Celebrar el mestizaje
Carlos Miguélez Monroy (*)
Por primera vez en la historia, los nacimientos de negros, hispanos, asiáticos, caucásicos y personas de otros orígenes superan a los de personas blancas en Estados Unidos, según el US Census Bureau. Aunque los blancos aún conforman el 64% de la población, la tendencia demográfica en Estados Unidos apunta hacia una composición de mayor diversidad étnica.
Aunque lo celebren quienes vean riqueza y oportunidad en el mestizaje, hay quienes alertan de un supuesto peligro de que se pierdan lo que llaman “valores americanos”, como si no fueran “americanos” los descendientes de los esclavos que sostuvieron gran parte de la economía de la que se convertiría en primera potencia mundial. Al abordar la noticia de los nacimientos, muchos medios hablan de un país que fundaron los blancos europeos. Pocos mencionan que lo hicieron a costa de los indios nativos, a los que masacraron en uno de los genocidios más silenciados de la historia, y que acarrea la vergüenza política y social de las reservas de indios, donde viven alienados y muchos mueren alcoholizados.
Aunque nazcan en suelo estadounidense, argumentan las voces alarmistas, los recién nacidos de diversos orígenes se educarán en los valores de sus padres y abuelos “extranjeros”. Pero luego consideran un atentado contra su libertad individual los impuestos para garantizar una educación pública común a todos y que forme a los niños y jóvenes en valores ciudadanos. Hay estadounidenses de segunda o tercera generación de distintas etnias que han hecho suyos los “valores americanos” y que se han integrado en la sociedad. De otra forma, no habrían podido contribuir al crecimiento de la superpotencia norteamericana, fundada sobre unos valores de respeto, de igualdad y de libertad.
Juntos acabaron con la esclavitud, promovieron los derechos políticos y civiles de las mujeres y de los negros. Queda pendiente la efectividad de algunos de los derechos económicos, sociales y culturales de las minorías, más allá de la discriminación positiva. Garantizar un determinado número de latinoamericanos, negros y personas de otras “razas” en las universidades y diversos puestos de responsabilidad puede ser un comienzo. Pero si no se abordan las injusticias desde su estructura, acabarán por convertirse en meros paliativos. Por eso, muchas organizaciones de la sociedad civil piden las mismas oportunidades educativas por medio de una educación primaria y secundaria de calidad para todos los estadounidenses. Del color que sean.
Desde hace algunos años, los talibanes de la supremacía blanca afrontan la creciente diversidad étnica como un problema. Las leyes de Arizona, Georgia, Alabama y Carolina del Sur no sólo criminalizan a los inmigrantes para que les resulte imposible vivir sin miedo, sino que también convierten en sospechoso a cualquier estadounidense con sus papeles en regla por su aspecto físico o por sus nombres y apellidos. Las detenciones sin orden judicial abren la puerta a arbitrariedades basadas en prejuicios racistas, como sucede en el derecho penal y el sistema penitenciario.
Pero no podrán detener el curso del río. Se pueden leer cada vez más nombres y apellidos hispanos, árabes, orientales y africanos en los medios de comunicación impresos y digitales; ya no existe un solo tipo de presentador de la televisión; las facultades de periodismo y muchas otras han abierto más puertas a una mayor variedad étnica y sensibilidad al conocimiento de otras culturas. Esto puede contribuir a nuevas formas de hacer política y a revitalizar los valores “americanos” de libertad y justicia para todos.
La sensibilidad cultural como fruto del mestizaje puede contribuir también a una transformación de la política exterior del país, basada en un “choque de civilizaciones” que esconde guerras encubiertas por el petróleo y otras materias primas. Estados Unidos puede mantener su liderazgo con una política exterior basada en la cooperación y al encuentro de valores comunes entre distintas culturas. La diversidad ayudará a que cicatrice mejor la herida del 11-S.
A pesar de la aparente xenofobia alimentada por el populismo de algunos políticos, un sector importante de la sociedad asume el mestizaje que marcan el presente y el futuro como una oportunidad para revitalizar unos valores que han hecho de Estados Unidos un referente en valores democráticos y de libertad.
(*)Periodista, coordinador del <http://ccs.org.es/> Centro de Colaboraciones Solidarias (CCS)
Twitter: @CCS_Solidarios y @cmiguelez