Por Raúl Allain

Perú, tierra ensantada. Santos, Beatos y Siervos del Perú (2022) es el nuevo libro del Dr. José Antonio Benito Rodríguez, historiador español radicado en nuestro país donde realiza una extraordinaria labor para fomentar el diálogo entre fe y cultura (https://tinyurl.com/4fy7ffw7).

 

Francisco cuadro San Martin

 

Se trata de un libro singular, que rescata y difunde a todos nuestros santos, beatos, siervos de Dios, en definitiva aquellos cristianos católicos que apostaron por vivir coherentemente, tras las huellas de Cristo, el gozo del Evangelio en tierras peruanas, haciendo historia.

Definitivamente en nuestro Perú de “todas las sangres”, y especialmente en Lima, donde conviven las tendencias más cosmopolitas y tradiciones populares y religiosas ancladas en la herencia de nuestros ancestros prehispánicos, hay un componente transversal a la vida de los limeños: la religiosidad, siempre cargada de misticismo y espiritualidad, con ese ingrediente de sincretismo, mezcla de la herencia hispana y andina.

El ícono por excelencia es el Señor de los Milagros, también llamado Cristo de Pachacamilla, Cristo Moreno y Señor de los Temblores. Su culto se origina hace más de trescientos años, a partir de un mural pintado por un esclavo angoleño en la zona de Pachacamilla, en lo que fueron los alrededores del actual convento de las Nazarenas en el centro de Lima.

Cuentan los cronistas, que esta imagen sobrevivió milagrosamente al terremoto de 1655 y desde entonces fue motivo de veneración, porque se le atribuía ser la verdadera imagen de Jesucristo. Esta imagen, impresionante desde el punto de vista del diseño plástico, así como por la expresión psicológica del dolor y la redención, hoy se puede admirar en el altar mayor de la Iglesia de las Nazarenas.

La historia es harto conocida. En 1687 se confeccionó un enorme lienzo que es una copia fiel de la imagen, y ese año tuvo lugar la primera procesión del Señor de los Milagros, considerada la festividad católica más importante en el Perú y también la procesión más multitudinaria del mundo.

El mes morado hace alusión al color del hábito de las nazarenas, y este a su vez es el color de las llagas y los “moretones” en el cuerpo flagelado de Cristo en la cruz. Si se pide un ícono de Lima que haya sobrevivido a los siglos, es precisamente el Señor de los Milagros, que cada mes de octubre sale en procesión. No hay otra que la supere en todo el orbe y desde hace décadas se replica con el mismo fervor en ciudades como Nueva York y París, y en todas las ciudades peruanas.

La Hermandad del Señor de los Milagros de Nazarenas se encarga de transmitir esta devoción de padres a hijos. Y ahora, fiel a la modernidad, las procesiones se transmiten “on-line”, en tiempo real en internet, y se han creado aplicativos para poder seguir su recorrido vía GPS. Este año durante las celebraciones de Nuestro Señor de los Milagros se volverá a recorrer las calles de Lima.

El año 2018 se estrenó el excelente documental “El verdadero rostro del Señor de los Milagros”, del periodista Kevin Carbonell, en base a una notable investigación documental que aporta luces sobre los orígenes, historia y restauraciones del lienzo. El año 2019 obtuvo el Premio Nacional “Cardenal Juan Landázuri Ricketts” otorgado por la Conferencia Episcopal Peruana. Asimismo, hay una serie de publicaciones e investigaciones dedicadas al Cristo de Pachacamilla. Y sobre los artistas plásticos, muchos pintores peruanos le han dedicado excelentes versiones como los maestros Víctor Humareda, Camilo Blas (José Alfonso Sánchez Urteaga) y Jorge Vinatea Reinoso, entre otros.

Pero si el Señor de los Milagros es un ícono popular, no olvidemos que Lima tiene el honor de haber dado a luz a santos peruanos que se veneran en todo el mundo: Santa Rosa de Lima y San Martín de Porres. Además aquí vivieron y murieron, dándolo todo por la fe y el pueblo, Santo Toribio de Mogrovejo, San Juan Macías y el andaluz San Francisco Solano, cuyos restos reposan en las Catacumbas de San Francisco de Lima. Alrededor de estas devociones se agrupan una serie de cofradías religiosas con varios siglos de antigüedad, instituciones de ayuda, auxilios mutuos y devoción a Dios, con el tradicional rezo del santo rosario, que es una costumbre que todavía persiste silenciosamente en el fervor popular.

Ahora que nuestra patria se desgarra por una apabullante crisis moral, económica, política y social, hay que volver con fuerza a estos ideales de espiritualidad.

(*) Escritor, sociólogo y analista político. Consultor Internacional en Derechos Humanos para la Asociación de Víctimas de Acoso Organizado y Tortura Electrónica