Por Eduardo González Viaña
Si las elecciones fueran este domingo, la voleibolista Natalia Málaga podría convertirse en presidenta del Perú.
No estoy a favor ni en contra de esa señora. Estoy pensando, más bien, en ese sabor de haber sido timados que tienen en la boca la mayor parte de los ciudadanos de este país.
El desencanto actual alcanza a todos los poderes e instituciones del estado. La confianza, la credulidad , la esperanza, la fe y el candor han sido sustituidos con una pandemia de escepticismo, de cinismo y de sospecha . Nadie cree en nada. Todos sospechan que fueron estafados, y no quieren serlo de nuevo.
Ante situaciones como ésta, la gente prefiere temperamentos tajantes aunque sean expresados en palabras tan broncas como los de la referida señora.
Los sondeos de opinión expresan cada vez menos confianza en la presidencia de la República a cuyo titular los encuestados suponen pusilánime o incumplido La gente votará por quien le ofrezca una meta y, de veras, cumpla con sus ofrecimientos y proyecte una imagen atrevida. Y en todo esto, la señora Málaga ya dio el primer mate.
Por sexto mes consecutivo, las encuestas señalan que el congreso peruano es una institución en la que muy pocos tienen fe. Continuamente sus miembros son encontrados en vergonzosas situaciones delictivas.
A cada momento los congresistas son acusados de tránsfugas. Quienes los defienden aseveran que aquéllos no tenían un programa que defender toda vez que sus "partidos" no son partidos políticos sino clubs electorales en los cuales invirtieron ciertas sumas de dinero con el fin de recaudar otras mayores. ¿Cómo se puede acusar de tránsfugas a quienes no tienen ideario, ideas ni mucho menos ideales que traicionar?... ¡Tránsfugas, no! Más bien, negociantes carniceros que se hacían pasar por vegetarianos.
Esto no puede decirse de las chicas de la señora Málaga, todas las cuales están dispuestas a defender los colores de su uniforme.
La desconfianza alcanza a los dos expresidentes y al dictador encarcelado, y ofrece a cada rato aberrantes revelaciones sobre los mismos.
Lo peor de esta situación radica en el hecho de que el pillaje de los gobernantes termina por ser justificado por el pueblo. "Robó, pero hizo obra. ¿Quién no roba? ¡Usted que fuera!"
La perversidad terrorista de Fujimori también ha sido aceptada de esa misma manera. "Mató, pero eliminó el terrorismo."
Por último, se ha difundido una imagen de los derechos humanos como irrelevantes invenciones de las ONG. Se olvida que los mismos no han aparecido ayer. Más bien, corresponden a las mejores tradiciones de todos los países y se han inspirado en las lecciones de amor y de compasión de las diferentes religiones. Un país que los ningunea es visto como retrógrado y carca, o como un paria alejado de la ética y la moral que presiden los tratados internacionales.
Y eso será exactamente lo que ocurra a partir de la ley 30151 que consagra la impunidad para los miembros de las fuerzas armadas y de la Policía Nacional cuando matan o hieren en supuesta acción de servicio. En vista de que operará de forma retroactiva, abrirá las puertas de las cárceles a los que ultimaron a los campesinos de Cajamarca y del Cusco. ¿Es ésta una ley Conga o Espinar? ¿O se trata más bien de una feroz promesa de sangre contra quienes defiendan el agua y el ambiente?
¿Aceptara Natalia Málaga ser candidata a la presidencia de Perú? ... No lo creo.. Para la deportista, la ley Conga sería como una pelota de acero, y ella no querría enviar a las chicas a dar mates tan irracionales.
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