Herbert Mujica Rojas
Los requerimientos que exige el neoliberalismo o capitalismo salvaje a los trabajadores, manuales o intelectuales, de base o escritorio, es simplemente la conversión del hombre o la mujer en guarismos cuya “eficiencia” se mide en cuánto más hicieron ganar a sus empresas. Contrario sensu ¡de patitas a la calle!
Y se es guarismo no sólo en lo económico, desmoralización, cabeza gacha, humillación, horas extras no pagadas, recortes de sueldo en cualquier momento, gritos y maltratos, también se cosifica a los seres humanos trocándolos en simples transmisores y generadores de ganancias que no ven, pero que sí se sabe a quiénes satisfacen.
Entre los jóvenes la estabilidad laboral se convirtió en adorno y un día aquí y otro acullá. The sense of belonging (sensación de pertenecer) ya no existe, el capitalismo salvaje, el sálvese quien pueda, aniquiló principios, exacerbó el individualismo y atribuyó a la “rentabilidad” el “mérito” de ser ambición y logro. Nunca la estupidez pudo estar más a tono con la mediocridad de sociedades que dejan morir de hambre a niños, mujeres y ancianos, y se jacta de ser “rentable”.
En el sugestivo artículo El sufrimiento social, entre las creencias y valores (https://www.notaantropologica.com/el-sufrimiento-social-entre-las-creencias-y-los-valores/?utm_source=mailpoet&utm_medium=email&utm_campaign=las-ultimas-newsletter-total-entradas-de-nuestro-blog_3), encuentro este párrafo notable:
“Para concluir un análisis somero de la relación entre neoliberalismo económico, vulnerabilidad y sufrimiento social.
M. Barreto, médica especialista en salud del trabajo, observó en una encuesta hecha a 400 personas, que cerca de un cuarto de ellas tuvieron ideas suicidas por causa de la excesiva exigencia del trabajo. Y decía: “es necesario ver el intento de quitarse la vida como una gran denuncia de las condiciones de trabajo impuestas por el neoliberalismo en las últimas décadas”. Están especialmente afectados los empleados de banca del sector financiero, altamente especulativo y orientado hacia la maximización de los lucros. Una investigación hecha por el profesor de la Universidad de Brasilia, Marcelo Augusto Finazzi Santos, descubrió que entre 1996 y 2005 se había suicidado un empleado bancario cada 20 días, a causa de las presiones por metas, exceso de tareas y pavor al desempleo. La Organización Mundial de la Salud estima que cerca de tres mil personas se suicidan diariamente, muchas de ellas por causa de la abusiva presión del trabajo.”
En la misma publicación, se subraya que:
“En los análisis que se hacen de la crisis actual es importante incorporar este dato perverso: el océano de sufrimiento que está siendo impuesto a la población, sobre todo a los pobres, con el propósito de salvar el sistema económico, controlado por pocas fuerzas, extremadamente fuertes, pero deshumanizadas y sin piedad. Una razón más para superarlo históricamente, además de condenarlo moralmente. En esta dirección camina la conciencia ética de la humanidad, bien representada en las distintas realizaciones del Foro Social Mundial, entre otras.”
En buena cuenta, la deshumanización viene de la mano del llamado neoliberalismo en que el mercado asigna como único agente qué papel cumple cada quien. La inteligencia se circunscribe a dotar de mayores recursos a los más poderosos que siempre son catervas de minorías que dominan el Estado, los sucesivos gobiernos y cuentan con operadores nativos que venden su trabajo por salarios “mejores” que los que se paga al resto. Algo así como los caporales son premiados por azotar y explotar a los que están debajo.
La moral, los principios, el actuar con respeto, la devoción por la vida humana y la calidad de sus participantes ¡no importan un bledo!
Mientras que existan voces protestantes y serenas para refutar el salvajismo contemporáneo, quedan firmes las esperanzas de volver a la condición humana de seres con dignidad.
19.09.2022
Señal de Alerta