, esquema de esclavización yuguladora de cualquier protesta o crítica porque ahora es mejor ver, oír y callar y guardar prudente como redituable silencio. ¿Ha escuchado usted algún pensamiento orgánico que oponga crítica constructiva o sólo piedras y disparos que no satisfacen a nadie? La respuesta la tiene cada quien, pero no hay que ser muy inteligentes para darse cuenta que el sistema camina sólo porque carece de oposición real y militante.
A la Diosa Inversión se la ha convertido en panacea, curadora de todas las taras y problemas de nuestros pueblos. Este cántico, aunque oprobioso, no genera en sus autores, todos muy bien rentados, verguenza alguna. Es más, no tienen otro sainete que la repetición cansina, vía los miedos de comunicación, de sus hermosas lecciones sociales generadas a través de aquella. Por eso la errata del otro día, referida a los puertos y que de 60 bajó a 30 años de duración del convenio, no ha merecido sino uno que otro comentario volandero. En Perú hay semiestúpidos que creen que cuanto dicen hay que escucharlo a pie juntillas y no dudan en burlarse de la inteligencia cuando informan que se equivocaron en ¡apenas 30 cortísimos años!
¿Piensa algo la oposición? Para algunos la pregunta ¿existe oposición? es más importante porque, y acaso tengan alguna razón, a las arremetidas del gobierno no hay respuesta integral u organizada. Los paros y huelgas son hechos políticos, sorprenderse de su naturaleza y "denunciar" esta virtud, es tarea de débiles mentales que, a veces, suelen ocupar puestos importantes en los gabinetes. ¿De qué otra forma protestan los pueblos?: con el voto cuando escoge, no siempre bien, a sus representantes y con los pies marchando por las calles. Hemos dicho, no una, varias veces, que la tarea más espectacular de militancia política es la de garantizar que todos los marchantes vuelvan, sanos y salvos, a sus casas. La revuelta violentista, el afán destructor, no pueden constituir sino expresiones aterradoras del salvajismo más primitivo que tienen poco o nada que ver con una beligencia política legítima y consagrada por la Constitución aunque esto ocurra en países con democracias fragilísimas como Perú.
Por ejemplo, ¿qué pasa si la corrupción es "combatida" por corruptos reciclados y convertidos por los miedos de comunicación, en líderes impostados a fuerza de propaganda masiva y tozuda? Hay más de un caso de abogángsteres, ex procuradores, jueces activos, que han sido miembros de la mafia encubiertos que hoy declaran hasta por la muerte de un gato y a diestra y siniestra. Además, practican el onanismo de alabarse entre ellos y en el subrayado de supuestas brillanteces que sólo acontecen en sus cabezas, pero que imponen de tanto machacar en cerebros acríticos y domeñados.
Se entiende así que los temas esenciales del drama nacional estén ausentes en la discusión política y que lo que existe, básicamente, sean porciones o trozos de la misma. El yerro mayúsculo consiste en que al balcanizar la agenda, se contribuye al estancamiento cuando no a la putrefacción que favorece siempre a los tramposos en concesiones, contratos con nombre propio, préstamos o licitaciones con dedicatoria o leyes fabricadas ad hoc. Y el pueblo peruano sigue perdiendo el dominio sobre sus recursos naturales y patrimonio en general.
La inversión es necesaria pero ningún país ha salido, a menos que se convierta en una vulgar colonia no sólo mental, sino económica y financiera, de su subdesarrollo, por la vía de una renuncia claudicante a su dignidad creadora y a su sentimiento nacional legítimo y soberano de custodiar al milímetro al país entero. Los palurdos panegiristas de la Diosa Inversión, deberían comprender que su cipayismo hace flaco favor al Perú y que no hay dinero que pueda honestamente compensar el daño moral e histórico que perpetran contra la patria.
¡Atentos a la historia, las tribunas aplauden lo que suena bien!
¡Ataquemos al poder, el gobierno lo tiene cualquiera!
¡Rompamos el pacto infame y tácito de hablar a media voz!
¡Sólo el talento salvará al Perú!
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