García y su chacra
por Paco Moreno (*)
A Alan García le interesa un pepino la reorganización del Partido Aprista Peruano. Lo que le importa es el poder y sabe que, para llegar a mandar de nuevo, no necesita un partido organizado porque tenerlo podría ser contraproducente.
Si los apristas, esos que aman a su partido como al Perú, se organizan en serio, serían una fuerza digna que podría limpiarle la cara al APRA de rostros como los de García y Del Castillo y de todo aquel cuyo nombre recuerde al latrocinio.
Mientras gobernaba, García minaba adrede su partido. Hacía vano alarde de que su gestión era exitosa, que hacía un gobierno para todos los peruanos; mientras el APRA agonizaba. Casi moribundo el partido ni siquiera pudo sostener una candidatura presidencial. Mercedes Aráoz fue un juego que García propuso adrede porque sabía que los mismos apristas la iban a tumbar. Y así fue.
Lo que quiere García ahora es que el APRA le sirva, de aquí a unos años, de maquinaria electoral para ponerse la banda ancha de nuevo. Nada más. El resto es cuento y eso lo saben bien Del Castillo y Mulder, quienes sueñan con ser candidatos a la Presidencia de la República y que al final terminarán aceptando a García como el indicado.
Eso de que el APRA es el partido del pueblo se acaba cuando terminan las elecciones. García conoce bien el juego: hay que ser candidato de izquierda para gobernar con la derecha de siempre con el mote conocido de que hay que trabajar para todos, lo cual no esta mal. El problema es que se gobierna para los mismos de siempre, en desmedro de los mismos de siempre.
En 1946, el aprista Manuel Seoane, al proponer el Día de Fraternidad para celebrar el natalicio de Víctor Raúl Haya de la Torre, resaltó que los apristas deben guiarse siempre por el lema: “Fe, unión, disciplina y acción”. García cumple al pie de la letra, pero según su conveniencia: “Los apristas deben tener fe en mí, deben unirse ante mí, deben ser disciplinados y actuar bajo mis órdenes”.
García no habló el viernes por temor al abucheo. Sabe que los apristas de a pie lo detestan por derechista y por unirse al Fujimorismo corrupto. A él, sin embargo, eso le importa poco. El APRA para él es para usar y botar. Digamos que es su chacra. Solo le interesa cosechar sus votos.
(*) Editor
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La Primera.