La verdadera transformación: Fujimorismo sin Fujimorifujirata1

Por Juan Sheput

Es una lástima que la gran prensa nacional no nos esté ayudando a entender al gobierno de Ollanta Humala. Y lo señalo así pues es incomprensible el por qué se omite importante información que nos ayudaría a aclarar e interpretar el tremendo desorden que hay en la actualidad. En cualquier país que se respete, las serias contradicciones de los miembros de un gabinete, de su jefe y del presidente, serían materia de evaluación y, por qué no, de crítica. Sin embargo en el Perú de hoy, que soporta estoicamente la renovada corrupción, el análisis de la gran contradicción simplemente no es importante.

 

Hace unos días, con titulares en primera página, el premier Oscar Valdés aseguró que la gran transformación no era viable. En entrevista radial, y luego de alabar a Fujimori, Valdés señaló que en estos 5 años no había capacidad de iniciar la gran transformación. Sin embargo, unos días después, el propio presidente Humala, en otra entrevista, esta vez a un medio extranjero, indicó que ya se había iniciado la gran transformación, y negó que se haya postergado. Es decir, la llamada hoja de ruta, que según Sinesio López ha sido prostituida, no es ya un referente, pues el propio presidente Humala ha indicado cuál es su verdadera guía.

Pero las contradicciones no quedan allí. En materia de política exterior o energética, las idas y venidas son desconcertantes. Ustedes recordarán que, al igual que a Cuba, el presidente Humala visitó Venezuela por un día. En ese agitado día de visita, el mandatario peruano y sus ministros se encontraron con un eufórico Hugo Chávez. Se habló y se explicó por todo lo alto que se firmarían convenios energéticos, petrolíferos, que convenían a nuestro país.

El Congreso del Perú, acordándose que tiene poder y una función, la del control político, invitó a los ministros para que hablaran de los convenios petrolíferos con Venezuela. Tanto el presidente Humala como los ministros y uno que otro funcionario defendieron la conveniencia de los mismos. Sin embargo, pocos días después, el premier Valdés dijo que estos convenios no estaban en agenda y que su implementación “estaba muy verde”. ¿Quién los entiende?

Y así por el estilo. El presidente Humala repite diez veces la palabra institucionalidad en entrevista a El País, y en paralelo se esfuerza en debilitar a las instituciones, pues coloca a su promoción en los altos mandos del Ejército, descabeza la Policía Nacional del Perú, obliga a su bancada a blindar a Omar Chehade, entre otras perlas destructoras de institucionalidad.

Podríamos señalar más elementos de juicio, vinculados a él mismo y su desprecio por los compromisos políticos, como ha sucedido con la salida indecorosa y poco digna de la izquierda que colaboró con él desde hace 10 años, o a las contradicciones de sus ministros en los ámbitos de economía, energía, trabajo o salud.

Analizar estos hechos debe constituir la base de una agenda pública de discusión. No podemos ser tan indiferentes ante hechos coincidentes que nos llevan a pensar que se está construyendo un fujimorismo sin Fujimori.