El candidato de la mierda
Plinio Esquinarila
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"Jaime Bayly me encanta, es mi peruano favorito.” / "Cómo me encanta Jaime Bayly! =)". / "... Una cosa que reconozco a Perú es Jaime Bayly...supongo que vive en gringolandia". / "Ese escritor amanerado es lo más decente que les conozco [a los peruanos]. ¿Será porque se ve como chileno?". Los anteriores son algunos juicios de valor habituales de los chilenos sobre la sistemática campaña de Jaime Bayly contra el Perú como nación. Desde este lado peruano de la frontera, se dice que no debemos culpar a Bayly de haber nacido maricón, cabrón, prochileno confeso, ni de ser un provocador profesional, ni debemos darle mayor importancia, aunque no falten sus adictos que sabemos de qué pie cojean.
“No me gusta lamer genitales ni que laman los míos. No me gusta si se trata de mujeres o de varones. Me disgusta especialmente lamer genitales de mujeres y en muy raras ocasiones me puede gustar (aunque esto ya no me pasa hace años) que una mujer bese los míos”. (…)
“No me gusta penetrar orificios de mujeres y varones. No me gusta introducirme en cuevas, cavernas, túneles pedregosos, alcantarillas. No me gusta hundir mi fatigado colgajo en la baja policía de los individuos de este mundo. No encuentro placer alguno. Me da miedo, angustia y eso que ahora llaman estrés. Soy un enemigo de toda forma de penetración y, por extensión, de toda forma de pene que intente penetrarme.”.
“En efecto, no sólo me disgusta introducir mi desdichada verga comatosa en cualquier orificio humano, seco o lubricado, sino que me disgusta todavía más que alguien, por lo general un varón, intente horadar el reducido y estragado agujero que controlan mis esfínteres para evacuar el vientre…”.
Se trata de una larga introducción de mal gusto de Jaime Bayly para llegar a la conclusión que el ser humano, al margen de su cultura, religión, lengua o sexualidad, “es mierda, un montón de mierda, toneladas de mierda”, porque de mierda estamos hechos y pura mierda somos.
Ni Dios se salva de su filípica escatológica porque si ese ser sobrenatural existe, afirma, “seguro que cagará también y a lo mejor hasta con crisis de estreñimiento, viendo el desmadre que ha creado.”.
Este señor, el escritor peruano más decente, según la opinión pública chilena, quiere ser presidente peruano. Un día se lo confesó al liberal más orgánico de nuestro medio, Enrique Ghersi, y desde entonces pretende cruzar la delgada línea rosada de un periodista de farándula culto, gracioso e irreverente, para instalarse en el territorio escabroso de la política con la mierda como filosofía, teología, praxis y programa de gobierno.
Y como es líder de opinión, nadie le dice nada. Todos temen la burla o la liquidación mediática desde su programa televisivo. En un año que se avizora sumamente peligroso para el Perú, por la presentación de las memorias en la Corte de La Haya por el diferendo marítimo con Chile, el escritor peruano más decente aboga con fanatismo sospechoso por la desactivación de las Fuerzas Armadas a las que califica no solo de inútiles e incompetentes sino que “no le ganarían ni a la barra brava de la “U””. Esto ante la sonrisa complaciente de un Pedro Pablo Kuczynski, su entrevistado en la edición de El Francotirador del domingo 4 de enero del 2009, quien solo atinaba, en medio de risas, a decir que los chilenos gastan mucho en armas.
Es cuando el escritor peruano más decente y candidato a la presidencia de la república, refuerza ante PPK su genial ideal de desactivar el Ejército: “Qué mejor señal, Pedro Pablo, qué mejor señal de buena vecindad y de fraternidad a los chilenos que gastan un montón en armas (…) que decirles: ¿Saben qué? Nosotros no vamos a tener Ejército porque nosotros somos un pueblo pacífico que confía en que ustedes, los chilenos, no nos van a invadir, ¿Es un gesto lindo, no?”, le preguntaba a un PPK ya en apuros, aceptando de antemano, derrotados ambos, sin declaratoria alguna de guerra, un categórico triunfo chileno en una eventual confrontación bélica con el Perú.
Los estudiosos más serios, como el finado Samuel Huntington, o el informe Tendencias mundiales 2025. Redactado por el Consejo Nacional de Espionaje (NIC en sus siglas en inglés) —que reúne a todas las agencias de espionaje de EE. UU.— predicen que asistimos a un mundo multipolar con diferentes escenarios más conflictivos. Pero el peruano más decente y candidato a suceder a Alan García dice que no hay conflicto alguno a la vista. No sabe que la actual frontera sur tripartita de Perú, Chile y Bolivia es un punto de tensión geopolítica que subsiste desde el siglo XIX en Sudamérica y que por lo general se reactiva al margen de la voluntad peruana, como se ve en el avance chileno en el Mar de Grau.
El —Jaime Bayly— sabe más que el patricio de la inteligencia conservadora, Samuel Huntington, quien sostiene que la economía cuenta, las instituciones también, pero antes que cualquier otra cosa pesan las costumbres. Bayly lleva así su “liberalismo” racista hacia un relativismo apátrida, a un cosmopolitismo propio de los multiculturalistas de Davos, tierra elegida por la élite global desconectada de la llamada del hogar, de la tierra y del territorio nacional.
El —Jaime Bayly— está más informado que los agentes de la NIC, institución que ha noticiado a Barack Obama de que pueden reaparecer "conflictos que no se han visto desde hace tiempo", como guerras por el control de recursos naturales y energéticos. (¿Alguien habló de agua del altiplano y gas peruanos?). "Las rivalidades estratégicas probablemente girarán alrededor del comercio, las inversiones y la adquisición e innovación tecnológica, pero no puede descartarse un escenario al estilo del siglo XIX, con carreras armamentísticas, expansión territorial y rivalidades militares", reza el informe.
Que Bayly se publicite más chileno que peruano, más argentino que chileno y más norteamericano que las anteriores nacionalidades juntas; o que se publicite más hombre que mujer, o más mujer que hombre, dependiendo de sus calenturas, vale para su vida privada. Pero hacer escarnio del Perú en un canal de señal abierta, eso ya es otra cosa. Es más que sospechoso, más si conocemos la historia de los peruanoides.
Las mofas contra el general Edwin Donayre, contra monseñor Juan Luis Cipriani, contra todo lo que tenga que ver con el ser nacional, ese desprecio por nuestro pasaporte (prefiriendo el americano), esa amoralidad que se camufla tras supuestas irreverencias; ese anticlericalismo vestido de agnosticismo; ese prochilenismo confeso arropado de antimilitarismo, no solo es despreciable sino ilegal. No me vengan con el cuento de la libertad de expresión. A ver si en Chile, en Ecuador o en Brasil, sin hablar de Estados Unidos, se puede denigrar de esa forma sus identidades nacionales y sus instituciones tutelares.
Con toda razón muchos lectores y cibernautas se preguntan si no hay leyes que pongan coto a esa información política antiperuana y escatológica. Aun si la hubiera, no se cumple. Y esto es así porque un puñado de “peruanos decentes” tipo Bayly hace tiempo que hacen tábula rasa de las convenciones legales y éticas tratando de confundir su moral privada con la moral pública. Es la misma conducta de un grupete más amplio, que encabeza la llamada izquierda caviar, que al no poder controlar el aparato productor de normas, el Congreso, que lo tuvo en el gobierno de Toledo, se ha apoderado del aparato productor de la información, de la industria que comunica diariamente, la que comercia con lo más delicado de una sociedad, los valores, generando patrones propios —en este caso amorales—, como si fuesen de conducta obligatoria, muchas veces revestidos de ética pura made in Tibet, sin respetar convención alguna, ni normatividad expresa. Y esto porque la sociedad no se puso de acuerdo para adoptar tal estatuto, ni menos puso en debate si le conviene o no la moral que propugnan peruanos decentes tipo Jaime Bayly.