Herbert Mujica Rojas
¿Quién se opone al designio pacífico obligatorio de las próximas protestas, marchas, manifestaciones en todo el Perú?
Premisa fundamental e ineludible constituirá que los líderes estén en primera fila. ¡Basta de enviar bisoños que no pocas veces resbalan por pendientes cuesta abajo la rodada y con pérdida de vidas humanas.
Ni caer en la provocación sembrada por expertos que requieren su cuota macabra alimentada por prensa cautiva y ahora con propaganda, pero tampoco servir a los violentistas que tienen agendas y planes muy distintos a la genuina protesta. Unos y otros son extremistas que pretenden que a río revuelto, ganancia de pescadores.
Terminó el 2022 y según las indigestas palabras del primer ministro Luis Otárola, aquello ocurrió con pacificación del país. Confundir feriados con una supuesta tranquilidad, puede ser una aserción muy cínica porque ¿cómo puede haber esa supuesta “calma” que hunde sus colmillos en la muerte de cerca de 30 ciudadanos peruanos, inermes y de provincias?
El que fuera ministro de Defensa, durante los días trágicos de diciembre, fue el señor Otárola, el mismo que hoy ejerce el titularato del gabinete. Su nuevo encargo no le libra de explicaciones y responsabilidades.
¿Es imprescindible el abaleamiento de peruanos en los próximos días? ¡Categóricamente NO!
La perversa prensa concentrada en pocas manos ha inoculado en nuestros mayoritarios lectores de titulares en los quioscos del país que “protesta es caos”, “pérdida de ingresos”, “atraso del país”. La aceptación acrítica de semejantes barbaridades conduce a que se satanice y condene, de antemano, la protesta derecho reconocido en la carta política.
Sectores importantes en todo el país, de manera libre, autónoma, sin direccionamiento de partidos políticos (¡absolutamente inexistentes!) expresaron su reclamo por el cierre del Congreso, la renuncia de la presidente Boluarte y por la convocatoria a una asamblea constituyente.
¿Y qué ha hecho el unánimemente repudiado Congreso? Fijar el adelanto de elecciones para abril de 2024, ser cómplice de los saboteos a la reformar universitaria, promover como si viviéramos en un lecho de rosas sus “reformas electorales” para permitir la reelección de legisladores y la reinstalación del Senado.
Casi 14 millones de peruanos, el 2018, abominaron de la reelección inmediata y de la vuelta del Senado en referéndum. ¿Menos de 100 gatos, con despreciable nulo prestigio de cualquier tipo, son más que esos millones?
La especie que se necesitan “leyes de calidad” y una “cámara reflexiva”, se estrella contra un elemental ejercicio para medir el cociente intelectual de al menos, 90% del Congreso actual. Y los resultados no son difíciles de adivinar: 89% de ese 90% no alcanzaría los guarismos mínimos para digerir goma de mascar y subir una escalera al mismo tiempo.
Pero sospechas fundadas hay que grupos de poder dinerario, financiero, mercantil y del narcotráfico sí que necesitan representación política o de gruesos sectores que puedan financiar y usar en la dación de leyes.
Protestar con nuevos bríos y límites absolutamente claros contra la pérdida de compatricios, no a la destrucción de bienes del Estado o privados, sí representa un reto de madurez imprescindible. Cuando se pulveriza bienes del Estado, ¡es el mismo pueblo quien los repone con sus impuestos!
Dudosa o absurda ganancia cuando se atenta contra la propiedad privada porque ello será pretexto para enlodar la dinámica de la protesta y echar la culpa de todos los males seculares del país a quienes alzan la voz.
Un gobierno que tiene tras de sí una treintena de muertos, requiere con urgencia, controles de daños. Y no puede ser la oposición popular la que obsequie bobamente esas justificaciones al status quo.
Hemos dicho y lo repetimos: la protesta no inhibe o enerva los grandes momentos de la inteligencia. Es hora de planteos que puedan ser negociables, realistas, mínimamente decentes y que propendan a una paz coordinada, popular y con franco entendimiento.
Los violentistas ya fueron derrotados militarmente hace largos años. Otra cosa es que la prensa concentrada, los mercenarios de opinión alquilados al poder dinerario, escriban sus ensayos y libros, diciendo todo lo contrario.
Cuando el miedo y la ignorancia se juntan, producen un país de desconcertadas gentes. Que no otra cosa es el Perú.
¿Hay que permitir esta falta de luces o por el contrario encender las antorchas de nuevas y mejores alamedas por las que pase el hombre libre?
¡Ni un muerto más!
02.01.2023
Señal de Alerta