Pese a que en nuestro país se cobra un peaje caro y en alza constante, la incapacidad (o corrupción) de sucesivos gobiernos insiste en condenar a muchas zonas del Perú a carreteras de la muerte, pues no hay vías separadas de ida y vuelta, sin una sola vía física para ida y vuelta.
La visión limitada de país de sucesivos gobiernos, que llegaron a saciar sus apetitos en lugar de buscar el desarrollo y bien común, es la causa de esta situación. Así, por ejemplo en el choque de ayer por las pampas de Nasca, aunque haya habido imprudencia de una de las partes, el detonante fue la vía única de ida y vuelta, pues uno de los buses, al ser obstaculizado por un tráiler que iba lento, invadió el carril contrario y dejó el saldo de 17 muertos. Esto nunca habría ocurrido con dos pistas independientes para ida y vuelta.
Como si las tragedias sucedidas por décadas significase nada, como si de la muerte de moscas se tratase, diversas nuevas vías siguen construyéndose con este obsoleto y peligroso diseño: una sola calzada para ida y vuelta.
Curvas estrechas al borde de abismos
De otro lado, la falta de previsión del ministerio de Transportes, así como su indolencia, deja tal como están las vías andinas, construidas copiando a otros países, sin tener en cuenta nuestra propia geografía, que debería obligar a tener pistas anchas en las curvas, en especial al borde de los precipicios, que de auxilio a los choferes serviría en caso de maniobras difíciles, pero nada se hace y los vehículos continúan exponiéndose a una mayor probabilidad de accidentes en estas vías.