La caída de Florindo

Por Gustavo Espinoza M. (*)

Florindo Eleuterio Flores Hala, publicitado por la estructura terrorista y los grandes medios de comunicación como “Artemio”, fue detenido en la mañana del domingo 12 de febrero en las inmediaciones de la posta médica de Santa Rosa de Mishollo, en la choza Cachiyacu, en el Alto Huallaga en la selva peruana. Desde algunas horas antes se sabía que había quedado gravemente herido luego de un intercambio de disparos al que fueran ajenas las fuerzas de seguridad. Elementos del propio entorno de Florindo lo atacaron con el ánimo de doblegarlo para así entregarlo a sus captores y cobrar -a cambio de su cabeza- una gruesa suma de dinero. Al operativo no habrían sido ajenos agentes de los servicios secretos “infiltrados” en su organización.

Florindo ha sido presentado como “el último líder vivo” de Sendero Luminoso. También, como “el último integrante del Comité Central Histórico” que jefacturaba Guzmán. Incluso se ha dicho de él que participó en la danza griega con la música de Theodorakis, que sirvió en su momento para exaltar los extraños rituales de una secta oscura y poco conocida. Ninguna evidencia notable ha sido mostrada para confirmarlo. Pero la leyenda en tal sentido, ha quedado virtualmente construida.

Será preciso observar e investigar mucho en torno a este personaje que, de la noche a la mañana, pasó a convertirse en la figura central de cuanto noticiero de la radio o de la televisión se propaló en el Perú. Y, probablemente, habrá espacio para ello, por cuanto se estima por lo menos en un año el tiempo que requerirá su “puesta a derecho” y su procesamiento en los tribunales ordinarios. Si no muere ese lapso -cosa que también podría ocurrir- el estudio de las andazas de Florindo habrá de traer algunas luces a la conciencia de los peruanos.

Hoy nadie niega que Florindo Flores Hala fue un miembro del ejército. En 1979, es decir en la víspera del inicio de la “insurgencia senderista” cumplió su Servicio Militar Obligatorio que muy pocos cumplen en nuestro país; y fue destacado al Batallón de Tanques N. 221 de Locumba en la región de Tacna. De esa experiencia le quedaría su porte militar, su manera directa y clara de hablar con sus interlocutores, su cortedad de palabras y su íntima vocación castrense, la misma que, al ser capturado, lo llevó a decir: “Yo quiero pelear con Chile, quiero pelear contra Chile. Yo soy un Comando”, sin precisar por cierto si aludía a su preparación militar, a su condición castrense.

Es bueno que en esta circunstancia tratemos de reconstruir serenamente cuál fue realmente la actividad de este extraño, y también oscuro, personaje.

En realidad se le detectó algunos años después de la caída de Guzmán, en 1992, e incluso de la caída de Fujimori, en el año 2000. Bajo el régimen de “el chino” no se conocía de su existencia aunque sí se hablaba, eventualmente, de una “incursión senderista” en el Alto Huallaga cuando se quería dejar constancia que -¡cuidado!- la subversión no había muerto- A partir de los primeros años del presente siglo, Florindo -o Artemio- salió a luz pública.

Llamó la atención desde el comienzo porque aparecía como jefe de un Comando Operativo clandestino integrado por una veintena de combatientes que lucían todos la misma indumentaria: botas de corte militar, pantalones negros, polos también negros ajustados a dorsos atléticos  y adornados con un vistoso símbolo -la hoz y el martillo- y una inscripción que decía “Ejército Guerrillero Popular. PCP”, y protegidos por llamativos chalecos anti balas.. Todos ocultaban sus rostros con una prenda de cabeza muy usada en las zonas cordilleranas del país: un pasamontañas, que impedía identificar personas. Sólo Florindo se mostraba con el rostro enhiesto y con un kepí militar. Los uniformados cantaban consignas, hacían desplazamientos deportivos y mostraban su “preparación de combate” como suelen hacerlo los conscriptos de cualquier estructura armada. Y portaban fusiles Kalil o AKM, retrocargas, lanza granadas, dinamita y abundante parque que hoy ha sido intervenido..

Todos sabían dónde estaba, en qué zona operaba, qué lugares frecuentaba, y qué acciones hacía. Los canales de televisión con cierta frecuencia llegaban hasta su campamento y lo entrevistaban “en vivo” para mostrarlo como la expresión del senderismo activo y señalarlo como “la prueba” de que el peligro sobre nuestra sociedad estaba vivito y coleando. Incluso periodistas de cierta solvencia, como Gustavo Gorriti podrían hoy decir sin mentir, que hablaron con él más de un vez en su campamento. Solo las autoridades públicas ignoraban sus andanzas, o simplemente se hacía de la vista gorda, sin explicación alguna. Ahora debieran decir por qué no lo capturaron antes. Alan García podría comenzar.

Y es que las cosas empezaron a cambiar sólo a partir de julio del año pasado con el nuevo gobierno. El Presidente Humala se mostró cauteloso, pero también serio, en el tratamiento del tema. Y prometió que no iba a descansar hasta tener en sus manos al personaje de marras. Y finalmente, así ocurrió.

Pareciera que no fue fácil la detención de Florindo. Como se ha dicho, todos sabían dónde estaba, pero nadie lo veía. Hasta que finalmente ocurrió. Una diligente patrulla lo cercó y explotó con habilidad algunas contradicciones que surgieran en el torno del buscado. No se sabe, en realidad, si fueron los “suyos” que lo traicionaron, o si más bien se trató de efectivos del Estado sembrados en su entorno los que actuaron; pero, unos u otros, lo desestabilizaron hasta generar su caída. Aún así, no fue simple. Cercado, huyó. Y huido, se refugió en una Posta Médica. Y detectado en ella, escapó hacia el río. Ubicado, quiso fugar en un bote, pero las fuerzas no le dieron para más. Estaba herido, y además, solo. Sus dos lugartenientes -aun no identificados- lo habían abandonado y, ellos mismos, habían sido detenidos.

Cabe preguntarse hoy día qué hizo, en todos estos años Florindo y su grupo ¿alguna acción revolucionaria? ¿Liberaron algún pueblo? ¿Repartieron víveres entre las poblaciones famélicas que pululan en la zona? ¿Dictaron charlas sobre temas de salud, educación u otros a las comunidades del lugar? ¿Hicieron propaganda a favor del socialismo y su causa entre los habitantes de la región? Lo que sí es claro es que repartieron abundante papel con la hoz y el martillo y pintaron dicho símbolo en cuanta pared tuvieron al frente.

Pero hasta lo que se sabe, su actividad fue muy limitada. Se redujo a atacar algunos puestos policiales para obtener armas y victimar a policías. Cuando eso ocurría, los medios se encargaban de propagandizarlo a su manera: “los terroristas mataron a valerosos policías”. La foto siguiente mostraba el puesto policial destruido y la hoz del martillo como la expresión del ataque. Era suficiente para que los áulicos de la clase dominante hablaran del “terror rojo” y de la “barbarie marxista”.

Será bueno, entonces, que ahora se investigue. Y se investigue bien. Que se sepa quién -o quiénes- mantuvieron esa patrulla varios años allí y por qué lo hicieron; de qué recursos dispusieron para mantenerse en una zona tan agreste; cómo obtuvieron armas sofisticadas, teléfonos satelitales y otros avanzados instrumentos de comunicación y control; qué nexos tuvieron con el narcotráfico y por qué se prestaron a actuar como coludidos con él. Y es que en más de una ocasión han fluido denuncias en torno a arsenales de armas que “se perdieron” en el traslado al Alto Huallaga sin que nadie responda por ello; o casos de agentes del Estado que vendieron armas, o las entregaron a los supuestos senderistas, nadie sabe a cambio de qué  Incluso se supo de oficiales que tuvieron a su cargo destacamentos fantasmas, que les sirvieron para cobrar planillas y apropiarse de fondos destinados a personal inexistente.

Por lo general, la “tarea” más común de los efectivos de Florindo allí situados, fue aniquilar a efectivos del Estado ligados a la lucha contra el narcotráfico. Esporádicamente abatieron a integrantes del ejército dado que estos no tienen a su cargo el enfrentamiento a tales elementos. Pero en todos los casos, desataron pánico y muerte entre las poblaciones más deprimidas. Y el valerse de la hoz y el martillo, mimetizaron el crimen con el ideal socialista.

Ahora está más claro todo ese juego. Pero a él se añaden otros elementos de la coyuntura. Todos sabemos -lo hemos visto- que el Presidente del Consejo de Ministros, el señor Valdez no tuvo ni arte ni parte en la captura de Florindo. En ella, estuvieron los ministros del Interior y de Defensa. Y al Presidente Humala -a quien no lo pillaron pescando, como a Fujimori-. Pero ya apareció quien hablara de “los éxitos de Valdez” y “los méritos de su política”. Eso es lo que los cristianos llaman otorgarle el pecador  indulgencias, con avemarías ajenas. Pero, además, una acción tan “sonada”, como ésta, va a pretender ser usada como cortina de humo para distraer al pueblo y hacerle olvidar el afecto contundente de la Marcha del Agua celebrada recientemente. Fracasarán también en ese intento. La fuerza del pueblo es más grande que las pequeñas y aldeanas maniobras de sus enemigos. (fin)

(*) Del Colectivo de Dirección de Nuestra Bandera / http://nuestrabandera.lamula.pe