Herbert Mujica Rojas

Declaró ayer el rector de la Universidad Nacional de Ingeniería, Alfonso López Chau, que en uso de la autonomía de que goza ese centro de estudios, habían decidido acoger a peregrinos provincianos de paso por Lima porque vinieron a marchar en protesta contra el gobierno de Boluarte, abominando del Congreso golpista y por elecciones este mismo año 2023.

 

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Me temo y felicito, a la vez, que el gesto solidario de la UNI, anunciado por su rector, es mucho más interesante aún: ¡ha devuelto el protagonismo que jamás debió abandonar ninguna universidad siempre presente en la forja, desarrollo y brillantez de la sociedad!

En un mes de enero de 1881, los días 13 y 15, se desarrollaron batallas contra el invasor chileno en San Juan y luego en Miraflores. En esas jornadas de sacrificio, participaron soldados bisoños que eran universitarios de San Marcos. Esa juventud estudiosa no hesitó en dar su cuota de forma heroica.

¡Y San Marcos también ha incurrido en idéntico gesto solidario con los hombres y mujeres llegados desde el sur! ¡Enhorabuena!

Al constituirse la UNI en casa temporal, albergue y refugio de los protestantes llegados del sur peruano (hay que repetir mil veces el gentilicio), la casa de estudios practicó su solidaridad con los hermanos y gestó un anuncio simbólico en su frontis de ingreso: ¡Posada para quienes aspiran a un país con justicia y libertad!

Una bella página en la capital pérfida que teniendo en 85% raíces provincianas, se da el lujo pusilánime de despreciar a quienes pronuncian distinto y que nacieron en el Perú, esa otra parte más cercana al pasado preínca e imperial del Tahuantinsuyo.

Preguntar quiénes hunden más sus raíces de legitimidad, puede ser incómodo para los snobs frívolos de la Ciudad de los Reyes, incapaces de entender al Ande creador y a la altiplanicie de heladas y retos continuos.

El título de esta crónica se inspira en el notable libro que escribiera el maestro Luis Alberto Sánchez en 1961 (La universidad no es una isla) y el mensaje no puede ser más apropiado en los tiempos presentes.

La universidad, crisol de forja de elementos especializados para la sociedad, no tiene como misión titular ineptos, mercachifles, peluqueros sociales o frívolos estafadores que se enriquecen con el dinero público.

Como si fuéramos un hito académico y cultural, en Perú hay casi 150 instituciones que se reclaman universidades. Muchas no pasan de ser covachas y guaridas de genuinos delincuentes que entienden la ecuación que combina ansiedad paterna que los hijos estudien y obtengan el cartón que los titula y migren al mercado laboral, dentro o fuera. No pocas veces esos antros carecen absolutamente de calidad en todo orden.

La universidad no puede ser un foco aislado con divorcio grotesco de cuanto ocurra en la sociedad en sus múltiples facetas: culturales, políticas, académicas. Sólo recordar el comportamiento de rectores averguenza y acongoja.

La universidad no es una isla. Sí es un ágora feraz y creadora de talentos con el ineludible propósito de encontrar, planear, los mejores y más eficientes caminos del buen vivir de los peruanos.

Afirmó el citado autor, Luis Alberto Sánchez, en su entretenido libro escrito ¡62 años atrás!:

“Un país que vive, ha vivido o pretenda vivir a espaldas de su Universidad, no puede ni podrá realizar sus destinos, ni progresar de veras. Además, carecería de derecho para ello. Si la Universidad es por excelencia el vivero de especialistas, profesionales, investigadores y "líderes"; si no hay actividad creadora sistemática que pueda desarrollarse sin la intervención rectora de los entendidos, técnicos y profesionales, a quienes prepara y orienta la Universidad, fluye de suyo que no hay Estado en el que sea posible desenvolver plan alguno si no se atiende a aquella, a fin de que encuentre las vías y medios de realizarlos, realizándose. El elemento humano, base de todo desarrollo y avance, debe nutrirse de ciertas esencias humanísticas, científicas, éticas y técnicas, cuyo foco es la Universidad. Ahí se incuban, discuten, proyectan y planifican las obras de que se forja el futuro de toda Nación.” La universidad no es una Isla, 1961, pp. 12-13.

La sociedad no puede permanecer muda e indiferente ante tal circunstancia. La universidad no es una isla divorciada del cuerpo nacional que demanda opción creadora y de futuro invicto.

Devuelto el claustro a participar en la vorágine de los sucesos y en la edificación con pan y libertad del Perú, es una hermosa página escrita por la Universidad Nacional de Ingeniería y también gestada en San Marcos, como siempre.

El lucro no crea ni forja una nación. Sí alberga y motiva a pillos y rateros.

 

20.01.2023
Señal de Alerta-Diario Uno