Cipriani contra damnificados por proteger a García


Pese a que pidió perdón a los peruanos, el cardenal Juan Luis Cipriani vuelve a las andanzas; esta vez no tuvo mejor idea que utilizar el púlpito para defender al presidente Alan García y atacar a los damnificados del terremoto del 15 de agosto de 2007.


Cipriani arremetió en plena misa contra quienes organizan protestas en las zonas afectadas por el sismo, “somos conscientes de que es un deseo de todo el país que las cosas mejoren, pero de allí a aprovechar situaciones dolorosas, delicadas y convertirlas en una bandera política es degradar la dignidad moral de un pueblo y sabemos que los de Chincha, Pisco e Ica lo que desean es una superación, no un enfrentamiento político”, condenó.

“No es el momento de marchas y protestas queriendo aprovecharse del dolor ajeno, me parece que no es el día ni el momento, y, por lo tanto, hago un llamado a que en un clima de paz, en un clima de serenidad, este año que viene realmente veamos un ritmo diferente en la reconstrucción de toda esta zona”, sermoneó.

Cipriani de esta forma se suma al juego del gobierno y la prensa oficialista, quienes consideran a los pisqueños gente sin inteligencia y sin causas objetivas para protestar y que sólo se dejan conducir por agitadores con ambiciones políticas, como si estuviesen obligados a permanecer callados ante tanta incapacidad e indicios de corrupción.

Paz

Cada vez que hay un conflicto que implica abuso del gobierno o inmoralidad, religiosos politizados como Cipriani salen a manipular y condenar a la población en nombre de la paz.

Más moral católica que el cardenal han demostrado esta vez los damnificados, quienes podrían darle una homilía, porque la paz no se construye con el abuso ni con el ocultamiento de malos manejos de los poderosos. Mientras los damnificados actúan como Juan el Bautista, denunciando el derroche de millones y solicitando acciones y cuentas claras, Cipriani actúa como Herodes, pidiendo la cabeza de los sureños.

Todos somos testigos de los derroches en propaganda para satisfacer los apetitos de la prensa complaciente, que una y otra vez hablan de los presuntos “avances del gobierno”, libreto en el cual ahora han incluido los presuntos gastos en la reconstrucción que nadie ve.

Según Cipriani, al igual que la prensa cómplice, los damnificados deberían guardar silencio ante los escándalos de corrupción, incluyendo el SIS, y ante el desprecio por ellos que ha significado marginarlos y mantenerlos en una situación de semiabandono, con el agravante de que no hay cuentas claras por ninguna parte. Los sureños no piden un favor, es obligación del gobierno atender esas necesidades, son fondos del gobierno, de todos los peruanos y de particulares nacionales y del exterior.

Parece que el cardenal se ha olvidado del catecismo, que indica que por el bautismo todo católico participa de la misión profética de Cristo, la cual está muy lejos de callar inmoralidades y muy cerca de denunciarlas, algo que él no hizo ni hace tratándose de los poderosos, pero que sí están haciendo los sureños.

La “paz” para acallar la protesta


En un intento de disuadir de la protesta (probablemente para ayudar a García, que cae en las encuestas y fue repudiado en Pisco), ciertos personajes del clero (¿por encargo de Cipriani?) tuvieron el descaro de realizar en el sur grandes misas por la paz, contando además con la asistencia obligatoria de escolares, con motivo del aniversario del sismo.

Así pretendieron manipular el descontento y evitar la protesta para que García no quede mal. Si alguna denominación y temática central debían tener esas misas era la plegaria por las almas de los difuntos, no la paz, porque no estamos en guerra ni en peligro de guerra. Pero para el cardenal parece guerra que la población pueda reclamar con la verdad y protestar pacíficamente por la injusticia.

Ciertos religiosos deberían dejarse ya de manipular en nombre de la paz cada vez que quieren defender a los poderosos. Todos queremos la paz, pero paz con justicia, la injusticia siempre traerá conflicto, por eso mejor es que prediquen sobre la justicia que tanto hace falta en el Perú, antes que sobre la paz, porque somos un pueblo pacífico, justicia es lo que hace falta, los damnificados no son ninguna amenaza.

Hablando de justicia y de damnificados, ¿por qué el cardenal no presenta también un balance claro de los ingresos y egresos detallados? ¿Qué hace el Arzobispado con los miles de dólares que sin perdón exigen mes a mes a cada parroquia de Lima? ¿Cuánto de esos fondos han asistido a los damnificados?

Lo que se ha visto es colectas especiales adicionales para los iqueños, pero no sabemos de cuánto dinero se ha desprendido —si se ha desprendido— el Arzobispado y en qué ha gastado. El Vaticano publica balances, ¿por qué no vemos cuentas del Arzobispado? ¿Por qué en zonas pobres ni siquiera regalan catecismos a los niños que se preparan para recibir la primera comunión? ¿Por qué no les regalan libros con buenas lecturas? Cipriani por lo menos debería dar el ejemplo en transparencia, a ver si su protegido, el Presidente de turno, se anima a imitarlo.

Empleando sus mismas palabras, pues habla de “degradar la dignidad moral” de un pueblo, ¿acaso no es más degradante que una protesta, la falta de transparencia y el disimulo cuando vemos escándalo tras escándalo?