Herbert Mujica Rojas
Con las luces intelectuales que todos le reconocen, la titular de los episódicos habitantes del hemiciclo en Plaza Bolívar, ha dicho que el tema de la Constituyente representa un antifaz porque el genuino deseo del Ejecutivo que preside Pedro Castillo, es poner candado al Congreso.
La preclara inferencia comportaría la sólida convicción que tenemos un Parlamento en actividad productiva y feraz en la creación de leyes en torno a los ineludibles temas de la agenda nacional. ¿Es esto cierto?
Aparte de impulsar fracasados intentos de vacancia del presidente Castillo ¿qué es lo que ha hecho este Congreso? Hay un consenso demasiado imbatible como para determinar que pocas veces se ha visto un cuerpo parlamentario tan mediocre, apocado y escaso de todo tipo de luces políticas, culturales, jurídicas. Hay excepciones que no igualan el número de los dedos de las manos.
Decenas de años atrás, Manuel González Prada describió su impresión acerca del recinto en Plaza Bolívar:
“Entonces ¿de qué nos sirven los Congresos? ¿Por qué, en lugar de discutir la disminución o el aumento de las dietas, no ponen en tela de juicio la necesidad y conveniencia de suprimirse? ¡Qué han de hacerlo! Senadurías y diputaciones dejan de ser cargos temporales y van concluyendo por constituir prebendas inamovibles, feudos hereditarios, bienes propios de ciertas familias, en determinadas circunscripciones. Hay hombres que, habiendo ejercido por treinta o cuarenta años las funciones de representante, legan a sus hijos o nietos la senaduría o la diputación. No han encontrado la manera de llevarse las curules al otro mundo. Haciendo el solo papel de amenes o turiferarios del Gobierno, los honorables resultan carísimos, tanto por los emolumentos de ley y las propinas extras, como por los favores y canonjías que merodean para sus ahijados, sus electores y sus parientes. Comadrejas de bolsas insondables, llevan consigo a toda su larga parentela de hambrones y desarrapados. En cada miembro del Poder Legislativo hay un enorme parásito con su innumerable colonia de subparásitos, una especie de animal colectivo y omnívoro que succiona los jugos vitales de la Nación.” Nuestros legisladores* https://bit.ly/3AWNGGd
Un altísimo porcentaje de peruanos opina de manera negativa acerca del Congreso. La popularidad de la institución, no es que se diga, imponente.
No pocos de los voceros son tartamudos cerebrales, piensan con lentitud desesperante y el país ha sido testigo de la producción de disparates, uno tras otro, desde que comenzó sus “labores”.
El peor enemigo del Congreso ¡es el Congreso! Echar la culpa al Ejecutivo que no está libre de responsabilidades y carga con torpeza de elefante en cristalería la gestión del gobierno, representa un facilismo deleznable. ¿Podría haberse esperado alguna altura u horizontes superiores? Es una interrogante de respuesta anunciada: ¡imposible!
26.04.2022