El encargo de la patrona Bachelet
Estos días el presidente Alan García ha estado en Australia, representando al Perú en una importante reunión de APEC —foro de Cooperación Económica Asia-Pacífico— que agrupa a las naciones de economía más poderosa del mundo y que tienen costas en el océano Pacífico. Entre otros, son parte de la APEC China, Japón, Estados Unidos, Rusia y Australia, lo cual da una idea de lo necesario que resulta para el Perú participar en ese colectivo.
Estos días el presidente Alan García ha estado en Australia, representando al Perú en una importante reunión de APEC —foro de Cooperación Económica Asia-Pacífico— que agrupa a las naciones de economía más poderosa del mundo y que tienen costas en el océano Pacífico. Entre otros, son parte de la APEC China, Japón, Estados Unidos, Rusia y Australia, lo cual da una idea de lo necesario que resulta para el Perú participar en ese colectivo.
La pertenencia a la APEC nos facilita el comercio con los países de Asia y abre la posibilidad de suscribir tratados de Libre Comercio (TLC) con las naciones de la otra orilla del Pacífico. Aun cuando se reconoce que está bien que el Perú participe de la APEC y que es correcto que Alan García haya ido allá, debemos mencionar que el presidente —como ocurre muchas veces— habló de más, y no precisamente velando por los intereses del Perú.
Ha declarado el presidente Alan García: “… el mundo vería más atractivo al Perú si la gente de centro, de derecha y de la izquierda radical se comprometiera a respetar las inversiones”. Este mensaje aparentemente inocuo oculta el mensaje “No toquen a las inversiones chilenas”. Claro, gracias a la corrupción de Alberto Fujimori, que abrió de par en par las puertas del Perú a los empresarios chilenos, y a la condescendencia y alcahuetería de los apristas que gobiernan el Perú, lo que Chile desea y sus sirvientes apristas proclaman es que no se interrumpa el proceso de colonización económica que sufre el Perú que, de cumplirse los planes apristas, se convertiría en un país atado de pies y manos ante la implantación económica y colonización de su enemigo histórico, Chile.
Por supuesto que se debe respetar las inversiones de empresas y capitales que vengan de cualquier país; pero las empresas chilenas deben empezar a retirarse pronto del Perú, es muy grande y peligroso el desnivel de inversiones (demasiado capital chileno en el Perú y casi nada de capital peruano en Chile). Los peruanos no podemos permitir que el entreguismo prochileno del Apra comprometa e hipoteque el futuro del Perú; los inversionistas chilenos deben saber que por la usurpación territorial de Arica y Tarapacá los capitales chilenos son vistos con recelo y repudio por parte de los peruanos; cualquier encuesta objetiva señalaría con claridad que si hay capitalistas extranjeros indeseables en el Perú, ésos son los chilenos, que permanecen en el Perú de puro sinvergüenzas que son y gracias a la protección de sus sirvientes apristas. También deben saber los capitalistas chilenos que el gobierno peruano que suceda a los prochilenos apristas no está obligado a reconocer nada que consolide la presencia en el Perú de inversiones y empresas de Chile, país delincuente.
Si Alan García quiere congraciarse con su patrona Michelle Bachelet, que le regale las propiedades personales que tiene en Francia o acá en el Perú, pero que no facilite la colonización chilena del Perú, que no es propiedad de él ni de su traidor partido; él no ha sido elegido para beneficiar a Chile. Además, el entreguismo aprista no sólo es económico sino territorial: desde que llegó al gobierno el gobierno aprista no ha hecho nada por expulsar a los chilenos de los 37 000 m2 de suelo tacneño que usurpan. Conociendo al Apra, lo más probable es que siga tolerando la usurpación de los enemigos del sur para que después puedan alegar que esa zona les pertenece, ya que el Perú —dirá el país delincuente— todo el tiempo consintió el control chileno en el lugar.
Como buenos sirvientes de Chile, los apristas van a reiniciar las reuniones “2 + 2”, en las que participan los ministros de Defensa y Relaciones Exteriores de ambos países. Preguntamos: ¿está en la agenda la retoma peruana del control del usurpado triángulo de tierra tacneña?, ¿se les va a decir o no a los chilenos que se larguen de allí? Si no es así, ¿para qué sirven esas reuniones, cuyo costo paga el pueblo peruano?
Ha declarado el presidente Alan García: “… el mundo vería más atractivo al Perú si la gente de centro, de derecha y de la izquierda radical se comprometiera a respetar las inversiones”. Este mensaje aparentemente inocuo oculta el mensaje “No toquen a las inversiones chilenas”. Claro, gracias a la corrupción de Alberto Fujimori, que abrió de par en par las puertas del Perú a los empresarios chilenos, y a la condescendencia y alcahuetería de los apristas que gobiernan el Perú, lo que Chile desea y sus sirvientes apristas proclaman es que no se interrumpa el proceso de colonización económica que sufre el Perú que, de cumplirse los planes apristas, se convertiría en un país atado de pies y manos ante la implantación económica y colonización de su enemigo histórico, Chile.
Por supuesto que se debe respetar las inversiones de empresas y capitales que vengan de cualquier país; pero las empresas chilenas deben empezar a retirarse pronto del Perú, es muy grande y peligroso el desnivel de inversiones (demasiado capital chileno en el Perú y casi nada de capital peruano en Chile). Los peruanos no podemos permitir que el entreguismo prochileno del Apra comprometa e hipoteque el futuro del Perú; los inversionistas chilenos deben saber que por la usurpación territorial de Arica y Tarapacá los capitales chilenos son vistos con recelo y repudio por parte de los peruanos; cualquier encuesta objetiva señalaría con claridad que si hay capitalistas extranjeros indeseables en el Perú, ésos son los chilenos, que permanecen en el Perú de puro sinvergüenzas que son y gracias a la protección de sus sirvientes apristas. También deben saber los capitalistas chilenos que el gobierno peruano que suceda a los prochilenos apristas no está obligado a reconocer nada que consolide la presencia en el Perú de inversiones y empresas de Chile, país delincuente.
Si Alan García quiere congraciarse con su patrona Michelle Bachelet, que le regale las propiedades personales que tiene en Francia o acá en el Perú, pero que no facilite la colonización chilena del Perú, que no es propiedad de él ni de su traidor partido; él no ha sido elegido para beneficiar a Chile. Además, el entreguismo aprista no sólo es económico sino territorial: desde que llegó al gobierno el gobierno aprista no ha hecho nada por expulsar a los chilenos de los 37 000 m2 de suelo tacneño que usurpan. Conociendo al Apra, lo más probable es que siga tolerando la usurpación de los enemigos del sur para que después puedan alegar que esa zona les pertenece, ya que el Perú —dirá el país delincuente— todo el tiempo consintió el control chileno en el lugar.
Como buenos sirvientes de Chile, los apristas van a reiniciar las reuniones “2 + 2”, en las que participan los ministros de Defensa y Relaciones Exteriores de ambos países. Preguntamos: ¿está en la agenda la retoma peruana del control del usurpado triángulo de tierra tacneña?, ¿se les va a decir o no a los chilenos que se larguen de allí? Si no es así, ¿para qué sirven esas reuniones, cuyo costo paga el pueblo peruano?