Mafia de complicidad y reacción en el Apra
por Jesús Guzmán Gallardo; Esta dirección de correo electrónico está siendo protegida contra los robots de spam. Necesita tener JavaScript habilitado para poder verlo.
Resulta hipócrita hablar de fraternidad en el aprismo, cuando los fariseos de nuevo cuño se llenan la boca con esta palabra para luego vender a su maestro, a la vuelta de la esquina, actuando al lado de quienes comparten su vocación de corruptos y expresan su desdén por los más pobres.
El verdadero Partido Aprista, el único e inconfundible, se gestó en el sentimiento de fraternidad en la lucha por los más necesitados, no por los más ricos, resultado de una mística construida con amor y sacrificio por el ideal redentor que se sufrió con coraje en la persecución implacable de la plutocracia a través de gobiernos autoritarios, tiránicos y dictatoriales.
¿Qué fraternidad es aquella en se manipulan padrones a su mezquino interés y expulsa a quienes no piensan como ellos o amedrenta a la militancia con matones en un alarde de intolerancia que anula cualquier democracia interna? Como diría Duverger, se han convertido en un clan alrededor de un condottiero de la Italia del renacimiento, aunque aquí son embajadores de la pobredumbre y nadir incontestables.
Al recordar este mes, un aniversario más del natalicio de Víctor Raúl, me veo en la necesidad pedagógica de hacer algunas precisiones impostergables; habida cuenta que en nuestro país pocos leen y algunos investigan y muchos ignoran porqué el Partido Aprista se ha reducido a mínima expresión ridícula y ha dejado de ser alternativa popular para el cambio en beneficio del pueblo.
Notará el lector avisado que cuestiono el uso actual de la palabra “fraternidad”, que como “revolución”, han dejado de pertenecer al vocabulario aprista por carecer de sentido y haber sido reemplazadas por “complicidad” y “reacción” por obra y gracia de felones como Alan García, Jorge del Castillo, Mauricio Mulder, Omar Quesada y otros integrantes más de la mafia atrincherada en el local de Alfonso Ugarte de Lima.
Años atrás, Orison Pardo Matos, excelente líder y ex parlamentario aprista de intachable trayectoria, expresó lo siguiente: “A las siglas del APRA hay que quitarle la letra R porque ya no tiene nada de Revolucionaria”. Frases dolidas, reales e impactantes aludiendo a la traición de los que habiendo secuestrado al Partido Aprista han adoptado un lenguaje y conducta conservadoras que por inercia proditora los sitúa en las antípodas ideológicas del pensamiento de Haya de la Torre.
La unidad sostenida por la disciplina, que supone enseñanza y ejemplo, se ha roto definitivamente por acción del egoísmo sustentado en personalismos basados en vidas estériles caracterizadas por una falta integral de escrúpulos.
No puede haber unidad en torno a sinvergüenzas que cincelan monumentos a la estulticia de dineros mal habidos. Sus corifeos, vale decir malinches y felipillos modernos, se desgañitan gritando y solicitando “unidad” de acre sabor a desvergonzada impunidad y blindaje frente a los delitos cometidos.
La unidad que los alanistas conciben es la que se afiata en las monedas que reciben del Leviatán como precio de sus “conciencias”.
Hoy quieren vender la monserga que se están enfrentando los castillistas con los mulderistas; ¡no señor! sólo bobos e intonsos creen tal disparate. Ocurre que les seduce la ambición por el poder, así esté tembleque, buscando mantener incólume sus chacras para venderlas a la derecha y para disputarse las migajas que les arrojan desde el poder mediático. En resumen son lo mismo, soldados por la traición y la corrupción que los aglutina e identifica. El padrino de la mafia alanista es Alan García, a quien deben complicidad, los demás son los Corleone, los Nitti, los Luciano, los Capone y los cara cortada de la Cosa Nostra criolla.
La lealtad es un valor que desconocen los alanistas: todos y cada uno de ellos ¡tienen precio que discuten hasta donde se los permite el apóstata obeso y vanidoso! Fariseos, ignorantes y rastreros sólo reconocen el tintineo metálico como buenos discípulos de Judas Escariote.
La lealtad hecha carne y orgullo, no la de Mantilla, es la de los verdaderos apristas que defienden los intereses de los desposeídos, los que exhiben su pobreza como blasón obtenido en la escuela de la lucha y el sufrimiento por las ideas de Haya de la Torre, por su desprendimiento, honestidad y humildad que los hace grandes y confiables de la fe de un pueblo que ansía la redención definitiva. Son los que no han arriado ninguna bandera auroral y enfrentan a los revisionistas por encargo y de última hora sintonizados con los grupos de poder económico. No se dieron cuenta, o no quieren hacerlo, que caído el muro de Berlín la razón se la dio el tiempo a Víctor Raúl y sus ideas recobraron vigencia insospechada y monumental.
El APRA como formulación ideológica de nuestra realidad está intacto.
El Partido Aprista secuestrado está hecho pedazos y otros agitan sus pendones invictos aunque algunos, y debo decirlo, lo hacen demagógicamente para encandilar al electorado y luego traicionarlos.
El Partido Aprista no fue por definición agrupación de ricos o grandes empresarios, sin embargo los que hoy administran ilegalmente sus despojos se han hecho millonarios con el dinero de las arcas estatales y las coimas de sus compañeros de ruta en la esquilmación al pueblo.
Y si algún “escéptico” alberga aún dudas que eche una mirada al informe de la Contraloría que denuncia la existencia de 10,000 corruptos en la última gestión de García, las sobrevaluaciones de Provías, el tren eléctrico, los colegios emblemáticos, los inmensos faltantes en la Cuenta General de la República, sobre todo en los ministerios de Transportes, Defensa, Interior, que no pudo aprobar el Congreso anterior.
Si a esto sumamos las concesiones en Olmos, puertos y aeropuertos y el faenón de despedida como la centena de decretos de urgencia de que tendrá que dar cuenta García y vía el cual favoreció a sus amigos del grupo Benavides, Romero, Telefónica, Cosapi, Graña y Montero, Odebrecht, entre otros, la bolsa debe estar pesada ¡y maloliente!.
¡Esto es traición a los valores éticos y morales que hicieron indestructible al Partido de Haya de la Torre!
Al rescate del aprismo, que congrega a los apristas de línea consecuente y honorable, denunció la conversión derechista de García y su alianza contranatura con el fujimorismo corrupto, genocida y entreguista (Dios los cría y ellos se juntan) que data de la década de los 90s.
Ningún analista, por poco enterado que esté, diferencia a García, del Castillo, Mulder y todos sus adláteres de Lourdes Flores, de Toledo, del ciudadano norteamericano Kuczinski, de Castañeda, de Valdés y por ende del reo Fujimori.
Basta observar la prensa hablada y escrita de derecha que le obsequia tribuna y los esfuerzos de sus comentaristas y columnistas para que fortalezcan sus lazos adentro y fuera del Congreso en beneficio de los dueños del Perú, vale decir de la reacción plutocrática. No resulta, pues, extraño que García Pérez conceda indultos a Crousillat y cientos de narcotraficantes y que reculara cuando las papas quemaban como en el pretendido indulto al ladrón Fujimori que conversó con Humala tratando, sin éxito luego, de desdecirse en versión cantinflesca. Puso al descubierto una conducta que ya el pueblo comienza a conocer: su congénita cobardía.
¿Qué se puede esperar de alguien que nunca trabajó y que cuando intentó hacerlo fue para defender narcotraficantes como es el caso de Alan García?
No cumplió sus promesas electorales, ni en 1985 y tampoco en el 2006, estafando como cualquier farsante al electorado y sobre todo por haber dado la espalda a los trabajadores sumidos en una explotación casi esclavizante.
No habrá, por lo tanto, Día de la Fraternidad hasta que sean expulsados los apóstatas y traidores y una nueva generación de auténticos apristas revolucionarios reconstruya el movimiento que creara Víctor Raúl Haya de la Torre como mejor homenaje y restituya los verdaderos valores de fraternidad y solidaridad con los trabajadores manuales e intelectuales, tal y como apuntara certeramente en frases hermosas el inolvidable Manuel Seoane en 1947.
Al recate del aprismo expresa su solidaridad e identificación con la Marcha por el Agua de nuestros hermanos de Cajamarca en su lucha contra las empresas saqueadoras, consecuentes con el ideario aprista y en la misma línea de la causa de los luchadores de Bagua que hicimos conocer con oportunidad.
De la misma forma, expresamos nuestra solidaridad con el juez español Baltazar Garzón que tuvo el coraje, del que carecen muchos jueces criollos, de enjuiciar al dictador genocida Pinochet y otros violadores de derechos humanos en el mundo y condenamos el fallo de los jueces de estirpe fascista que prevaricaron.
Contra el imperialismo, por la unidad de Indoamérica, para alcanzar la justicia social.