Perú: El gabinete Simon
Por Gustavo Espinoza M. (*)
La opinión pública peruana no esperaba que el desenlace de la crisis parlamentaria que derivó en la caída del Gabinete Del Castillo en la primera semana de octubre, tuviera como secuela el advenimiento de una nueva administración liderada por Yehude Simon Munaro. Lo no previsto, sin embargo, ocurrió y el ex "radical de izquierda" como le gusta denominarse, es hoy un adusto Premier en un régimen que se descompone, y que preside en permanente crisis Alan García Pérez.
Por Gustavo Espinoza M. (*)
La opinión pública peruana no esperaba que el desenlace de la crisis parlamentaria que derivó en la caída del Gabinete Del Castillo en la primera semana de octubre, tuviera como secuela el advenimiento de una nueva administración liderada por Yehude Simon Munaro. Lo no previsto, sin embargo, ocurrió y el ex "radical de izquierda" como le gusta denominarse, es hoy un adusto Premier en un régimen que se descompone, y que preside en permanente crisis Alan García Pérez.
Digamos, en primer lugar, para poner las cosas en su sitio, que Yehude Simon nunca fue guerrillero. Tampoco un marxista leninista adscrito a las formas armadas de lucha, como suele decir cierta prensa desinformada. Fue un parlamentario de Izquierda Unida que, acosado por un escenario concreto, fue derivando en posiciones "más izquierdistas" que su conglomerado y que terminó escindiéndose del mismo hasta crear un nuevo movimiento —más bien pequeño— que, en su momento, denominó "Patria Libre". Desde el punto de vista ideológico fue un cristiano de Izquierda que, entusiasmado por los avances de la lucha nacional liberadora de los pueblos de América Latina en los años 80, resolvió alentar acciones armadas del MRTA, aunque nunca se sumó formalmente a su estructura político-militar.
Era ese el primer periodo constitucional de Alan García, entre 1985 y 1990. En él, Simon enarboló la justa defensa de los Derechos Humanos y con otros parlamentarios de izquierda defendió a centenares de ciudadanos victimados por la ofensiva terrorista del Estado. Al término de su gestión, se fue del país, pero retornó convencido que su accionar no le generaría consecuencias perjudiciales. Se equivocó, por cierto.
Los Servicios de Inteligencia, que habían intentado incluso matarlo mediante la acción de grupos especiales, lo usaron como "chivo expiatorio" porque eso respondía a los objetivos subalternos de la Mafia de entonces. Lo encarcelaron, procesaron y condenaron en un juicio militar sin pruebas a veinte años de cárcel. Fue un típico ejemplo de lo que ocurre cuando una persona no es sometida a un debido proceso y queda a merced de sus enemigos. Como él, sin embargo, hubo miles de peruanos que sufrieron esos, u otros, apremios, o que simplemente perdieron la vida.
El comportamiento de Simon en prisión no fue precisamente ejemplar. Algunos aseguran que canjeó su posición política por su bienestar material y abandonó a los suyos a cambio de un puesto que le dieron como administrador de la Biblioteca del Penal. Después, hizo un discurso de bienvenida a Fujimori, cuando este visitó el centro penitenciario donde no hacia mucho tiempo habían sido asesinados alrededor de 25 destacados luchadores sociales que se hallaban encarcelados. Como lo ha recordado recientemente César Hildebrandt, Simon cometió el desatino de elogiar la política penitenciaria del fujimorato a sabiendas que víctimas de ella eran sus propios compañeros, y muchos otros peruanos a lo largo y ancho del país.
El gesto no le fue recompensado, y debió permanecer tras las rejas hasta que, finalmente el año 2000 y por disposición del Presidente Paniagua, se vio favorecido por un indulto que lo puso en la calle.
A partir de allí tuvimos a ocasión de conocer a otro Yehude Simon. Se apartó de sus prédicas iniciales, y se comprometió públicamente a recusar la violencia. Después, en el 2002, en el marco de las primeras elecciones para los gobiernos regionales, fue elegido Presidente de la región Lambayeque, por la que postuló liderando un conglomerado de fuerzas independientes. La gente votó generosamente por él, sin pedirle mayores explicaciones, como un modo de reivindicarlo ante los ojos de la sociedad y reparar con su elección el daño moral y material que le había ocasionado su injusta carcelería. Después, el 2006, lo reeligió para el cargo.
No le fue mal a Yehude Simon en su gestión gubernativa local. No necesariamente ella fue eficiente, pero sí, en lo fundamental, honrada. Desde el 2002 hasta la fecha no fue acusado de ningún latrocinio que pudiera afectarlo. Al contrario, se ponderó su probidad, discreción y austeridad en el manejo de los fondos públicos, virtudes sin duda en un país como el nuestro en el que, para decirlo en palabras de González Prada, donde se pone el dedo, brota la pus.
A partir del 2006 el rumbo político de Simon se vio afectado por el síndrome del alanismo que anegó a una buena parte del movimiento popular. Siendo García el Jefe del Estado, se sintió en "el deber" de complacerlo y elogiarlo para arrancarle beneficios de orden local. Lo consiguió a medias, pero para el ciudadano de a pie, las concesiones que le hizo a García a cambio de tan poco, no valieron la pena. Y fueron tonadas casi como una capitulación.
Objetivamente, hoy Yehude Simon es el nuevo Presidente del Consejo de Ministros y su designación ha generado suspicacias de todo orden. Para algunos, simplemente se ha vendido al gobierno e hipotecado su política en provecho del "modelo". Para otros, se ha dejado arrastrar a un filo peligroso jugando con fuego por ambición personal. Hay quienes, sin embargo, lo ven con simpatía, aunque sin fe. Estos últimos, están dispuestos a esperar qué ocurre.
Simon encabeza un Gabinete en el que no tiene mayoría. Hay un tercio de Ministros del Gabinete anterior, que han sido ratificados. Otro, que pertenece a lo que podría denominarse la "cuota" de Apra en el Ejecutivo militantes del Partido, solo hay dos. Y el tercero, compuesto por independientes, algunos de los cuales tienen vínculo directo con el nuevo Jefe del Gabinete. Un rasgo positivo, sin embargo, es el retiro de gentes que estaban objetivamente descalificadas como Hernán Garrido Lecca (Salud) o Rafael Rey (Producción) o el Titular de Agricultura, Benavides Ferreyros. En cambio, negativa resulta la permanencia en sus puestos de otros igualmente descalificados, como Antero Flores Araoz (Defensa) o Eugenio Chang (Educación) o Verónica Zavala, de Transportes.
Tampoco Simon cuenta con respaldo parlamentario. Su Partido -el "Partido Humanista"- es una fuerza muy local, precaria, y muy relativa, y no tiene un solo parlamentario de los 120 que constituyen al Cámara Unica. El respaldo que espera obtener, en ese ámbito, es el del APRA y el de otras fuerzas de centro, con los que espera estabilizar una gestión. No le resultará fácil.
¿Qué buscará Simon en esta circunstancia? En primer lugar, afirmar su imagen política dado que -como lo ha proclamado en forma reiterada- aspira a ser candidato presidencial en los comicios del 2011. Procurará, entonces, no "desgastarse", ni perder credibilidad política. Eso podría ser el sepulcro de sus intenciones.
Buscará, en segundo lugar, conocer al monstruo "por dentro", es decir, adentrarse en la estructura del Estado para entenderlo bien y estar en condiciones de usarlo en beneficio de sus propósitos más adelante.
Y en tercer lugar, procurará obtener beneficios materiales que le permitan sustentar sus expectativas. Por sus antecedentes, es de suponer que hará uso sólo de recursos lícitos, y no de procedimientos vedados que podrían colocarlo en la picota de la ira popular.
Lo previsible, entonces, es que su gestión no sea muy extendida. No tendrá, tampoco, aire para mucho tiempo. Hay quienes aseguran que fue puesto en la vitrina para que nuestros distinguidos invitados del exterior -los que vendrán al Perú a fines de noviembre para la Cumbre de APEC- vean que aquí hay gobierno. Puede ser. Pero es posible también que dure unos meses más. Ya lo veremos.
Entre tanto, tiene enormes retos por delante. Con el APRA en el gobierno, la corrupción es una hidra de mil cabezas. Pero, además, el escenario social es muy convulso. Y si bien Simon puede enfrentar con los médicos en huelga, su primer acuerdo; luego vendrán conflictos mayores, de orden regional y social, que difícilmente podrá afrontar.
El pueblo no debe incubar ilusiones infundadas. Lo real es que no importa aquí quién sea el Primer Ministro. Lo importante es saber que seguirá en la conducción de la economía el funcionario que nos puso en ese puesto el Fondo Monetario, en Comercio Exterior la titular que alentó el TLC con los Estados Unidos y en Defensa el que aplica la "estrategia antisubversiva" que todos conocemos. El "Modelo" en toda su real dimensión.
El primer choque con ese rumbo -si lo hubiera- dará al traste con Yehude Simon, lo que podría convenirle, además, en términos de acumulación de fuerzas e imagen electoral.
Las interrogantes están planteadas, entonces, pero las demandas populares requerirán atención pronta y efectiva. ¿Algo de eso podrá encarar el Gabinete Simon? Hay interés por verlo (fin)
(*) Del Colectivo de Dirección de Nuestra Bandera. / www.nuestra-bandera.com
Era ese el primer periodo constitucional de Alan García, entre 1985 y 1990. En él, Simon enarboló la justa defensa de los Derechos Humanos y con otros parlamentarios de izquierda defendió a centenares de ciudadanos victimados por la ofensiva terrorista del Estado. Al término de su gestión, se fue del país, pero retornó convencido que su accionar no le generaría consecuencias perjudiciales. Se equivocó, por cierto.
Los Servicios de Inteligencia, que habían intentado incluso matarlo mediante la acción de grupos especiales, lo usaron como "chivo expiatorio" porque eso respondía a los objetivos subalternos de la Mafia de entonces. Lo encarcelaron, procesaron y condenaron en un juicio militar sin pruebas a veinte años de cárcel. Fue un típico ejemplo de lo que ocurre cuando una persona no es sometida a un debido proceso y queda a merced de sus enemigos. Como él, sin embargo, hubo miles de peruanos que sufrieron esos, u otros, apremios, o que simplemente perdieron la vida.
El comportamiento de Simon en prisión no fue precisamente ejemplar. Algunos aseguran que canjeó su posición política por su bienestar material y abandonó a los suyos a cambio de un puesto que le dieron como administrador de la Biblioteca del Penal. Después, hizo un discurso de bienvenida a Fujimori, cuando este visitó el centro penitenciario donde no hacia mucho tiempo habían sido asesinados alrededor de 25 destacados luchadores sociales que se hallaban encarcelados. Como lo ha recordado recientemente César Hildebrandt, Simon cometió el desatino de elogiar la política penitenciaria del fujimorato a sabiendas que víctimas de ella eran sus propios compañeros, y muchos otros peruanos a lo largo y ancho del país.
El gesto no le fue recompensado, y debió permanecer tras las rejas hasta que, finalmente el año 2000 y por disposición del Presidente Paniagua, se vio favorecido por un indulto que lo puso en la calle.
A partir de allí tuvimos a ocasión de conocer a otro Yehude Simon. Se apartó de sus prédicas iniciales, y se comprometió públicamente a recusar la violencia. Después, en el 2002, en el marco de las primeras elecciones para los gobiernos regionales, fue elegido Presidente de la región Lambayeque, por la que postuló liderando un conglomerado de fuerzas independientes. La gente votó generosamente por él, sin pedirle mayores explicaciones, como un modo de reivindicarlo ante los ojos de la sociedad y reparar con su elección el daño moral y material que le había ocasionado su injusta carcelería. Después, el 2006, lo reeligió para el cargo.
No le fue mal a Yehude Simon en su gestión gubernativa local. No necesariamente ella fue eficiente, pero sí, en lo fundamental, honrada. Desde el 2002 hasta la fecha no fue acusado de ningún latrocinio que pudiera afectarlo. Al contrario, se ponderó su probidad, discreción y austeridad en el manejo de los fondos públicos, virtudes sin duda en un país como el nuestro en el que, para decirlo en palabras de González Prada, donde se pone el dedo, brota la pus.
A partir del 2006 el rumbo político de Simon se vio afectado por el síndrome del alanismo que anegó a una buena parte del movimiento popular. Siendo García el Jefe del Estado, se sintió en "el deber" de complacerlo y elogiarlo para arrancarle beneficios de orden local. Lo consiguió a medias, pero para el ciudadano de a pie, las concesiones que le hizo a García a cambio de tan poco, no valieron la pena. Y fueron tonadas casi como una capitulación.
Objetivamente, hoy Yehude Simon es el nuevo Presidente del Consejo de Ministros y su designación ha generado suspicacias de todo orden. Para algunos, simplemente se ha vendido al gobierno e hipotecado su política en provecho del "modelo". Para otros, se ha dejado arrastrar a un filo peligroso jugando con fuego por ambición personal. Hay quienes, sin embargo, lo ven con simpatía, aunque sin fe. Estos últimos, están dispuestos a esperar qué ocurre.
Simon encabeza un Gabinete en el que no tiene mayoría. Hay un tercio de Ministros del Gabinete anterior, que han sido ratificados. Otro, que pertenece a lo que podría denominarse la "cuota" de Apra en el Ejecutivo militantes del Partido, solo hay dos. Y el tercero, compuesto por independientes, algunos de los cuales tienen vínculo directo con el nuevo Jefe del Gabinete. Un rasgo positivo, sin embargo, es el retiro de gentes que estaban objetivamente descalificadas como Hernán Garrido Lecca (Salud) o Rafael Rey (Producción) o el Titular de Agricultura, Benavides Ferreyros. En cambio, negativa resulta la permanencia en sus puestos de otros igualmente descalificados, como Antero Flores Araoz (Defensa) o Eugenio Chang (Educación) o Verónica Zavala, de Transportes.
Tampoco Simon cuenta con respaldo parlamentario. Su Partido -el "Partido Humanista"- es una fuerza muy local, precaria, y muy relativa, y no tiene un solo parlamentario de los 120 que constituyen al Cámara Unica. El respaldo que espera obtener, en ese ámbito, es el del APRA y el de otras fuerzas de centro, con los que espera estabilizar una gestión. No le resultará fácil.
¿Qué buscará Simon en esta circunstancia? En primer lugar, afirmar su imagen política dado que -como lo ha proclamado en forma reiterada- aspira a ser candidato presidencial en los comicios del 2011. Procurará, entonces, no "desgastarse", ni perder credibilidad política. Eso podría ser el sepulcro de sus intenciones.
Buscará, en segundo lugar, conocer al monstruo "por dentro", es decir, adentrarse en la estructura del Estado para entenderlo bien y estar en condiciones de usarlo en beneficio de sus propósitos más adelante.
Y en tercer lugar, procurará obtener beneficios materiales que le permitan sustentar sus expectativas. Por sus antecedentes, es de suponer que hará uso sólo de recursos lícitos, y no de procedimientos vedados que podrían colocarlo en la picota de la ira popular.
Lo previsible, entonces, es que su gestión no sea muy extendida. No tendrá, tampoco, aire para mucho tiempo. Hay quienes aseguran que fue puesto en la vitrina para que nuestros distinguidos invitados del exterior -los que vendrán al Perú a fines de noviembre para la Cumbre de APEC- vean que aquí hay gobierno. Puede ser. Pero es posible también que dure unos meses más. Ya lo veremos.
Entre tanto, tiene enormes retos por delante. Con el APRA en el gobierno, la corrupción es una hidra de mil cabezas. Pero, además, el escenario social es muy convulso. Y si bien Simon puede enfrentar con los médicos en huelga, su primer acuerdo; luego vendrán conflictos mayores, de orden regional y social, que difícilmente podrá afrontar.
El pueblo no debe incubar ilusiones infundadas. Lo real es que no importa aquí quién sea el Primer Ministro. Lo importante es saber que seguirá en la conducción de la economía el funcionario que nos puso en ese puesto el Fondo Monetario, en Comercio Exterior la titular que alentó el TLC con los Estados Unidos y en Defensa el que aplica la "estrategia antisubversiva" que todos conocemos. El "Modelo" en toda su real dimensión.
El primer choque con ese rumbo -si lo hubiera- dará al traste con Yehude Simon, lo que podría convenirle, además, en términos de acumulación de fuerzas e imagen electoral.
Las interrogantes están planteadas, entonces, pero las demandas populares requerirán atención pronta y efectiva. ¿Algo de eso podrá encarar el Gabinete Simon? Hay interés por verlo (fin)
(*) Del Colectivo de Dirección de Nuestra Bandera. / www.nuestra-bandera.com