Miguel Ángel Rodríguez Mackay
Por fin contamos con un buque escuela y se llama Unión. Increíblemente estábamos a la zaga en la región, siendo un país marítimo por excelencia. Ningún gobierno en más de 100 años había tomado la decisión de concretarlo.
El sueño hecho realidad tiene un nombre preclaro: Pro Marina del Perú y punto. En su revista Pro Patria N° 1 de 1909 dejaba el registro de su aspiración: “…de los fondos del Buque Escuela, primer objetivo de nuestra obra”.
La ilusión también la vimos llegar y escapar cuando la Comisión Permanente del Pacífico Sur (CPPS) tuvo su última sede itinerante en Lima (1994-1997), y nuestro país impulsó dos cosas: los cruceros de investigación científica por las costas de Chile, Perú, Ecuador y Colombia, sus estados miembros, y también de Panamá, miembro del Plan de Acción del Pacífico Sudeste, y el lanzamiento de la cátedra de derecho del mar para crear conciencia marítima.
En esa época, la aspiración del velero se ponía sobre la mesa sin llegar a nada. Muy bien que se llame “Unión”, otrora el que tenía nuestra corbeta comprada en los astilleros franceses en 1864 y recogida por Miguel Grau, entonces teniente primero, la Unión sorteó, bajo las órdenes de Manuel Villavicencio, a la escuadra chilena durante la guerra de 1879, siendo admirable el rompimiento y por dos veces del bloqueo en la rada de Arica, en 1880. Anclado en el Callao, fue hundido por los peruanos para evitar que pasara, como el Huáscar, a la flota del sur.
Acicateando esa epopeya, nuestro velero Unión, nombre de la victoria con dignidad, servirá para la formación de nuestros cadetes, pero también deberá serlo para acercar a toda la ciudadanía a la Gloriosa Marina Peruana, especialmente a nuestros jóvenes y escolares.
Correo, 28.12.2014