Herbert Mujica Rojas
La Confiep se gasta decenas de miles de soles en avisos a toda página y derrama lágrimas porque no se renovó el contrato con Telefónica, porque se han impuesto regalías a los intocables mineros y muestra su extrañeza porque también se cuestione la infame concesión del Aeropuerto Jorge Chávez a una firmita, LAP que apenas tenía un capital de S/. 10 mil soles. Pero en toda esta exposición plañidera no hay una sola mención de fondo o forma al truculento festín que se está haciendo de Aerocontinente, 2000 familias peruanas y el comienzo de lo que mañana podrá ser moneda común con cualquier otra empresa. ¡Qué tales sinverguenzas los de la Confiep!
Cada vez que hay que justificar el cholo barato y el azúcar caro, allí está la Confiep. En nombre de garrulería barata siempre se hacen presentes los poderosos para decir que su dinero vale y que nadie, en nombre de ningún principio, va a a cuestionarlos. El espíritu de cuerpo aparece coherente en su diversidad enorme porque son caníbales que ni siquiera entienden que hoy son otros y mañana podrían ser ellos las víctimas de la globalización que según ellos invierte miles de millones de dólares que nadie ve o disfruta.
La Confiep fue la organización que se mantuvo fiel al régimen delincuencial de Fujimori. Sus integrantes (en inmensa mayoría) se han beneficiado de contratos con nombre propio, licitaciones amañadas, favoritismos de toda índole. Cada vez que pueden se arropan con fondos del Estado o de entidades del exterior. ¡Nunca ponen su dinero porque éste no está en el Perú sino custodiado y ganando intereses fuera del país! ¿Empresarios?: ¡no, sanguijuelas aprovechadas!
La aguda socióloga y analista política María del Pilar Tello ha propuesto en artículo reciente que los empresarios no son enemigos sino aliados. ¡Sin duda alguna! Pero ¿con estos tipos de la Confiep, se puede llegar a alguna parte? ¡Jamás invierten si no tienen seguro que ganarán por 10 ó 20! Las leyes, los plazos, la economía honesta, son para los idiotas y bobos, para los de la Confiep basta con lo que tienen en su enorme red corrupta de conexiones, contactos, ministros y congresistas, amén de burócratas en el aparato del Estado.
Estos empresarios rentistas no tienen ninguna visión de país. Son peruanos por casualidad. Piensan en inglés y veranean en Miami. Sus hijos son tecnócratas vendepatria educados en cómo mejor concesionar o regalar los patrimonios nacionales. Se consideran ajenos al Ande y el hombre de a pie, cetrino y de pronunciación diferente es un número frío en sus estadísticas de rentabilidad. Si se tratara de alguna emergencia, toman un avión y se largan. No luchan aquí y sólo, para guardar apariencias, dejan a los alfiles. Cobardes por antonomasia sólo constituyen una rémora para el Perú. ¡No son de avanzada, son reaccionarios y momios!
Lo que ha ocurrido la semana pasada en el Perú es un hecho iniciático: será la primera gran experiencia -¡qué ironía democrática!- de la destrucción de lo nacional, funesto precedente para todo lo que se viene. Los diarios, canales televisivos, radioemisoras, no dicen nada. El canibalismo ha recibido el honor de ser ya una costumbre nacional. En el momento menos pensado, aquellos que hoy aplauden esta autodestrucción estarán entre las fauces hambrientas de otros más poderosos. Y entre estos, a los despreciables de la Confiep.
¡Atentos con la historia; las tribunas aplauden lo que suena bien!
¡Ataquemos al poder; el gobierno lo tiene cualquiera!
¡Hay que romper el pacto infame y tácito de hablar a media voz!
Señal de Alerta, 12.06.2004