Herbert Mujica Rojas
El señor Rafael López Aliaga tiene derecho a competir en las elecciones como cualquier otro ciudadano. Pero ¿es un postulante corriente? Quien no paga los impuestos millonarios que evade con maniobras abogadiles y mediáticas, se convierte en un outlaw, un evasor que pretende, ironía, una gestión pagada por ¡los tributos que él no honra!
La Sunat, esa entidad que pone mano dura con algunos contribuyentes y con otros no (López Aliaga entre estos últimos, pues su deuda es añeja), debiera comprender que su lentitud o morosidad en ajustarle clavijas al señor de marras, no es un error administrativo o simple: ¡es un crimen!
Las creencias, por estrambóticas que sean, de López Aliaga no están en cuestión, puede ejercer su fe y darse de latigazos con cilicios cuando tenga calenturas o manifestar su amor por la Virgen María. Cada quien es libre de ese derrotero confesional.
¿Qué le hace pensar que es un ejemplo ciudadano y que como tal puede aspirar al gobierno edil de Lima? No lo es. ¿Cómo se llama a quien no paga los impuestos?: ¡Evasor!
A muchas personas el señor López Aliaga les parece un experto en “manejo gerencial” porque tiene empresas. Sin embargo nunca pueden responder cuando se les inquiere: ¿y los impuestos que no paga o evade? La inmoralidad es más que evidente.
El problema peruano no reside en la economía con mayor acento, está en la repugnante degradación de sus personajes públicos que son rateros, estafadores, coimeros, mentirosos, demagogos y cada quien elabora un discurso de paraguas para disimular su descaro delictivo.
Ver a militantes de un partido de izquierda democrática unirse a la manada de borregos de un conservador a ultranza, sólo da una muestra de pobreza política, intelectual y de cómo, cualquier petimetre, llega y engaña.
NO es la alcaldía el destino, sino la cárcel.
29.09.2022
Señal de Alerta