Herbert Mujica Rojas
Pocas veces una oportunidad tan interesante y de propuesta institucional se da para el titular de un portafolio estratégico, César Landa, que ha vuelto a la Cancillería. Urge el Ministerio de Relaciones Exteriores de impactos de imagen ante la ciudadanía que necesita comprender que este despacho sí puede hacer cosas notables.
A diferencia de otros medios, Diario Uno ha publicado informes detallados, galanos en sus afirmaciones basadas en la verdad comprobable y señalado yerros, protagonistas y las opciones a recorrer en búsqueda de una justicia institucional ¡ya! como reza nuestro titular.
El 2018 se defenestró al jefe de la Misión en Israel, el embajador Fortunato Quesada. Algunas expresiones inútiles hasta bobas del diplomático, sirvieron de pretexto para una exhibición pública que aparentaba denunciar abusos.
La verdad se hizo camino y luego el asunto no pudo ser más escabroso.
Se trató de una componenda que satisfacía una venganza.
Y no fungió cualquiera como capitán del sórdido plan y vendetta. Tal como afirmara el embajador Quesada, el jefe de la diplomacia peruana, Ricardo Luna, le había pedido que fuera un “topo” con la información de los movimientos pormenorizados del presidente de esa época, Pedro Pablo Kuczynski.
Dos diplomáticos más estuvieron como operadores: Néstor Popolizio y Hugo de Zela.
Todo esto ha sido relatado con prolija y puntillosa referencia en ediciones pasadas.
El canciller César Landa fue enterado por comunicaciones transmitidas vía Mesa de Partes de Torre Tagle por quien fuera pararrayos de un plan para su desafuero, pérdida del cargo y expulsión del Servicio Diplomático, Fortunato Quesada.
El periodismo tiene la misión de informar y también de señalar hechos que contribuyan a la solución de circunstancias benéficas como en este caso.
En buen castellano, la oportunidad no es despreciable. Por el contrario, hay momentos en que una actitud, un gesto, logran lo que parecía difícil sacudir hasta sus cimientos más íntimos.
Por sinrazones que nadie se explica, no pocos diplomáticos han conseguido una impunidad que no se imparte para el resto de mortales. Eso ha alejado desde hace muchos años a Relaciones Exteriores del pueblo que paga con sus tributos los elevados emolumentos de su personal.
Pero, más allá del tema sueldos, la garantía que por ser integrantes de un portafolio jerarquizado lo que hacía imposible el castigo a quien delinquiera, es un asunto que ha rodeado a la Cancillería.
Pero no hay duda que si el canciller Landa, que conoce la vía crucis expuesta con pormenor y lujo de detalles por el mismo agraviado, Quesada, toma cartas en el intríngulis, podría convertir el sucio complot en una demostración cabal que la justicia, puede que tarde, pero llega.
Interesante subrayar que César Landa es un profesor universitario y no es diplomático de carrera. Además su paso anterior por Torre Tagle, sin duda alguna, le habrá premunido de algunos conocimientos de la densa institución que es un Perú en chiquito y como tal, así como cosas buenas, también exhibe las malas.
Perú no puede seguir mostrando el cuadro que retrata a un cuerpo diplomático cuyos miembros, cualquiera de ellos, pudiera ser pasible de un ataque feroz, añagazas perjudiciales al proyecto de vida y prestigio y ¡ordenados desde dentro y con actitud proterva y destructiva!
El canciller Landa tiene la oportunidad de cerrar un ciclo gris y tenebroso. Y abrir una primavera con sol y actitud positiva hacia dentro y hacia afuera.
Imposible explicar por qué el anterior jefe de Relaciones Exteriores, Miguel Angel Rodríguez Mackay, desperdiciara una oportunidad tan señera y única, amén del enorme conocimiento que sobre Torre Tagle poseía, era la mejor chance para comenzar una reingeniería formidable.
Hay veces que las chances están para subirse a su gratificante movimiento. No hacerlo es arar en el mar y ya se sabe que nunca se arriba ¡a nada!
23.09.2022
Señal de Alerta-Herbert Mujica Rojas