andahuaylasPor Tankar Rau-Rau Amaru

           Hablaremos, primero, de geopolítica.

          El comunero Juan Quispe, un kechwa chanka, tiene dos hijos y para su sustento cuenta con cuatro hectáreas de chacra. Si este comunero no educa a sus hijos, ellos heredarán dos hectáreas de chacra cada uno. Los hijos de Juan tendrán también cada uno dos hijos, y si no los preparan para otras actividades productivas, los nietos de Juan Quispe heredarán una hectárea de tierra cada uno. Así sucesivamente, hasta que los tataranietos de los tataranietos de Juan Quispe solo tendrán cien metros cuadrados de tierra. Conclusión: la decadencia familiar y social de los Quispes.

           Toda familia, todo pueblo y todo país se proyectan para muchas generaciones. Se parte de los recursos naturales con que se cuenta y se prepara un Proyecto Histórico que considere los cambios inevitables del futuro (crecimiento demográfico, escasez de tierras y agua, etcétera). Hay países que no tienen absolutamente nada, solamente individuos, pero están mejor que nosotros. Si los pueblos no cuentan con un proyecto a largo plazo, entonces les espera todos los problemas que derivan de la pobreza y de las brechas sociales de sociedades mal planificadas.

          En el Perú de ahora, y en Apurímac especialmente, nadie habla de proyección y planificación. Si necesitamos cinco mil profesores para los próximos diez años, fabricamos quince mil. Consecuencia: tendremos diez mil profesores excedentes. Si precisamos de dos mil abogados, fabricamos cinco mil. Resultado: tendremos tres mil abogados enredando los asuntos más simples de la vida cotidiana. En vez de solución, un gran problema para la sociedad. No me refiero a los abogados, sino a las fuerzas productivas excedentes cuando la educación no parte de una proyección socioeconómica a largo plazo desde las potencialidades de la región. Nuestros ancestros nos dieron lecciones prácticas de organización social y económica. Si precisaban de cinco arados para la campaña agrícola siguiente, pues fabricaban cinco arados. Entonces es preciso replantear las carreras universitarias en la región, pues éstas fueron decididas a partir de las necesidades del mercado laboral del pasado. El mercado es importante pero sobre todo se debe pensar en un Proyecto Kechwa-Chanka, o una empresa Kechwa-Chanka si se quiere.

          Ahora hablaremos de la geometría del poder, que trata sobre la organización del espacio y mide tres dimensiones: la distancia, la extensión y el contenido.

          Las viejas estructuras que nos han impuesto en la Colonia —y que permanecen incólumes— han devenido en burocráticas e ineficientes. Lima controla los mecanismos administrativos y absorbe todos los recursos. Los gobiernos regionales (con tendencia a reproducir los cacicazgos locales, que en el pasado expresaban a los terratenientes y sus aliados), si bien se llaman gobiernos, son simplemente gerencias que canalizan los recursos según las necesidades inmediatas de ciertos espacios geográficos. Carece de ciertas autonomías, principalmente la de gobernar. Por otro lado, las actividades predominantes fueron por mucho tiempo el agro y la ganadería. Sin embargo, los tiempos de la cibernética y de masivas extracciones de minerales ya están sobre nosotros, y nos han cogido desprevenidos.

          Para un manejo equilibrado del territorio, no solo se trata de la zonificación económica y ecológica, también denominado ordenamiento territorial. A la clase dirigente le corresponde trabajar en nuevas formas de distribución del poder sobre el espacio, creando unidades territoriales consistentes. Por ejemplo, el crecimiento de las ciudades es desordenado porque no hay un plan de expansión urbana. Como en la distribución de los recursos se prioriza a las urbes, con facilidades para la adquisición de bienes y servicios, entonces los caseríos y los villorrios, relegados en la atención, se han despoblado, originando movimientos migratorios intensos que, de pronto, han derivado en graves situaciones de explosión social. Más que a las ciudades, se debe priorizar el desarrollo de los capitales distritales y las comunidades para que el desarrollo sea armónico (Allin Kawsay). La teoría de los focos de desarrollo puede todavía ser efectiva. Eso también es planificación, que no le corresponde a un solo alcalde o un presidente regional. Es tarea de muchas generaciones.

          Se tiene que hablar pues de una nueva geometría del poder. La demarcación territorial de esta región se basa, por ejemplo, en factores históricos. Por eso se genera continuos enfrentamientos entre los dos polos (Abancay y Andahuaylas, que son ciudades siameses, inevitablemente pegadas por la espalda por los siglos de los siglos). Estos enfrentamientos, que en la campaña electoral se salen de lo meramente anecdótico, entorpecen la marcha armónica de los pueblos. Si no hay cohesión interior, imposible pensar en un Proyecto Histórico y en cualquier expansión o crecimiento. Debemos empezar a pensar Apurímac desde los factores políticos, sociales, económicos, históricos, religiosos, militares y geográficos. Esta región puede ser en territorio dos veces Apurímac solamente construyendo un centenar de puentes de interconexión hacia los departamentos adyacentes, ampliando su área de influencia. O puede ser en economía cinco veces más poderoso atrayendo y transformando los recursos de los departamentos vecinos. Una de dos cosas: o el grandioso pueblo kechwa chanka perece, o se convierte en eje sobre la base de un Proyecto Histórico que tenga como fin la reconstitución del poderío continental kechwa chanka de antaño. Nada más, pero nada menos.

Tankar P Posible          La historia nos dice que la levadura que fermentó a la masa y que llevó a los inkas a construir el Tawantinsuyu fue el pueblo kechwa chanka. Después llegamos a ser el centro del universo civilizatorio latinoamericano; ahora somos satélites de países como Brasil y Chile, que antes no existían. Y Apurímac y los otros dos departamentos kechwas chankas (Ayacucho y Huancavelica) han caído a una situación de humillación histórica porque muestran índices de pobreza muy altos. ¿Por qué hemos caído tan bajo?, es la pregunta que deben hacerse todas las personas inteligentes. El Perú —especialmente Apurímac— es uno de los países más ricos del mundo pero hay extrema pobreza. No es que seamos realmente pobres. La pobreza es, en todo caso, mental. Solo falta desencadenar las fuerzas productivas de los kechwas chankas, como lo hicimos con la minería artesanal, que ahora ocupa aproximadamente a treinta mil nuevos microempresarios en todo Apurímac. Lo demostramos con hechos, y podemos hacerlo mejor en el agro, la ganadería, la industria —todavía en embrión— desde el gobierno regional y desde los municipios. Esperamos que nos den esa oportunidad marcando la T de Tankar. Nosotros no improvisamos: nosotros sí tenemos un Proyecto Histórico para los kechwas chankas de Apurímac que tiene seis pilares fundamentales: agropecuario, minero-metalúrgico, industria, turismo, educación y salud.

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