Herbert Mujica Rojas
Una de las cantinelas preferidas, de quienes buscan la reelección congresal, es que los que ya están por largo tiempo, han adquirido “experiencia”.
O sea que los legisladores tornaron expertos en el tráfico de influencias, hicieron los contactos claves para llegar a las oficinas ministeriales y aprendieron a servirse del Estado en todos los sentidos.
Deducir que nuevos e impolutos legisladores pecarán de “inexperiencia” es una tontería que repiten no pocos.
¿Y para qué están las brigadas de asesores, pelotones de secretarias, divisiones de personal administrativo, listos –al mismo tiempo que adular y “doctorear” al titular- compartir vivencias y anuencias no escritas en reglamentos o manuales hechos por “expertos”?
La reelección es un genuino cáncer y ataja cualquier barrunto de dinamismo en las sociedades.
¿Qué cercena la posibilidad de desarrollo de un pueblo? De cualquiera de los nuestros. El continuismo, la falta de creatividad y la mediocre estampa de los políticos puede garantizar cualquier cosa, menos ética y retos nuevos.
¿Qué renovación podría esperarse de tagarotes cuasi analfabetos, dueños de portentosas ignorancias y que no rebuznan por un exceso de timidez y que son habilísimos en la fautoría de trampas y violaciones a granel bajo las armazones legales de que son finos y audaces autores?: ¡ninguna!
¿Hay alguna posibilidad de reconocer ideas y lustre en algún porcentaje entre los políticos? ¿siquiera al 10%? El asunto es muy polémico porque ellos mismos no se dan cuenta del hastío que provocan.
Débese, de inmediato, denunciar a los vectores oportunistas de estas maniobras.
Y señalarlos porque incurren en un delito lesa humanidad a que tienen los pueblos inequívoco derecho y garantía de cumplimiento como soberanos que son.
La verdad de la milanesa es que el Congreso paga puntualmente y hay muchos departamentos, excursiones, autos y casas nuevas pendientes de cancelación. ¡No se puede matar a la gallina de los huevos de oro!, dicen.
Es más. Una linda reforma la constituiría prohibir cualquier reelección presidencial o parlamentaria. Obligaría a muchos ineptos genéticos a comprender que la política no es vil negociado culpable ni mamadera eterna de ubres cansadas como son las que posee el Estado.
El referéndum de años atrás votó por más de ¡15 millones de ciudadanos! contra la reelección parlamentaria. El minúsculo conjunto de integrantes del Tribunal Constitucional ¿puede zurrarse en tan contundente dictamen popular?
¿No hemos visto, cómo ex primeros mandatarios, en vez de preparar legiones juveniles de lustre y moral, alientan esfuerzos e inoculan noticias de sus charlas, actividades, libros, folletos, torpedos y disfuerzos mil con tal de que se les recuerde?
Cuatro o cinco ex jefes de Estado serán depositados, de por vida, en la cárcel. El que se autoeliminó y que jamás había sufrido ningún tipo de aprisionamiento, ya no está, pero su gesto cobarde es inocultable.
Los hombres y mujeres providenciales no existen, se fabrican y para eso basta con tener paniaguados con faltriqueras llenas en los medios de comunicación; asesores que transmitan o insinúen intenciones a modo de ensayo y una sociedad incapaz de comprender que perennizar la estupidez, por falta de renovación, es el primer detonante del caos y la violencia.
La reelección, presidencial o parlamentaria, moviliza millones de dólares porque así se perpetúan estabilidades jurídicas, castillos legales de impunidad y los que se van perdonan a los que llegan (o retornan, otra vez), de manera que los que caen tras las rejas o sufren el acoso de jueces insistentes, son los más bobos, esos débiles mentales que "se creen" el cuento que son personajes.
La discusión fundamental estriba en pulverizar esa monserga que establece que es un deber expoliar el dinero del pueblo desde la presidencia, el Congreso, los ministerios o cualquier cargo público.
La reelección debe ser liquidada: quien fue presidente, ya tuvo su oportunidad y quien estuvo en la curul, lo propio. ¿Con qué derecho se atrincheran en cargos que deben ser de estricto apego a los deberes de servicio y solidaridad con el pueblo que los eligió?
¡30-40 años de ver los mismos rostros, enfeudados a la minucia de sus pequeñas existencias, en Palacio o en el Congreso! ¡Es hora de la renovación generacional y de enfrentar el juicio limpio y la acusación contundente de los que recién llegan insospechables de robo o estafa!
23.02.2023
Señal de Alerta