Herbert Mujica Rojas
Al lado de los clásicos carteristas e ineptos todoterreno, hay en Perú desde hace dos centurias la producción feraz de embaucadores, pillos, rateros de la fe pública, engañan al pueblo por votos, meten las uñas en licitaciones con dedicatoria, se reciclan en instituciones internacionales o se esfuman de la cosa pública por algunos años para volver luego como si nada hubiera pasado.
Mutan los amigos de lo ajeno y llegan a un municipio y lo esquilman; arriban a una gobernación y la convierten en fuente inagotable, no de juventud, pero sí de recursos hábilmente disfrazados con los términos de referencia y las cuotas ilícitas; llegan al Legislativo y trafican con las influencias a troche y moche; los cuestionamientos a mucha gente del entorno presidencial recuerdan el dicho: cuando el río suena es porque piedras trae.
No se salva la academia, la judicatura, o una intelectualidad que produce faros grises pero en el país de los tuertos, el ciego es rey y no pocos intelectuales de quiosco brillan con sus libritos o tesis que de original sólo tienen la repetición servil de términos de un lenguaje edulcorado, difícil y que dice naderías.
¡Ni el periodismo se salva! Hay “analistas” que hacen propaganda a empresas detrás de ellos pero sin revelar que son parte de su aparato de imagen o relaciones públicas.
Razón tenía Manuel González Prada cuando en Los Honorables, Lima 1914, Bajo el oprobio, advirtió:
“Porque en todas las instituciones nacionales y en todos los ramos de la administración pública sucede lo mismo que en el Parlamento: los reverendísimos, los excelentísimos, los ilustrísimos y los useseñorías valen tanto como los honorables. Aquí ninguno vive su vida verdadera, que todos hacen su papel en la gran farsa. El sabio no es tal sabio; el rico, tal rico; el héroe, tal héroe; el católico, tal católico; ni el librepensador, tal librepensador. Quizá los hombres no son tales hombres ni las mujeres son tales mujeres. Sin embargo, no faltan personas graves que toman a lo serio las cosas. ¡Tomar a lo serio cosas del Perú!
Esto no es república sino mojiganga”.
¿Carece de esperanza Perú? Creo firmemente que las nuevas generaciones aportarán potentes luces.
Señal de Alerta