plaza ayacuchoJans Erik Cavero Cárdenas
 
Una sugerente forma de catalogar a quienes luchan contra la corrupción se ha puesto de moda en Ayacucho: “terrorista”, “MOVADEF”, “senderista”, son calificativos que hemos recibido quienes desnudamos graves actos de corrupción que atentan contra la salud moral de la región, pero son intrascendentes para la prensa nacional, insignificantes para la fiscalía anticorrupción, sin importancia para la procuraduría anticorrupción descentralizada.


 Cuando salió a la luz pública los casos de corrupción en los gobiernos regionales, con César Álvarez a la cabeza, la prensa capitalina parecía interesarse en la podredumbre de las regiones; sin embargo, lo que hoy se conoce en Lima sobre Ancash, Cajamarca, Pasco, Loreto, etc., se conocía tiempo atrás, sin que nadie hiciera algo por darle difusión. La gran prensa, salvo honrosas excepciones, se mueve cuando hay primicias que involucran actores conocidos; si es un escándalo, mejor; y si va a vender, genial.
 
César Nakasaki es conocido por haber sido abogado de Alberto Fujimori y otros personajes seriamente comprometidos con la corrupción. En Lima, pocos saben que ejerce la defensa legal del reelecto Presidente Regional de Ayacucho, Wilfredo Oscorima, en casos que involucran más de 20 millones de soles por la compra de maquinaria pesada y tractores agrícolas. Pese a la existencia de indicios razonables en contra de los denunciados, Nakasaki está ganando la batalla legal, con la “complicidad” presunta de malos operadores del Derecho.
 
La última victoria de Nakasaki ha sido sustraer de la jurisdicción ayacuchana los procesos que patrocina y llevárselos al Distrito Judicial de Ica, bajo el argumento de que existe presión mediática. ¿Cuál presión mediática? ¿La del Diario Regional La Calle y Estación Wari? Si solo dos medios, de más de una docena entre periódicos, revistas, TV, radio, generan corriente de opinión en contra de la corrupción, mérito para ambos, pues no solo ejercen periodismo veraz y principista, sino que eso refleja liderazgo en la opinión pública y legitimidad social.
 
Es necesario precisar que el traslado de competencias se ha dado gracias a la anuencia de la Corte Suprema de Justicia, uno de cuyos exponentes, el Dr. Javier Villa Stein, se pronunció, meses atrás en contra de las tachas interpuestas contra los candidatos,  lo que supuso, en esencia, un espaldarazo al entonces candidato a la reelección y procesado por corrupción Wilfredo Oscorima, que fue tachado por el Jurado Electoral Especial, pero sorprendentemente salvado por el Jurado Nacional de Elecciones.
 
Rosa María Palacios ha tenido que visitar Ayacucho para convencerse que la región está transitando hacia lo que sería el Ancash de César Álvarez; José Ugaz, nuevo Presidente de Transparencia Internacional, recién ha tomado nota de este traslado de competencias, expresando cierto malestar. Si no se hace nada para revertir la crisis de gobernabilidad en Ayacucho, no conviene imaginar lo que va a suceder en el mediano plazo, peor aún en medio de profundas brechas sociales. La combinación pobreza + narcotráfico + corrupción, es una bomba de tiempo capaz de destruir la estabilidad socio política de una comunidad.
 
Casi todo el país, incluido los medios de comunicación, se indigna por la reelección de Manuel Burga al frente de la Federación Peruana de Fútbol; sin embargo, casi nadie se indigna por la reelección y elección de tantos congresistas, alcaldes, regidores, consejeros y presidentes regionales indeseables. Qué patético que en Lima, casi el 50% de sus ciudadanos haya votado por Castañeda Lossio, o que en Ayacucho haya sido reelecto Oscorima. ¿Es esto coherente? Qué paradoja que la propia ciudadanía destruya su futuro y genere las condiciones para una descomposición social nunca antes experimentada.
 
Mientras la salud moral del país se deteriora, la gran prensa vende escándalos, y los acontecimientos más importantes se circunscriben a la vida de “Guti”, “Milena”, “Greysi”, o a programas como “Combate”, “Esto es Guerra” y otros tantos que idiotizan a medio Perú. Mientras la gente se idiotiza, Alan García habla de un “shock social”, cuando debería rendir cuentas ante la justicia y, de ser el caso, purgar cárcel; Alex Kouri continúa con su hegemonía en el Callao, Castañeda Lossio tiene a Lima en sus bolsillos, y Keiko podría sentarse pronto en Palacio. ¡Viva el Perú, carajo!

 

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