Por: David Auris Villegas
La educación está obligada a reflexionar acerca de la tragedia humana de Hiroshima y Nagasaki para evitar el olvido del poder demoledor de las armas atómicas. Cultivar la paz en la mente de cada persona es objetivo primordial de convivencia armónica, pues en tiempos de pandemia y globalización, las armas nucleares son un absurdo prehistórico.
Como sabemos, a finales de la segunda guerra mundial, en agosto de 1945, el ejército estadounidense arrojó armas nucleares contra Hiroshima y Nagasaki en Japón, causando instantáneamente la muerte de más de cien mil personas en medio de un dolor indescriptible. Sin embago, observando los medios actuales, poco se debate sobre este masivo crimen contra la humanidad, probablemente debido a nuestra ceguera global.
En este sentido, ¿Qué nos impide reflexionar sobre las víctimas de la bomba atómica? Tal vez nuestro egocentrismo posmoderno y ¿quiénes son los responsables de velar por la paz para la sobrevivencia? Naturalmente nosotros mismos, que aún no hemos logrado administrar responsablemente al planeta, nos lo recuerda Carl Sagan y agrega que un organismo en guerra contra sí mismo, está condenado a desaparecer gracias al soplo de las armas atómicas.
Así pues, como amantes de la vida y conscientes del dolor del prójimo, los sobrevivientes de esta tragedia humana pidieron el fin de proyectos atómicos pero realmente nadie los escucha, pues se continúa produciendo armas nucleares cada vez más sofisticadas. Por ello, desde la sociedad civil, presionemos a los líderes mundiales, gobernantes, empresarios trasnacionales, científicos y a todas las personas que ejerzan poder, con el fin de que hagan todos los esfuerzos para eliminar estas armas y cuidar al único hogar que heredaremos a nuestros descendientes, nuestra tierra.
Asimismo, en el terreno educativo, cultivemos la pedagogía del abrazo y la paz escuchando el clamor de la madre Teresa de Calcuta. También es perentorio debatir en las aulas sobre el uso de las armas nucleares que siembran dolor y reflexionemos sobre las víctimas de la tragedia de Hiroshima y Nagasaki, para desarrollar la compasión humana hacia los demás.
Finalmente, sembremos en la mente de las personas que todos necesitamos del otro y nuestro destino es convivir juntos y hagamos uso de la tecnología nuclear para la convivencia. La educación es una herramienta poderosa capaz de sensibilizar al ser humano y está en manos de los ciudadanos y de los líderes mundiales cultivar la paz, no hacerlo por ambiciones personales, quizás sea nuestro mayor pecado generacional de la historia.
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https://orcid.org/0000-0002-8478-6738