Mario Huamán en la línea de mira

Por Gustavo Espinoza M. (*)


Suele decirse que hay dos maneras de matar a un hombre. Una de ellas es descargarle un tiro en una región particularmente delicada de su organismo y provocarle así un deceso inexorable.


La otra, es atacar su alma, es decir, descargar contra la persona un cúmulo atroz de agresiones, con el propósito de descalificarlo, desmoralizarlo y quebrarlo, hasta hacerlo morir ante los ojos de sus semejantes.

El primer procedimiento lo usó en el Perú la Clase Dominante para destruir a Pedro Huilca, en diciembre de 1992. Lo esperaron a la salida de su casa, cuando se disponía a llevar a sus hijos al colegio y le dispararon a mansalva hasta provocarle la muerte.

El hecho, sin embargo, tuvo un desenlace imprevisto: Huilca no murió, sino más bien pasó a vivir para siempre en la memoria y en la conciencia de los trabajadores.

Con el tiempo, se convirtió en una herramienta de lucha de nuestro pueblo, y en una acerada bandera de combate que inspira a las nuevas generaciones. Allí, falló el cálculo de sus asesinos.

Probablemente por eso ahora, con Mario Huamán Rivera, el Secretario General del gremio de la construcción y de la CGTP, usan el otro procedimiento: buscan matarlo en vida, destruyendo su imagen, enlodando su prestigio, descalificando su figura ante los ojos de los trabajadores.

En ese empeño se dan la mano el gobierno aprista, la revista "Caretas", cierta prensa escrita liderada por el "Correo" de Aldo Mariátegui y cómo no la Tele, donde Cecilia Valenzuela escribe semanalmente sus más impúdicas deyecciones, las que brinda entusiasta desde que se graduó como aprendiz de bruja en el periodismo peruano.

Por eso todos ellos han traído nuevamente a luz la desgraciada muerte de José Kosigawa Kosigawa, quien perdiera la vida de modo no plenamente esclarecido en septiembre de 1993.

Y han usado el hecho para incriminar al líder sindical, sancionado en su momento por lo que en materia jurídica se conoce como "homicidio involuntario" con un año de cárcel.

No nos ha colocado la investigación periodística ante un intento sano, pero tardío, de hacer justicia a un hombre que murió en circunstancias dolorosas hace quince años.

Más bien nos ha mostrad el rostro de una campaña inmunda, azuzada desde los medios de comunicación en el empeño de desacreditar y sepultar a un dirigente sindical que en la coyuntura concreta ha emergido a la cabeza de un vasto movimiento social que recusa el "modelo" neo liberal y combate con él al corrupto y despreciable gobierno del Presidente García.

El punto débil de la campaña de prensa desatada en torno al tema, estriba precisamente en el esfuerzo que hace la derecha para politizar el caso y presentarlo como el ejemplo de una conducta violentista que descalifica a la izquierda en el escenario nacional.

Olvida ese mecanismo, que en el Perú en aquellos años, se vivía un clima de violencia generalizado en el que resultaba muy común que ciertas personas usaran armas para proteger sus vidas.

Un disparo inadvertido con una de ellas -una pistola de 9 mm- segó accidentalmente la vida de Kosigawa, y hoy el hecho busca ser presentado como una suerte de "crimen alevoso" que descalifica de por vida al líder de la CGTP y desacredita al conjunto del movimiento que combate y se enfrenta al gobierno actual.

El accidente ocurrió, en efecto, cuando ambos manipulaban un arma cuyo funcionamiento aún no dominaban bien. Estando solo en una habitación, se produjo el disparo que segó la vida de uno de ellos en tanto que el otro "se puso a derecho" en forma inmediata y se entregó a la justicia.

¿Alguien podría asegurar que los hechos no ocurrieron de ese modo? La Familia del occiso no presentó demanda, ni denuncia alguna. La policía investigó el hecho y puso el caso en manos del Poder Judicial, el mismo que dictó una sentencia que hoy se juzga "benévola".

Por eso algunos pretenden ahora deducir que en torno al caso, hubo una ingerencia abrupta: la del gobierno de entonces que "pactó" -se asevera- una suerte de "paz social" a cambio de impunidad.

Entendámonos: Hace 18 años, Mario Huamán -que hoy está en la línea de mira de la Clase Dominante- no era el Secretario General de la Federación de Construcción Civil, ni el máximo dirigente de la CGTP. Ni aun queriendo, hubiera podido convenir con el régimen de entonces un entendimiento bajo cuerda para evitar conflictos sociales.

No se puede analizar los hechos del pasado tomando para el efecto los elementos que nos muestra la realidad de hoy.

Aunque claro, hoy tampoco nadie podría "garantizar" el régimen aprista tranquilidad social cuando este agrede sistemáticamente a los trabajadores y al pueblo.

La campaña desatada en torno al tema, habrá de pasar. Nada puede mantenerse mucho tiempo en el centro del interés ciudadano si no tiene que ver directamente con la realidad que afronta.

Y esa realidad, no esta signada por las acciones de Mario Huamán, sino por la política oficial que encuentra creciente, y combativa, resistencia popular.

La CGTP, que tiene una historia descollante al servicio de los trabajadores y el pueblo, no se verá sensiblemente afectada por esta ofensiva. Y continuará en su empeño por sembrar conciencia y sentimiento de clase y por alentar y promover las luchas por un Perú mejor (fin)

(*) Del Colectivo de Dirección de Nuestra Bandera. www.nuestra-bandera.com