Fraternidad de los corruptos

jorge del castillo 14Por César Lévano

La celebración del Día de la Fraternidad aprista ha sido una exhibición no solo del debilitamiento del partido que Haya de la Torre fundó, sino también de la podredumbre de su cúpula. El cinismo se colocó en vitrina.

 

Jorge del Castillo, el amigo de Fortunato Canaán; Omar Quesada, el que “generosamente” vendió a precio de nada tierras de balnearios del sur; Carlos Arana, quien manipuló sin freno los fondos de programas sociales: ese fue el trío de la noche.

Ese acaparamiento de la noche es una ofensa no solo a la memoria de Haya de la Torre, sino también un insulto a los apristas honestos que, tercamente, concurren a mítines y reuniones de su partido.

Por supuesto que también acudió, aunque tarde, Alan García, el personaje que pasó de cantor aficionado en París a multimillonario en el Perú y el mundo. García se declaró dispuesto a sacrificarse una vez más por la patria. Sabe bien el expresidente que la plata llega sola a Palacio.

En el mitin se vio asimismo a Agustín Mantilla, el dirigente aprista que aceptó que la plata —los dólares— le llegara sola desde la caja fuerte de Vladimiro Montesinos. Mantilla, quien es hechura de García, conoce muchos de los negocios de su jefe, con quien comparte una pasión enfermiza por la matanza. La masacre es el gran amor de su vida.

En los días en que Haya de la Torre fundaba el Partido Aprista Peruano, con banderas antioligárquicas y antiimperialistas, resultó derrotado electoralmente y enfrentó la agresión reaccionaria que mataba apristas en Lima y en Trujillo; en esos días duros, pronunció, en el local central del APRA en Trujillo, lo que ha sido llamado el discurso profético. Dijo entonces:

“Quienes han creído que la única misión del aprismo era llegar a Palacio, están equivocados. A Palacio llega cualquiera, porque el camino de Palacio se compra con oro o se conquista con fusiles. Pero la misión del aprismo era llegar a la conciencia del pueblo antes que llegar a Palacio. Y a la conciencia del pueblo no se llega ni con oro ni con fusiles. A la conciencia del pueblo se llega, como hemos llegado nosotros, con la luz de una doctrina, con el profundo amor a una causa de justicia, con el ejemplo glorioso del sacrificio.”

Ese mensaje, pronunciado el 8 de diciembre de 1931, y que se conservó gracias a versión taquigráfica, penetró en la mente de los sectores populares. Yo he conocido hombres y mujeres de la vieja guardia que repetían de memoria la frase que he citado. Muchos marcharon, ungidos por ese aliento moral y político, a la cárcel, la tortura, el destierro, la muerte.

En ese mismo discurso dijo Haya: “el aprismo, que es justicia, que es redención y es sacrificio, rechaza a los claudicantes y a los oportunistas.” Le faltó añadir: a los cínicos. La Primera.