Herbert Mujica Rojas
Aún existe en Perú una clase de súbditos mentales cuyo elogio y admiración hacia los Estados Unidos como meta de destino y, casi siempre, oculto padecimiento, medra por aquí y acullá y asombra por su mediocridad acrítica.
Profundos desconocedores del modus vivendi norteamericano cuyo desenfreno consumista es base de su sociedad, los súbditos mentales, no escatiman loas para Donald Trump a quien llaman “presidente” y obvian con candidez culposa que aquél personaje detesta a los latinos y a los inmigrantes.
Si fuera que se guarden esa sumisión para sus adentros, bien ¡y salud! Pero influyen, con martilleo añejo en las aspiraciones de sus hijos que no pocas veces viajan a Gringolandia y sólo cuentan las partes bonitas y guardan lo feo bajo siete o más llaves.
Estos personajes carecen de amor por el Perú. Creen que el destino superior es irse a vivir como sea a un ambiente frío, distinto, laborioso de sol a sol y donde ¡nadie! regala una moneda o desperdicia el tiempo. La ley no escrita es Time is money!
Son millones los peruanos que viven en Estados Unidos y cualquiera de ellos puede contar su historia, a retazos o completa. Siempre las constantes de enorme esfuerzo, sacrificio y trabajo, trabajo y trabajo, señalarán el patrimonio adquirido en buena ley. Al lado de esta crónica, está la parte de la discriminación por ser latinos.
Decepciona que exista gente tan pobre de espíritu que crea que “exportar” hijos a un mercado duro, frío, insensible en que si no se cumple, se pierde la ocasión y el puesto y que haya forjado un mundo mental que reposa en estructuras a miles de kilómetros.
Con esa clase de ciudadanos que viven aquí pero piensan para allá, dudoso edificar raíces fuertes y vigorosas.
18.07.2022
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