A poco del término de vigencia del cargo de Contralor General de la República surgen recomendaciones de políticos e instituciones sobre el perfil del nuevo contralor. Entre todas estas sugerencias o pedidos resulta curioso un aviso pagado de los llamados “caviares".
- Hoja de vida intachable, ética y profesionalmente.
- Trayectoria democrática y respeto de los derechos humanos.
- Acreditada independencia, neutralidad e imparcialidad.
- Experiencia y conocimiento solvente del manejo de la Gestión Pública y en la lucha contra la corrupción.
Llama la atención que en segundo lugar de importancia coloquen “trayectoria democrática y respeto de los derechos humanos”. ¿Cuánto tiene que ver el trabajo de un auditor con los derechos humanos y la democracia? En verdad casi nada, pues su trabajo es investigar el correcto empleo de fondos y descubrir irregularidades, delitos de defraudación, corrupción y similares, no violaciones de derechos humanos. Tampoco está en su quehacer realizar análisis político sobre la democracia.
¿Por qué entonces darle una gran importancia a estos dos factores? Porque están buscando que el perfil del contralor encaje con el quehacer cotidiano de un caviar, que es precisamente los “derechos humanos” y “análisis político” sobre la democracia.
Y se subraya “derechos humanos”, entre comillas, porque estos personajes oenegeros reciben un jugoso sueldo para ocuparse presuntamente de los derechos humanos, pero vemos que no es tan cierto, porque sólo se ocupan, principalmente, de las violaciones de derechos humanos cometidas por militares durante la dictadura fujimontesinista y otros gobiernos anteriores.
Los caviares, como su palabra escrita y hablada es pagada, sólo ven uno de los incontables tipos de violaciones de derechos humanos. Para ellos no existen estas violaciones de derechos humanos:
- niños y adultos esclavizados en el comercio humano de la prostitución
- tuberculosos maltratados y abandonados por el gobierno
- enfermos mentales abandonados en las calles
- niños y adultos esclavizados en las mineras informales
- militares o policías mutilados o de sus viudas y huérfanos
- jubilados cuyo derecho a una pensión conforme a ley es violado
- peruanos víctimas de abuso y discriminación perpetrados por compañías como Lan o Ripley, del país del cual parecen vasallos: Chile
- peruanos maltratados en Chile y otros países
Y muchos otros derechos humanos, porque su palabra y su pluma son de alquiler. Pero, pese a ser insignificantes en el amplio espectro que abarca la gama completa de derechos humanos, estos personajes creen ser la voz oficial en materia de derechos humanos y democracia.
Nadie los eligió, y cuando osan presentarse a elecciones, reciben un contundente 0.5% de respuesta de parte de la población. No son líderes de nada, porque son mercernarios. No realizan una labor altruista desinteresada, porque son pagados para ello. Por tanto, no son independientes ni imparciales, obedecen a un amo que puede ser la USAID y otros organismos del “imperio” al cual criticaban.
Defensa de los intereses nacionales
Por tener amos del exterior tampoco hablan de una trayectoria de defensa de los intereses nacionales en el perfil del futuro Contralor, pues estos caviares están comprados por países extranjeros, de ellos viven.
Pero ellos se construyen una falsa realidad de ser los gladiadores de derechos humanos mediante programas contratados en televisión, radio y espacios en prensa escrita. Claro está, no siempre son pagados, en parte obedecen a las “ayuditas” de sus amigos que trabajan en estos medios, entre ellos se alaban, se adulan y se lanzan flores.
De cualquier manera, los caviares son un producto de tercera categoría, moral e intelectual, pero que es expuesto en el mostrador como si fuese producto de excelencia, como si no existiesen intelectuales con mucha más capacidad e independencia. Como vemos, esto no es nada democrático, es sólo una dictadura mediática. Así que los caviares dicen ocuparse de la “democracia” pero vemos que su análisis sobre la democracia es incapaz de ver sus maneras antidemocráticas.
Como vemos, sus costosas y brillantes etiquetas de derecho humanistas y democráticos son sólo eso, etiquetas, adentro están vacíos.
Transparencia
Una característica que debería tener un contralor es luchar por la transparencia en el manejo de los fondos públicos, sin embargo, eso no es mencionado por los caviares, los reyes de la oscuridad. Manejan sus cuentas gozando de exoneraciones, es decir, de tributos que no van a parar a las arcas fiscales, que para tantas necesidades los requiere.
Los caviares manejan sus cuentas en la más completa oscuridad: no publican sus fuentes de ingreso, su presupuesto detallado de gastos ni sus planillas doradas. Muchos de ellos dicen ser “pobretólogos” y dicen luchar contra la pobreza, pero niegan a la ciudadanía el derecho a conocer cómo gastan los fondos que reciben. No se sabe cuánto dan a los pobres, pero sí se advierte sus suculentos ingresos mediante sus signos exteriores de riqueza.
Parte de los "caviares" son acaviarados, porque un caviar es fundamentalmente una persona de estrato alto y medio-alto. Pero vemos que se integran a la masa caviar personajes acaviarados de estratos bajos, que de movilizarse en combi, del asentamiento humano y comer salchipapas pasan al automóvil, la vivienda y al restaurante elegantes. ¿Cuánto dan a los pobres, que siguen siendo tan pobres como antes?
Formación
Un punto dejado de lado por el aviso caviar es la formación. Un contralor debería ser un profesional en contabilidad con estudios de especialización y experiencia en auditoría, pública y privada.
Una segunda opción podría ser un periodista de investigación. La experiencia nos ha demostrado que muchos casos importantes de corrupción han sido hecho públicos por ellos. No obstante, sólo sería una opción secundaria, pues la formación del profesional contable y del auditor debe tener el lugar que merece, que es la conducción de la Contraloría.
Se habla de una carta de petición de ratificación del actual contralor, lo cual también sería nefasto, pues es ingeniero y ya vemos la pésima gestión que ha realizado invadiendo otra profesión. Lo vimos correr a decir que investigará una fiesta en Palacio (en la cual, de haber algo irregular, sería de poca importancia económica), pero nada ha dicho de:
- la millonaria pérdida para el gobierno que significan la concesión de cielos abiertos a los chilenos
- el escandaloso caso de Lima Airport Partners, que se ha adueñado del aeropuerto
- las mafias tras la millonarias y traidoras concesiones portuarias
- las mafias detrás de las millonarias privatizaciones realizadas durante la dictadura fujimontesinista
- las mafias millonarias tras las privatizaciones en Essalud
- las planillas doradas del PNUD
- el empleo de los fondos de los programas sociales
- el vehículo oficial en que se movilizaba Agustín Mantilla y los guardaespaldas que lo acompañaban
Sin embargo, sí lucha por la obtención de planillas doradas para su personal, que no hace sino introducir injustas diferencias en la carrera del servidor público, que al fin y al cabo debería obedecer a una escala única para toda la administración pública.
En resumen: Matute ¡a su casa! Caviares, ¡a sus ONG!, pero esperemos que se dicten normas que obliguen a la transparencia a estas oscuras organizaciones, que si bien es cierto hay algunas que realizan un trabajo encomiable, hay otras que no sabemos qué hacen con los fondos que reciben utilizando el nombre del Perú, gozando de beneficios tributarios del gobierno del Perú y de situaciones concretas del Perú, como los derechos humanos y la pobreza. Le deben todo al Perú, pero se niegan a rendir cuenta. Un contralor caviar, además, les sería útil porque nada diría de los conflictos de intereses que pueden suscitarse entre las ONG y el gobierno, como ya se ha visto con el caso de Sofía Macher.