Herbert Mujica Rojas

Díceme un amigo de inteligencia potente que las cosas se caen de puro maduras. De repente eso ocurre en alguna nación civilizada pero en un país bananero como el nuestro, pleno en historiadores plásticos, rico en políticos de nivel zoológico, colmado de intelectuales a la carta, premunido de organizaciones de nuevos gángsteres que han hecho del mercenarismo al mejor postor un apostolado, abarrotado de brutos con miles de diplomas pero que ignoran todo salvo aquello por lo que le dictan que diga y parafraseando al viejo alcalde capitalino quien se refirió al proceso de cojudización de la gripe, afirmo: en Perú hasta la inercia se acojuda. Nada viene solo si no es por acción y empuje.


En efecto. La lobotómica inacción del esteta que aguarda esas maduraciones es la viveza criolla que todo lo facilita engrasando mecanismos o aprovechando simplemente del conocimiento sabio que es entender a la entelequia que espera que las cosas lleguen o caigan del cielo. La bobería esa de los peces y los panes sólo puede leerse en pasajes bíblicos.

Pongamos ejemplos imbatibles. ¿Por causa de qué si junta usted cinco peruanos obtendrá más de cien opiniones distintas sobre cualquier cosa? No es del caso atribuir al ingenio semejante chisporroteo cerebral. De repente es todo lo contrario: cuando la inercia se acojuda produce esperpentos con saco y corbata que llegan a ministros, embajadores, congresistas, cuando no intelectuales al peso avaluados en dólares y euros para resguardarse de los vaivenes de la moneda gringa.

¿Tienen alguna representación los partidos políticos? No, son meras corporaciones proveedoras de burócratas, en no pocos casos de sinverguenzas con pasados delictivos y monreros. ¿Funcionan los controles o filtros en el interior de estos grupos? ¡Tampoco! Sí, por el contrario, imperan las maquinarias cerradas, sectarias, conservadoras del status quo que manda no perturbar en nada el perverso diseño que apunta a enriquecer a los vectores y a las sociedades que lideran los negociados y en la sucia actitud de regalar el país vía concesiones, contratos con nombre propio, TLCs claudicantes y decretos leyes reaccionarios y so pretexto de no generar "inestabilidad política". Los no activos permiten con su silencio que la inercia acojudada in extremis sea aprovechada por otros, los que entienden que aquellos NO van a hacer nada.

¿Qué perpetra el gobierno? Obedece al diseño, lo administra en nombre de quienes son el real poder por una razón fundamental: el gobierno lo tiene cualquiera. El poder es otra cosa y es el que nos embute sebo de culebra y nos tasa la moneda, nos dice si somos elegibles para créditos, nos radiografía cual guarismos fríos y nos sindica como conejos experimentales para sus armazones económicos que no se salen del modelo clásico: los ricos se hacen más ricos, y los pobres y tontos, más pobres y bobos. ¿Qué sociedad doctrinaria, pensante, ideológicamente formada, opone algo o estructura acción política contra semejante realidad cruel? ¡Y no vengan a decir que los fautores de recetas de hace cuarenta años muestran originalidades otoñales! Cuando la inercia acojudada se une a la mediocridad sempiterna se produce un hueco negro inextricable.

Insisto. En Perú no hay nada que madure y evolucione per se. La historia que desde hace más de 180 años se cuenta en los colegios está plagada de mentiras, héroes falsos, hechos inexactos, protagonismos superlativizados, en suma negra: un fardo de monsergas y basta con recorrer las calles y plazas y ver qué nombre llevan. Verbigracia: ¿serán pocas las que tengan el nombre de Piérola, el regalador de Lima en 1881 y las de Bolívar el declarado enemigo del Perú que le enajenó Guayaquil y luego le declaró la guerra? ¿Y qué se ha enseñado por decenios de años en el país? Es que la inercia acojudada dejó hacer, dejó pasar a los vivos que siempre supieron que los muertos vivientes nunca fueron más que eso.

En los días actuales brillan por su ausencia los iconoclastas. Hay los repetidores de las ideas de otros. No pocos viven, duermen, copulan y citan hasta el hartazgo a Norberto Bobbio, pero desconocen las monumentales imposturas que nos han contado los historiadores de plástico. Y aún así figuran como "formadores de opinión" y apenas si superan el suma cum laude que les otorga la inercia acojudada premiadora de mediocres ante la mirada impávida, consentidora, cómplice, del resto.

No hay duda, en el Perú, hasta la inercia se acojuda.

¡Atentos a la historia, las tribunas aplauden lo que suena bien!

¡Ataquemos al poder, el gobierno lo tiene cualquiera!

¡Rompamos el pacto infame y tácito de hablar a media voz!

¡Sólo el talento salvará al Perú!

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*Dice el Larousse, cojudo: n. m. Amér. Merid. Estúpido, imbécil. 2.- Argent, Par y Urug. Caballo que se dedica a la procreación, semental.