El gobierno nacional tiene el reto de acompañar a los nuevos gobiernos regionales
Por Herberth Cuba García*
El domingo 7 de diciembre culminó el proceso electoral regional 2014. Los resultados expresan la enorme dispersión y fragmentación política de los electos. Sólo en cinco regiones han ganado los partidos políticos nacionales y en el resto movimientos propios de cada región. La dispersión ideológica y programática impide una adecuada representación con visión compartida de nación y frena el proceso de consolidación de la identidad nacional. Sin duda es mejor que la otrora polarización nacional, pero insuficiente para lograr reformas y políticas que trasciendan el lustro de cada gobierno y que permitan un crecimiento sostenido con erradicación de la pobreza.
El inicio del nuevo ciclo regional coincide con el periodo de salida del gobierno nacional. Las expectativas regionales con las frustraciones nacionales. Los gobiernos regionales deben dar soporte democrático unitario y de gobernabilidad, y el gobierno central, luego de una lectura atenta de la nueva geografía política, debe construir mecanismos de incorporación y consenso. Una tarea compleja si le agregamos la alta conflictividad política menuda y la falta de diálogo con los partidos nacionales.
El proceso de descentralización en marcha ha transferido funciones del gobierno central a los gobiernos regionales y locales, a excepción de los sectores de defensa, interior y relaciones exteriores. La dispersión y fragmentación política de las regiones no abona a favor de una profundización de ese proceso, sino todo lo contrario. El vacío de los partidos políticos no puede ser cubierto por las fuerzas armadas o policiales, porque es un vacío precisamente político. La tendencia a la autonomía y al reclamo regional pueden paralizar las acciones de alcance nacional. Con el agravante que el propio Congreso de la República adolece de ese mismo vicio. Los congresistas se eligen en las regiones y sienten que solo representan a aquellas.
¿Qué hacer? Se ha debatido mucho sobre los ajustes normativos que requiere el proceso de descentralización. Sin embargo, se ha cuestionado la pertinencia y la oportunidad actual debido al desgaste del gobierno y de la representación congresal. Ya no sintonizan con la ciudadanía. A pesar de ello, se ha aprobado en primera votación el cambio constitucional del nombre de presidente regional por gobernador y el impedimento de la reelección. Es insuficiente.
El 1 de enero nuevos presidentes regionales asumen funciones con la estructura jurídica vigente. No hay tiempo para cambios. En una primera etapa es indispensable un acompañamiento del gobierno nacional, sector por sector. Evitar el bache de la transferencia. Evaluar los nudos críticos y lograr consensos. Es necesario lograr acuerdos políticos, sobre la base de la diversidad, divergencia y el interés nacional.
El jefe del Gabinete Ministerial tiene un reto muy importante, y también cada uno de sus ministros. Abrir los espacios de diálogo, pensar en el largo plazo y fortalecer los logros de los gobiernos locales, regionales y nacional. Lograr lineamientos políticos consensuados y forjar los procesos de reforma imprescindibles.
El camino de la incomprensión y el conflicto es evitable. Los presidentes regionales designarán a sus equipos de gestión, a sus cuadros directivos, es decir, a sus cargos de confianza. Esperamos que al hacerlo prime el criterio técnico y la especialidad. Asimismo, los cuadros directivos de cada uno de los sectores ministeriales deben priorizar el acompañamiento de esos cuadros regionales, de tal manera que una estrecha colaboración afiance los aspectos técnicos y administrativos del gobierno. Más política y más tecnocracia.
*Asociación Médica Peruana