Embajador Oswaldo de Rivero
La constante política de espionaje de Chile se ha expandido de la FAP a la Marina, y de un traidor a tres presuntos traidores o más.
Ante esta expansión del espionaje chileno es muy difícil compartir el candor del gobierno de Humala de pedirle a Chile “una investigación y una respuesta constructiva precisa” sobre su espionaje.
Pedirle al gobierno chileno que investigue este caso de espionaje como pasó con la FAP es suponer que Chile no tiene control sobre sus agentes de inteligencia. Es así un pedido candoroso y además contrario a la práctica internacional de los casos espionaje, según la cual, ningún Estado acepta investigar a sus propios servicios de inteligencia a pedido de un gobierno extranjero que se declara víctima del espionaje de estos.
En los casos de espionaje que conocí durante mi estadía diplomática en Londres y Moscú, dos ciudades donde pasan las más increíbles y deliciosas aventuras de espías, los gobiernos espiados nunca pidieron investigaciones y respuestas constructivas porque sabían que ningún gobierno va admitir que había espiado.
Entonces, frente a esta constante practica de los gobiernos que espían de no admitir investigaciones y negar el espionaje, la práctica de los gobiernos, que están seguros de haber sufrido espionaje, es imponer inmediatamente medidas de retorsión al país que los espió. Estas medidas, pueden ir desde la expulsión de diplomáticos y agregados militares hasta la cancelación de la cooperación militar y de ciertos programas de cooperación.
También la práctica internacional revela que los países espiados replican espiando. Por eso abrigo la esperanza de que el próximo episodio de espionaje con Chile hayan servicios de inteligencia peruanos exitosos, y traidores chilenos, porque la verdad es que ya damos pena pidiéndole a Chile que investigue y sea constructivo después que haber violado varias veces nuestra seguridad nacional. Además, en este caso de espionaje se muestra, como nunca, la miseria moral a la que ha llegado la sociedad peruana. Ahora tenemos vende patrias hasta en la Marina, una de las más integra de nuestras instituciones armadas.
Practicando el negacionismo de los países que espían, la Cancillería chilena ya ha negado el espionaje, y esto no va cambiar, menos ahora que el canciller Heraldo Muñoz está metido en un grave lío político. Ha sido denunciado por haber organizado en un yate en Nueva York un almuerzo de millonarios para recolectar fondos para la campaña electoral que llevó al poder a la Sra. Bachelet, algo prohibido por la ley chilena. El canciller Muñoz, entonces, se va envolver en la bandera de la estrella solitaria y va negar todo.
El Perú debe prepararse para aplicar medidas de retorsión porque el gobierno chileno no investigará ni castigará a sus espías y por lo tanto no nos dará “una respuesta constructiva precisa”.
Ojalá me equivoque.
Diario Uno, 03.03.2015
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