Por: Wilfredo Pérez Ruiz (*)

Recientes informaciones ponen de manifiesto los peligros que se ciernen sobre las áreas verdes de la “Ciudad de los Reyes”, una metrópoli con apenas 2.9 m2 zona verde por habitante, cuando el estándar de la Organización Mundial de la Salud (OMS) exige 8 m2. En tal sentido, contamos con un déficit crónico de parques, árboles y jardines.   

areas verdes Camacho

 

Es conveniente anotar algunas estadísticas internacionales con la finalidad de comprender nuestra dramática realidad. En Santiago de Chile, un ayuntamiento amenazado por la polución, existe una proporción de 4 m2 por habitante, por encima del promedio latinoamericano: 3.5 m2. Nueva York tiene 27 m2 por lugareño, al igual que Londres, mientras que Estocolmo registra la enorme cifra de 87 m2.

Dentro de este contexto, Anna Zucchetti, presidenta del directorio del Servicio de Parques (Serpar) de la Municipalidad Metropolitana de Lima, ha declarado (El Comercio, agosto 24 de 2014) que 20 de los 43 distritos de Lima poseen 3.7 m2 de superficie verde por poblador y dos de ellos tienen menos de 1 m2/hab.  Este es el caso de Pachacamac y Breña (0.7 m2/hab.) Sólo ciertos distritos superan los 10 m2/habitante como Miraflores, San Borja, La Molina, San Luis y San Miguel.

Asimismo, ha indicado que dos millones de residentes no poseen un parque distrital o local de menos de dos hectáreas a 300 metros de distancia de su casa. El Serpar está invirtiendo 355 millones de soles en la construcción de ocho nuevos parques zonales –que serán entregados antes de fin de año- y que servirán para amortiguar esta demanda.

No obstante, de continuar el actual déficit ascendente a 4.776 hectáreas, se presume que esta carencia llegará el 2015 a 5.213 hectáreas. Este fenómeno se daría por la creciente expansión urbana en la capital. Dicho estimado equivale según Wiley Ludeña, autor del libro “Lima y los espacios públicos. Perfil y estadística integrada 2010”, a 40 grandes parques zonales.

Al elevado faltante de áreas verdes debemos agregar la ausencia de planificación en su mantenimiento y administración. Desde mi percepción, se requiere una política transversal –liderada por la autoridad provincial- para evitar que cada concejo aplique iniciativas dispersas en la creación y manejo de estas áreas. Según refiere Poul Knudsen, especialista de la Sociedad de Urbanista del Perú: “…Son pocos los casos en los que la plantación es planificada. Esto se ve en árboles que caen por débiles o falta de mantenimiento; árboles podados drásticamente o cuyas raíces invaden tuberías y levantan pavimentos. No todas las especies resisten la polución o producen oxígeno por igual”.

La temática integral de las zonas verdes requiere conciliar el uso adecuado del agua y la colocación de géneros concordantes con las variables ambientales. Este aspecto debe inspirar a los gobiernos ediles a formular un diseño organizado, técnico y programado de las especies botánicas en función del clima, la polución, entre otros factores que, al parecer, no son considerados. Los árboles más idóneos son el molle, la tecoma, el huarango y el jacarandá; demandan poco espacio y agua.

Es pertinente fomentar el cultivo de árboles de la región y reducir el césped en las bermas centrales por su alto consumo de agua (cuatro veces mayor que cualquier otra planta). Existen variedades con propiedades para atraer las impurezas. Por ejemplo, el jacarandá absorbe los contaminantes de 1.405 autos. Se sugiere regar en la noche con el afán de evitar la evaporación rápida y las podas es preferible hacerlas en invierno para que el árbol cicatrice y presente nuevos brotes en primavera.

Recomiendo considerar el activo rol ambiental, social, cultural y educativo de las extensiones verdes que, en la mayoría de los municipios distritales, es ignorado por la carencia de visión de sus autoridades. Un referente es el bosque El Olivar en San Isidro que podría tener un museo destinado a valorar su historia, cuyos antecedentes se remontan a la época colonial. Allí concurren niños, padres de familia y, por lo tanto, el componente formativo debe realzarse. Desde hace algún tiempo cuenta con un sistema tecnificado que hace posible ahorrar el 70 por ciento de agua. Con el riego por inundación se usaban 22.400 m3 de agua mensualmente; mientras que el moderno mecanismo emplea sólo 6.400 m3 para las 10.31 hectáreas que abarca El Olivar.    

Sin embargo, se hace urgente fomentar la creación de plantas de tratamiento de aguas servidas. En la mayoría de los municipios todavía se usa agua potable para estos fines, un recurso escaso para cubrir las insuficiencias básicas de amplios sectores de la metrópoli y encareciendo la sostenibilidad de los jardines.

El parque María Reiche en Miraflores, con una dimensión de cuatro hectáreas, es un referente que puede replicarse en otras comunas. Tiene una planta -diseñada por el ingeniero sanitario Alejandro Vinces Araoz (1919-1999)- por donde el agua ingresa del desagüe proveniente de diez cuadras a la redonda y capta 1.2 litros por segundo. El sistema es completamente natural, sin utilizar dispositivos químicos. El agua tratada cuesta 0.50 céntimos el metro cúbico, mientras el costo de la adquirida en Sedapal es aproximadamente de 2.00 de nuevos soles.

Es un modelo de aprovechamiento del agua que incluye los restos fecales para hacer compost. Mediante un mecanismo sencillo se han reverdecido dos hectáreas de los acantilados con la campanilla, una especie resistente a la brisa marina, protegiéndolos de los desprendimientos y embelleciendo el paisaje urbano. Esta experiencia —cuyo costo no es mayor a los 50 mil dólares— podría imitarse a lo largo de la Costa Verde, luego de estudiar su factibilidad.

Por su parte, el parque de la Amistad de Santiago de Surco comprende plazuelas, glorietas, puentes, piletas, estación de tren y representativos exponentes del distrito en una expansión de 30 hectáreas. Se trata de un parque con amplios espacios para la recreación, las prácticas culturales y el fomento del turismo. Visitarlo es involucrarse con algunas de las tradiciones limeñas y apreciar, entre otros bellos exponentes, la réplica del Arco Morisco que fue donado por la colonia española al Perú con ocasión del centenario de la independencia nacional.                                   

Este parque tiene una planta de aguas residuales que facilita su regadío y, además, abastecer la laguna artificial en donde realizan paseos en bote. Su diversidad de encantos podría complementarse con actividades educativas, al aire libre, campañas ecológicas, recitales, entre otras iniciativas. De esta forma, se lograría dar un valor agregado a los servicios ofrecidos al visitante.

De otro lado, nunca faltan las malas noticias en relación al futuro de los espacios verdes. Hace unos días se realizó una manifestación en contra de una iniciativa del Poder Ejecutivo que reduciría hasta en un 93 por ciento los ingresos que recibe el Serpar por aportes inmobiliarios. El proyecto de ley enviado al Congreso de la República, modifica el artículo 19 de la ley N.° 29090, el cual propone que las empresas inmobiliarias ya no tributen al Serpar por el valor comercial del establecimiento, sino por el importe arancelario urbano. Esta propuesta es impulsada por el Ministerio de Economía bajo el argumento de que reactivará las inversiones en el campo de la construcción.

Las justificadas críticas han sido inmediatas. Esta medida afectará la administración de 15 parques zonales y metropolitanos. De reducirse sus ingresos se deberán eliminar varios servicios gratuitos como campañas educativas, programas deportivos, funciones educativas, talleres de baile, reciclaje o liderazgo que se ofrecen en San Juan de Lurigancho, Los Olivos, Comas, Villa María del Triunfo y otros.

Las áreas verdes tienen una incidencia directa en el incremento del valor de las propiedades que debemos evadir subestimar. Sirven para fomentar la recreación, el esparcimiento y un conjunto extraordinario de quehaceres que los regímenes locales debieran aprovechar teniendo en cuenta las demandas sociales de sus residentes y su contribución en la calidad de vida de la comunidad.

(*) Docente, conservacionista, consultor en temas ambientales, miembro del Instituto Vida y ex presidente del Patronato del Parque de Las Leyendas – Felipe Benavides Barreda.
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