El 7 de este mes se reprodujo en Con nuestro Perú una noticia procedente de Nicaragua1, en la que se informa de cómo un vigilante contribuyó a esclarecer un asesinato, guiado primero por un sueño y después por intuición para encontrar el lugar en que habían enterrado a la víctima.
En diversas partes del mundo se presentan casos parecidos, y podemos creer o dudar. Retomamos la noticia, pero no por el personaje aparentemente dotado de lo que suele llamarse “sexto sentido”, sino por otro aspecto de la historia, que trasciende la actuación o narración personal.
Cronograma
Revisando las fuentes pertinentes, podemos reconstruir estas fechas:
—El sábado 2 de febrero de este año se descubre el cuerpo. Intervienen la policía2 y el Ministerio Público, y el mismo día capturan al asesino Omar Antonio Aráuz Martínez. Se estableció que este hombre, por despecho, había asesinado el 26 de enero a la joven Zayda Janeth Guzmán Matus.
—El lunes 4 la jueza Ivania Sancho del Juzgado de Distrito Especializado en Violencia de Género de Matagalpa se hace cargo del caso.
—El jueves 7 la jueza condena al acusado de violación y asesinato a 34 años de cárcel (en Nicaragua las penas son acumulativas).
¿Un proceso rápido? Sí. ¿El sentenciado tiene derecho a la apelación? Sí, pero al haberse probado todo con claridad, es muy difícil que consiga alguna rebaja de la pena. Es un caso que ha conmocionado a la opinión pública y hay fuerte presión de la familia y vecinos de la víctima.
¿Es un juicio excepcional y raro por su celeridad? No. Conocemos otro caso.
Una mujer mata a otra
El portal noticioso El Nuevo Diario, de Managua, informó el 7 de diciembre de 2012 sobre la detención de Glenda Patricia Bordas Varela, quien por celos había matado el 5 de diciembre a Frania Ísola Valle Gómez en la ciudad de Chinandega. Al día siguiente la asesina huye a la vecina Honduras, pero finalmente decide regresar a su país y entregarse a la policía el día 6.
El lunes 18 de diciembre la Juez Segundo de Audiencias de Chinandega, Rosario Montealegre Valle, condena a la perpetradora a 17 años y seis meses de prisión.
Comparación con el Perú
En el primer caso vemos que desde la detención del autor hasta su condena transcurrieron seis días; en el segundo, desde que la autora se puso en manos de la justicia hasta que la condenaron corrieron trece días.
En la justicia peruana, esos plazos son verdaderamente increíbles. Un proceso por asesinato acá puede durar meses e incluso años, aunque los hechos estén claros.
En el Perú, tierra de grandes maestros del Derecho, no se conoce cómo es la justicia de Nicaragua; pero las leyes y los códigos son —por lo que se ve— expeditivos, no dan muchas vueltas a un caso. Posiblemente las circunstancias concomitantes, los antecedentes del acusado o su personalidad —determinada por análisis psicológico en el Perú— importan mucho menos que la ejecución del acto en sí y su correspondiente valoración, que tiene muy en cuenta el daño causado.
En todas partes y en todo momento podemos aprender. Sería buena idea que nuestros juristas, legisladores y abogados vean la forma de hacer justicia de manera correcta y oportuna. Nicaragua es un buen ejemplo, al menos en los procesos penales.
¡Cuánto quisiéramos los peruanos una administración de justicia rápida!
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1 Leer Vigilante nicaragüense con sexto sentido ayuda a resolver crimen.
2 En Nicaragua, que tiene muchos problemas de delincuencia, la policía no teme enfrentar a nadie. Por ejemplo, si sabe que los delincuentes buscados son numerosos y tienen fusiles, piden refuerzos al Ejército, que inmediatamente envía soldados.
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