Herbert Mujica Rojas
Difícil refutar el axioma contemporáneo que establece que si no publica su verdad, testimonio, documento, discurso, foto, propaganda o filmación promocional o lo que fuere, simple y llanamente ¡NO existe!
Los diarios tienen su página web, las revistas ídem. Los programas televisivos se alojan on line y ni qué decir de los radiales. Quien se respete un poquito y entienda que esta es la cultura comunicacional de nuestros días, busca en Internet y sus redes sociales toda clase de sucesos, opciones de compra o supervisa quién será candidato a formar parte de su plantel laboral.
En buena cuenta si ¡No publica, NO existe!
Severo y riguroso fue Umberto Eco cuando sentenció sobre estas opciones:
"Las redes sociales le dan el derecho de hablar a legiones de idiotas que primero hablaban sólo en el bar después de un vaso de vino, sin dañar a la comunidad. Ellos eran silenciados rápidamente y ahora tienen el mismo derecho a hablar que un premio Nobel. Es la invasión de los idiotas.”
El empresario sabe muy bien que el camino publicitario es caro y en tiempo de vacas flacas, urge vigilar el gasto.
El estudiante sabe dónde buscar si requiere de documentos referidos a la materia específica que le plantea retos.
Las empresas buscan referencias laborales en Internet y también hurgan por la hoja de vida bancaria de sus clientes. ¿O no es así?
Umberto Eco puede tener razón pero ni todas las redes sociales están infestadas de idiotas puros, lenguaraces genéticos o aspirantes a escritores que desprecian la ortografía y la gramática que jamás aprenderán y no hay forma de descartar el recurso on line.
Basta con escoger buenos e idóneos comunicadores que puedan, con apego indesligable a la verdad, transformar el producto, la idea o el planteamiento, en una herramienta comunicacional de alto voltaje en fondo y en forma.
El comunicador instala, merced a su inteligencia el mensaje cuyo único requisito constituye la certidumbre y probanza de su aserto. Recordemos que en boca del mentiroso, lo cierto se hace dudoso.
Aquellos que navegan hoy por una dirección y mañana por la opuesta, son pasibles de desconfianza y hasta de desprecio. La coherencia también es indispensable en el comportamiento público.
¡Publicar y existir o no publicar y no existir! ¡Esa es la cuestión! La inevitable reminiscencia hacia el Hamlet de Shakespeare deviene muy a propósito.
22.08.2022
Señal de Alerta