Por Guillermo Olivera Díaz*
Tres expresidentes del Perú, viven su propia desventura por razón del poder y de su curtida índole personal, disfrazada de política. Fujimori, ya en la cárcel por 25 años; Alejandro Toledo, a punto de estarlo; y Alan García, en iguales o parecidas pindingas delictivas, porque, en la faz de la tierra, “los que la hacen, la pagan”. ¡Ollanta Humala, podría ser el cuarto, si acaso los emula!
Mi formación criminológica me hizo recordar de la vertiente biologista, de estirpe lombrosiana, que creía ver al delito como destino biológico, en sentido contrario a lo que sostenía, filosofando, Lucio Anneo Séneca: “nadie incurre en delito empujado por el destino”. Benigno di Tulio, mi profesor, en Italia, el año 1969, todavía diseñaba en sus libros, con embrollados rasgos corporales, una que llamaba “constitución delincuencial”. Más modernamente, mucho se ha escrito de la aberración cromosomática XYY, nombrada como “cromosoma criminal”. Para esta corriente, donde no milito, el delito nace, en forma congénita o heredada, y no se hace.
Los que somos padres, igualmente, experimentamos otro tipo de destino, sin corte biológico. Hoy mismo hablé por teléfono con mi hija Maité, quien profesa la ingeniería genética del cáncer en la universidad suiza de Zürich, pero me llamaba de Londres, a donde ha ido a pasar navidad y año nuevo. También me llamó Guillermo, mi otro heredero, desde Aachen, Alemania. Una suerte de aborrecido destino nos ha separado de ellos, al que debemos habituarnos y curtirnos.
Lo que resulta sumamente preocupante es que los presidentes que delinquen no lo hacen solos, sino en concierto de voluntades ajenas. Pergeñan un trabajo colectivo ilícito de filigrana. Fujimori, por ejemplo, se rodeó de una inmensa caterva de ciudadanos de la misma calaña, por cuya razón decenas de tales están como él en la cárcel, otros fugitivos, de saltimbanquis por el mundo. No importaba si diferían en rango: generales de policía, de ejército, marinos, ministros, jueces supremos, simples asesores o militares de ínfima graduación, sino que los fines delictivos los uniformaban, aunque fuere el reparto del botín desigual.
En el caso de Toledo, acaba la Comisión de Fiscalización y Contraloría del Congreso de la República de meterlos, en su informe final, en el mismo saco de la coautoría: al expresidente ancashino; a su esposa judía Eliane Karp; a su valetudinaria suegra, Eva Fernenbug, también judía; a su extraño guardaespalda judío, Avi Dan On; al supuesto mecenas judío y regalón, Yosef Maiman; y también al abogado-apoderado, peruano-judío, David Eskenazi Becerra. ¡Schantal y Saraí, se han salvado, pero pueden perder la jugosa herencia!
¿Estuvoequivocado el psiquiatra Johannes Lange, cuando escribió Verbrechen als Schicksal (El delito como destino), en Leipzig, Alemania, el año 1929, o es más cierto el inmemorial dicho que ¡no hay plazo que no llegue y deuda que no se pague!?
¡Sigo recuperándome, con antibióticos cada 6 horas, de la intervención quirúrgica a mi frente, que sigue parchada, con pequeñas comezones y me imagino cicatrizando, para celebrar mi 14!
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7-1-2014